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El 'Saladin', con Walter Powell en la barquilla, se adentra en el canal de la Mancha tras haber tocado tierra bruscamente en los acantilados de Bridport. El Correo
Luces extrañas sobre el Bilbao de 1881

Luces extrañas sobre el Bilbao de 1881

Entre fantasmas ·

Charles Fort, el inventor de lo paranormal, cuenta en un libro de 1923 un extraño avistamiento en Laredo y la capital vizcaína tras la desaparición de un aeronauta británico en el canal de la Mancha

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Martes, 5 de marzo 2019, 00:32

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No abundan las referencias a España en la obra de Charles Fort, el considerado inventor de lo paranormal y primer ufólogo, aunque murió en 1932, quince años antes de la visión de los primeros platillos volantes. Autor excéntrico donde los haya, nació en Albany (Estados Unidos) en 1874 y malvivió gracias a trabajos esporádicos –el periodismo, incluido– hasta que en 1916 una pequeña herencia le resolvió la vida. A partir de ese momento, se dedicó exclusivamente a visitar bibliotecas para rebuscar en revistas y periódicos viejos el rastro de fenómenos anómalos. Hechos condenados por la ciencia, los llamaba él. Recopiló sin orden ni concierto en cuatro volúmenes desde lluvias de ranas y piedras hasta luces extrañas en los cielos. Y una oleada de avistamientos de objetos aéreos le acercó hasta el Bilbao de 1881, aunque solo mentalmente, porque era un ratón de biblioteca.

Cuenta Fort en su libro 'Nuevos mundos' (1923) cómo el 10 de diciembre de 1881 desapareció en el canal de la Mancha el globo británico 'Saladin', con el aeronauta Walter Powell a bordo. «El globo se perdió en el mar o cerca de él», indica. Nada particularmente sorprendente en la época, admite, si no fuera por «otras circunstancias». «Se esperaba que de muchos lugares informaran haber visto el globo. Pero lo extraordinario es que se informó haber visto un objeto luminoso en el cielo cuando este globo desapareció», destaca el escritor, que pasa brevemente revista a observaciones en Cherburgo (Francia), Montrose (Escocia), Laredo y Bilbao.

Accidente al borde del acantilado

Charles Fort, en 1920.
Charles Fort, en 1920. El Correo

El primer avistamiento se registró cerca de Cherburgo el 13 de diciembre, según descubrió en el diario londinense 'The Times'. «Se asegura –escribe Fort– que la noche del día 16 tres guardias de la aduana en Laredo, España, vieron un objeto semejante a un globo en el cielo y subieron a una montaña para observarlo mejor, pero arrojó algunas chispas y desapareció... También hubo informes de Bilbao, España, de esto mismo al día siguiente». Las chispas eran «la principal característica» del fenómeno, que dos días después se manifestaba en la costa escocesa. Aunque un diario local achacaba este último avistamiento al lanzamiento de un globo por un lugareño, Fort descartaba tal posibilidad y concluía el relato –apenas dos páginas– diciendo que, a pesar de una intensa búsqueda en el canal, no se había descubierto «ni un fragmento del globo ni de lo que llevaba, excepto un barómetro dentro de una bolsa».

Dónde ve el autor en esta historia algo digno de incluirla entre sus hechos condenados es un enigma. Estamos ante la desaparición de un globo que anima a la gente a mirar al cielo y, claro, algunos ven cosas. Nada extraordinario. Recuerden, por ejemplo, el caso de las niñas de Alcàsser, asesinadas horas después de su desaparición el 13 de noviembre de 1992 y que, sin embargo, durante los más de dos meses que pasaron hasta el hallazgo de los cuerpos, decenas de personas declararon haber visto vivas en lugares tan distantes como Madrid, Granada y Pamplona. En el suceso que nos ocupa, Fort relaciona en su relato un misterioso «objeto luminoso» con la desaparición del globo de Powell, sin especificar qué papel pudo desempeñar. ¿Pero qué pasó realmente?

El 'Saladin' era un globo militar. Construido en el Arsenal Real de Woolwich, en el Gran Londres, el Departamento de Guerra lo cedió en el verano de 1881 a la Sociedad Meteorológica para sus investigaciones. En la tarde del 10 de diciembre, despegó de Bath con el capitán James Templer, un tal A. Agg-Gardner y Walter Powell, aeronauta aficionado y parlamentario. Tras un vuelo accidentado que los llevó hasta la costa de Bridport, el capitán Templer intentó aterrizar, pero no lo consiguió, y el 'Saladin' tocó bruscamente tierra a unos 150 metros del borde de los acantilados. Tras el impacto, Gardner y Templer saltaron de la barquilla, pero Powell se quedó en ella. Templer mantuvo unos instantes agarrada la aeronave por un cabo y animó al parlamentario, de 39 años, a saltar de ella. No lo hizo y acabó perdiéndose con el globo en dirección al Canal.

De Laredo a la capital vizcaína

La búsqueda de la aerostato y su tripulante duró días, durante los que se registraron avistamientos en las costas británicas, francesas y españolas. «M. powell pasó anoche a las 10 y media en su globo por encima del fuerte de Laredo, á poca altura y al parecer con dirección a esa villa (se refiere a Bilbao). Ruego á V.S. diga si tiene noticias de su paradero», escribía el gobernador de Santander al de Bizkaia el 16 de diciembre. Y añadía: «El cónsul inglés como yo sospechamos que M. Powell debe ir estenuado ó muerto, porque se remontó el sábado sin víveres. Creemos conveniente la vigilancia desde las costas y faros, por si se divisa y desciende donde necesite auxilios». «El gobernador de la provincia de Santander á que Laredo pertenece comunicó la noticia al de Vizcaya a las cinco de la tarde del 16, es decir, diez y ocho horas y media después del paso del globo por Laredo», explicaba 'El Noticiero Bilbaíno' el 18 de diciembre. El diario, que no entendía tal demora en la comunicación, dudaba al día siguiente de la realidad del avistamiento de Laredo y apostaba porque «Mr. Powell se haya sepultado con el globo en el fondo del mar, sin venir á la costa cantábrica».

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Dos años después, el 24 de enero de 1883, 'The New York Times' informaba del hallazgo de restos del 'Saladin' en los montes de Asturias. Un descubrimiento que hay que tomar con cautela ya que, por lo visto, lo que se encontró fueron restos de un aerostato sin identificar y, como en el norte de España no se practicaban entonces vuelos en globo, se asumió que correspondían al globo de Walter Powell. Fort, que pasó cientos de horas en la Biblioteca Pública de Nueva York entre periódicos y revistas, no se hace eco de este presunto hallazgo, quizá porque se le pasó.

A la luz de las crónicas de la época, parece que en diciembre de 1881 no se vio nada particularmente extraño en los cielos de Bilbao y Laredo, en contra de lo que se cuenta en 'Nuevos mundos'. Las autoridades y los medios hablan desde el principio de un globo sobre Laredo, pero no hay constancia de que se viera nada sobre la capital vizcaína, ni mención alguna a las chispas de las que habla Fort. Es muy posible que la oleada de observaciones de aquellos días en las islas británicas, la costa francesa y la cordillera cantábrica se debiera exclusivamente al deseo popular de encontrar a un infortunado aeronauta cuya desgracia se seguía en toda Europa a golpe de telégrafo. Basta creer para ver.

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