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El planeta de las pirámides

El planeta de las pirámides

Entre fantasmas ·

Mayas, aztecas, indios norteamericanos, egipcios, nubios, chinos y otros pueblos han levantado unos edificios cuya práctica omnipresencia ha dado lugar a exóticas teorías

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Martes, 25 de junio 2019, 00:01

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La Tierra es un planeta de pirámides. Las hay desde hace al menos 4.900 años, cuando los elamitas construyeron el zigurat de Sialk en lo que hoy es la ciudad iraní de Kashan. Tres siglos más tarde, había estructuras de ese tipo en el valle de Supe (Perú) y en Saqqara (Egipto), separadas por más de 12.000 kilómetros. Mucho después, las empezaron a levantar los mayas; a finales del siglo III antes de la era común (aec), los chinos; y, poco antes del Descubrimiento, los aztecas. La presencia de monumentos similares en culturas tan dispares y alejadas entre sí sorprende a mucha gente y ha dado lugar a interpretaciones de todo tipo. Extraterrestres incluidos, por supuesto.

El congresista estadounidense Ignatius Loyola Donnelly (1831-1901) dio en el siglo XIX con una explicación a la existencia de pirámides a ambos lados del Atlántico. En su libro 'Atlantis: the antediluvian world' (Atlántida: el mundo antediluviano, 1882), defendió la realidad histórica del poderoso imperio que, en sus diálogos 'Timeo' y 'Critias', Platón (427-347 aec) situó «más allá de las columnas de Hércules». A diferencia de la mayoría de los historiadores, que considera la Atlántida un invento del filósofo ateniense, Donnelly sostenía que era el lugar donde surgieron la agricultura, la escritura y otros avances que luego se difundieron por el mundo. El continente hundido había sido donde el ser humano se había civilizado.

La idea encajaba con un corriente de la arqueología y la antropología de su época, llamada difusionismo, que originalmente consideraba que las grandes innovaciones culturales se habían realizado en el Egipto faraónico, desde donde se habían irradiado al resto de culturas. Donnelly iba un paso más atrás y situaba en la supuesta civilización atlante el origen de la cultura egipcia y las mesoamericanas, y por extensión de todas. «Como su reverenciado tocayo, el fundador de los eruditos jesuitas, Donnelly también creó una herencia duradera, el mito moderno de la Atlántida», dice el arqueólogo Charles E. Orser, de la Universidad de Vanderbilt, para quien la obra de ese político y autor populista «es, con rotundidad y llanamente, el libro pseudoarqueológico más importante jamás escrito y ha constituido un referente para el diluvio de obras pseudoarqueológicas que han venido después».

La Pirámide del Sol, en Teotihuacán (México).
La Pirámide del Sol, en Teotihuacán (México). Mario Roberto Durán Ortiz

Parecidas, pero muy diferentes

Las pirámides egipcias y mesoamericanas eran una de las pruebas presentadas por Donnelly a favor de la existencia de la Atlántida. Sin embargo, aunque dan la impresión de ser edificios muy parecidos, las técnicas constructivas, la estructura y los materiales son muy diferentes; por no hablar de que están separadas temporalmente por siglos. Hoy en día, los científicos saben que no hubo un lugar donde el ser humano descubrió la agricultura, sino que esta surgió independientemente en más de una decena de regiones. Lo mismo puede decirse de los edificios de los que hablamos.

Una pirámide es una estructura estable porque se va estrechando de la base a la cumbre. No es como una catedral gótica ni como un rascacielos. Una pirámide es algo que puede construir cualquiera, incluido, por supuesto, un niño con su juego de bloques. «¿Por qué todas las culturas antiguas construyeron pirámides? ¡Por la gravedad!», ironizaba el otro día el arqueólogo David S. Anderson, de la Universidad de Radford, en Twitter. Es algo de lo que se dieron cuenta en diferentes momentos distintas culturas, cada una de las cuales levantó pirámides de un modo diferente y les dio usos diferentes.

«El contexto importa. Solo porque encontramos algunas similitudes entre las culturas antiguas, eso no significa automáticamente que deban haber tenido una conexión. Así como solo hay una forma de romper un huevo, ¡solo hay una manera de construir una gran estructura de piedra sin vigas ni acero», añadía Anderson en Twitter. Esa 'manera' es la pirámide. Mientras las egipcias están hechas con grandes bloques de piedra caliza, los de las mesoamericanas son de menor tamaño, y las de los indios norteamericanos son de tierra, como las chinas. Por otro lado, mientras las egipcias y chinas son tumbas, las mesoamericanas tienen en su cumbre templos.

La más grande de todas

De todas las pirámides han sido las egipcias –y, en particular, la de Keops– las que han hecho que la imaginación de algunos vuele más alto. Levantada hacia 2570 aec como tumba de ese faraón de la IV Dinastía, la Gran Pirámide fue el edificio más alto del mundo durante 3.800 años, hasta que en el siglo XIV la sobrepasó la catedral de Lincoln (Reino Unido). De 230 metros de lado y 146,6 de altura –138,8 en la actualidad–, los pseudoarqueólogos la presentan habitualmente como una estructura imposible de hacer para los antiguos egipcios. «Nadie en su sano juicio, y con un mínimo de información, puede aceptar que esta maravilla arquitectónica fuera obra de unas gentes primitivas que ni siquiera conocían la escritura», dice el ufólogo Juan José Benítez en la serie de televisión 'Planeta encantado' (TVE), en la que afirma que los egipcios de la IV Dinastía «se hallaban todavía en la Edad de Piedra». Tiene razón Benítez: nadie en su sano juicio ha dicho nunca que la Gran Pirámide fuera «obra de unas gentes primitivas».

La pirámide escalonada de Saqqara, tumba del faraón Zoser.
La pirámide escalonada de Saqqara, tumba del faraón Zoser.

La pirámide de Keops no surgió de la nada en la meseta de Guiza, a las afueras de El Cairo. Es la más grande y conocida, pero hubo en Egipto muchas otras estructuras similares antes y algunas más después. También espectacular es la escalonada, cien años más vieja, que se alza hasta los 60 metros en la necrópolis de Saqqara y supone un paso anterior en la evolución de este tipo de monumentos. Porque la Gran Pirámide es el culmen de la evolución de estos edificios en Egipto, donde siglos antes se había empezado a enterrar a los nobles en mastabas –estructuras rectangulares de techo plano y muros laterales inclinados–, que luego se superponen en la pirámide escalonada de Saqqara. Después Esnefru levanta en Dashur una llamada la acodada porque su ángulo se corrigió sobre la marcha para evitar el derrumbe. La construcción de pirámides exigió la logística de un Estado moderno capaz de soportar y atender las necesidades de miles de obreros durante años.

Cuando levantaron la tumba de Keops, los egipcios ya conocían la escritura, la astronomía y las matemáticas, contaban con tratados de cirugía y con una compleja estructura administrativa. En contra de quienes abogan por poderes mágicos y hasta por extraterrestres como constructores de este tipo de edificios, los historiadores saben de dónde llegaron las piedras, cómo se tallaron y llevaron hasta sus emplazamientos, lo que comían y bebían los trabajadores, qué salario percibían, dónde vivían, de dónde provenían, dónde están enterrados...

Montículo de los Monjes (Illinois, EE UU) es patrimonio de la Humanidad y el más grande de los monumentos precolombinos de Norteamérica fuera de Mesoamérica.
Montículo de los Monjes (Illinois, EE UU) es patrimonio de la Humanidad y el más grande de los monumentos precolombinos de Norteamérica fuera de Mesoamérica. Skubasteve834

Pirámides falsas

El poder evocador de las pirámides ha llevado a algunos a verlas donde en realidad no existen. Es el caso de las de Bosnia, supuestamente las más grandes del mundo y descubiertas en Visoko, al norte de Sarajevo, por el empresario Semir Osmanagic en 2005. Este hombre de negocios bosnio, sin formación arqueológica, afirma que alguna de esas pirámides data de hace 12.000 años y que se trata de «amplificadores de energía que envían y reciben información a través del Sol». En la línea de Donnelly, Osmanagic relaciona las pirámides de su país con las egipcias y mayas, y sitúa el origen de sus constructores en las Pléyades, previo paso por la Atlántida.

«Los jeroglíficos mayas nos dicen que sus antepasados vinieron de las Pléyades... llegando a la Atlántida, donde crearon una civilización avanzada», sostiene. Según él, fue allí y en Lemuria –hipotético continente desaparecido del Pacífico– donde aquellos inmigrantes cósmicos «erigieron los primeros templos sobre los potentes puntos energéticos del planeta. Su función más importante era servir de puerta de entrada a otros mundos y dimensiones». Sin embargo, donde Osmanagic ve pirámides, los geólogos solo ven colinas naturales, por mucho que el empresario las haya bautizado como Pirámide del Sol, Pirámide de la Luna, Pirámide del Dragón... Los historiadores recuerdan, por su parte, que en la época de la que habla el empresario solo había en la región bandas nómadas de cazadores-recolectores.

Osmanagic ha dirigido en las colinas de Bosnia excavaciones a la búsqueda de las supuestas pirámides. Los trabajos han contado con financiación del Gobierno, para escándalo de los arqueólogos europeos por el malgasto de fondos públicos y porque corren peligro yacimientos auténticos que el empresario y su gente pueden destrozar. Pero, por ahora, parece que puede más el tirón turístico que el respeto a la Historia y el patrimonio. No en vano, las falsas pirámides bosnias se han convertido en un foco de atracción turística como el que el explorador noruego Thor Heyerdahl (1914-2002) y su compatriota el naviero Fred Olsen montaron a finales del siglo pasado en Tenerife alrededor de las llamadas pirámides de Güímar.

Colina bosnia de Visočica, que el millonario Semir Osmanagic presenta como una de las pirámides más grandes del mundo.
Colina bosnia de Visočica, que el millonario Semir Osmanagic presenta como una de las pirámides más grandes del mundo. TheBIHLover

En la costa oriental de la isla canaria, se levantan una serie de pequeñas estructuras escalonadas alrededor de las que se han creado el denominado Parque Etnográfico Pirámides de Güímar. No parecen gran cosa si las comparamos con las mesoamericanas y las egipcias, y no lo son. Aunque Heyerdahl, famoso por haber organizado expediciones para demostrar la posibilidad del contacto transoceánico entre culturas en la Antigüedad, decía que eran la prueba del paso por Canarias de los egipcios en un hipotético viaje hacia América, y el parque temático gira en torno a esa idea, se trata de simples amontonamientos de piedras sin tallar, hechos por agricultores para liberar suelo cultivable. Lo que vulgarmente se llama majanos. Los de Güímar datan del siglo XIX y no tienen nada que ver ni con guanches ni con egipcios. Los hay, además, similares en Sicilia, isla Mauricio y archipiélagos del Pacífico. Pero, como en el caso bosnio, en el tinerfeño inventarse un misterio es más rentable.

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