Vecinos combaten el fuego con los medios a su alcance en el municipio orensano de Carballeda de Avia. EFE
EL CORREO en Quintana y Congosto

Recorrido por la 'zona cero' de León: muertos, casas calcinadas y una tierra olvidada

Los vecinos de los pueblos más afectados denuncian el abandono de los primeros días y destacan el apoyo que se han dado entre ellos mismos

David S. Olabarri

Enviado especial

Jueves, 21 de agosto 2025, 00:18

El cartel que da la bienvenida a la localidad de Quintana y Congosto está abrasado por las llamas. En el centro del pueblo reina el ... silencio. Es mediodía y apenas se ve a nadie por las calles. Nori ha salido a pasear con su perro. Echa un vistazo a la casa de Fania. No tiene tejado y el interior está devastado. Su vecina se ha quedado sin hogar con 84 años, viuda y sin hijos. Nori también está preocupada porque ayer volvió a salir humo de las ruinas de la vivienda de su vecina y teme que el fuego se reactive y afecte a su propia casa.

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Ha pasado una semana desde que los incendios arrasaron esta pequeña localidad y la convirtieron, a su pesar, en un símbolo de los fuegos que devoran la comunidad de Castilla y León. En este pueblo de 300 habitantes, las llamas acabaron con la vida de dos vecinos de la zona, arrasaron siete viviendas habitadas y quemaron miles de hectáreas.

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Ángel Barrio y su mujer Maite López han perdido la casa en la que llevaban viviendo 35 años. David Olabarri

Han pasado siete días desde entonces. Las cámaras de televisión se han marchado. Los residentes que han querido han vuelto. Pero Nori sigue sin poder dormir bien y tampoco se sabe qué pasará con la gente que ha perdido sus casas. «Esto no se olvida. Nos pasará factura», se teme.

Lidia acaba de salir de su casa y se encuentra con Nori. Esta joven ha venido desde Galicia para apoyar a sus padres y cierra la puerta con delicadeza porque no quiere molestar a su familia, que está descansado. Lidia está sobre todo preocupada por su padre, que se encontraba trabajando con los dos voluntarios intentando frenar el avance de las llamas cuando les sorprendieron las lenguas de fuego. Él pudo salvar la vida porque no corrió hacia el río y se dirigió hacia la zona que estaba ya quemada. Fue este hombre el que encontró tendidos en el suelo a los dos jóvenes y el que llamó a los servicios de emergencias.

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Hijos de la emigración

EL CORREO ha realizado un recorrido por los valles de Valdería, Jamuz y Valduerna. Se trata de una zona repleta de vascos que tienen aquí segundas residencias y de personas mayores que volvieron a su tierra después de 50 años trabajando en la margen izquierda de Bizkaia. Es el caso de Eva Vidales, que vio cómo las llamas llegaban prácticamente a la puerta de su casa en Palacios de Jamuz antes de ser evacuada a un polideportivo. Y de Óscar, un hombre de Portugalete que regresa durante las vacaciones a su tierra para visitar a sus padres.

Conducir por esta zona es hacerlo por kilómetros y kilómetros de superficie arrasada. Se han quemado pastos y huertos, pero también bosques de encinas y castaños centenarios. Sin embargo, no es este nivel de destrucción lo que hace muchos vecinos la consideren la 'zona cero' de los incendios en Castilla y León. Hay otros puntos de la comunidad también muy afectados. El problema aquí es que los fuegos han arrasado casas, cosechas, infraestructuras, han matado decenas de animales y han acabado con dos vidas. «El fuego se ha llevado la mitad de mi vida», subraya Carmen, una vecina de San Félix de la Valdería que todavía no se atreve a llevar a su madre, Josefa, de 87 años, a que vea los estragos que las llamas han causado en su finca.

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En este contexto, la reacción de los vecinos al ver llegar a periodistas es muy diversa. El único factor común es la sensación de «abandono» que sintieron cuando el fuego llegaba a sus puertas y no había ningún profesional para ayudarles. En Quintana y Congosto recuerdan que les desalojaron megáfono en mano y que los vecinos tuvieron que huir con sus propios medios. Hubo algunos que incluso no se enteraron del aviso y no salieron de sus casas.

Las llamas arrasan el bosque en el concello de Quiroga, el más afectado de Lugo. EP

También predomina el orgullo y el agradecimiento hacia los vecinos que pusieron en riesgo su integridad física para evitar el avance de las llamas y por la solidaridad a la hora de ayudar a los más afectados. La zona, de hecho, está repleta de muestras de afecto hacia estas personas.

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A partir de ahí, hay gente que no puede pasar página porque, sencillamente, lo han perdido todo. Ángel Barrio llevaba viviendo en su pequeña casa del barrio de arriba de Castrocalbón 58 años. Toda su vida. Allí se casó con su mujer Maite y tuvieron dos hijos. Las llamas aparecieron a lo lejos el domingo. Preocupados, llamaron a unos amigos por si necesitaban refugiarse en su casa. El martes fueron ellos los que tuvieron que ser evacuados. Se marcharon «con unas mudas y cuatro cosas». Como muchos otros, pensaban que era imposible que el fuego saltase el río y llegase a su vivienda. Ahora su casa, como otras en su vecindario, están en ruinas y viven «de prestado» donde unos amigos. «Esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo», confiesa Maite.

Hay vecinos que tienen la necesidad de hablar. Pero a otros les invade una sensación de rabia porque llevan años denunciando que estas pequeñas localidades están muriendo por falta de atención. Hay datos que son reveladores: hace unos 18 años, en Quintana y Congosto vivían unas mil personas. Hoy no llegan a las 300 y la mayoría supera los 60 años. No hay niños en las calles e incluso tienen problemas para conseguir visitas médicas. «¿Tiene que pasar esto para se acuerden de nosotros?».

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