«No estaba agobiada con lo de la vacuna, pero ya tenía ganas de ponérmela»
3.200 personas, de entre 60 y 69 años, fueron citadas ayer al BEC para la primera dosis y se liberaron de «toneladas» de ansiedad
Pese a habilitarse tres filas, una por cada comarca sanitaria (Barakaldo-Sestao, Uribe Kosta y Santurtzi-Enkarterri), las colas se formaron antes de que a ... las 8.30 horas comenzaran las inoculaciones en el vacunódromo del BEC. Se citó a 3.200 personas, pero Osakidetza había organizado los pinchazos en intervalos de uno o dos minutos y no hizo falta usar al mismo tiempo los 20 boxes instalados (que además podrían ocupar dos pacientes en caso de necesidad). Gontzal Santos, coordinador de los voluntarios de la DYA que se encarga de la logística del operativo en la instalación baracaldesa, justificó estas aglomeraciones por dos motivos: los problemas de movilidad de algunas personas y, sobre todo, que la mayoría llegó antes de hora. «La gente viene sin temor, ilusionada», puntualizaba Ramón Cisterna, catedrático en microbiología ya jubilado y director médico de la asociación sin ánimo de lucro.
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La cara de satisfacción con la que salió la baracaldesa Isabel Landeta constituyó la mejor muestra del peso que se había quitado de encima, aunque le restara importancia. «No estaba agobiada con esto de la vacuna, pero ya tenía ganas de ponérmela», confesaba, mientras se agarraba a su marido, Arcángel Ramírez, al que le pusieron la primera dosis hace 15 días. «Queda camino, que todavía estamos en la mitad», apuntó él, mientras Isabel advirtió de forma tajante que «seguiremos haciendo vida de pandemia. Cumpliremos las medidas preventivas, como la distancia y la mascarilla, para estar mucho más tranquilos».
A Belén Amantegi no le importó que le pusieran AstraZeneca, «peor sería que te venga el bicho»
más protegidas
Belén Amantegi también se sumó al grupo de los que ayer dejaron «toneladas» de ansiedad en el BEC. Secretaria, tiene 60 años y se desplaza en metro desde Getxo a Bilbao para ir a trabajar. «Siempre rodeada de gente, así que me he quedado mucho más tranquila», admitía. Y no le importó que le pusieran el inyectable de AstraZeneca, «como a todos; peor sería que te venga el bicho», explicó.
«Nos habían metido miedo»
Precisamente el temor había tenido en vilo a Gregoria Rodríguez los últimos días. Incluso ayer apenas pudo dormir, «porque nos habían metido tanto miedo con lo de esta vacuna...». Tras recibir la dosis se tranquilizó porque «me encuentro estupendamente». «Que sí, que hay que lograr la inmunidad de grupo cuanto antes y todos debemos arrimar el hombro», la animaba su hija.
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Marcial Martín, un vecino de 61 años de Las Arenas, también se mostró ilusionado, porque, a su juicio, la vacunación «supone el principio del final de esta pesadilla». Igual que Juan Luis Monroy, de Santurtzi, que se jactaba de no haber tenido nunca «ni una gripe» y de no haber pensado en inyecciones hasta que le llamaron.
A quien sí se le hizo larga la espera fue a Toño Saiz. Tras superar un infarto, creía que con 67 años estaría en el grupo de riesgo, pero «parecía que se habían olvidado de mí». Quizá por eso este vecino de Zierbena mostró una sonrisa de oreja a oreja. «Muy bien la atención, muy bien todo», agradeció a los sanitarios que le atendieron.
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