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La niña Regan MacNeil (Linda Blair) en una escena de 'El exorcista'.
La historia real de la niña de 'El exorcista'

La historia real de la niña de 'El exorcista'

El personaje protagonista de la lucha contra el demonio que ha aterrorizado desde 1971 a millones de personas vivió cerca de Washington DC a finales de los años 40

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Martes, 19 de noviembre 2019, 00:23

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Quien más, quien menos, muchos de ustedes recordarán la primera vez que vieron al padre Karras intentando expulsar al demonio de la pequeña Regan. Yo tenía 14 años cuando leí 'El exorcista' (1971), la novela de William Peter Blatty que sirvió de base a la extraordinaria película de 1973 de William Friedkin, que no vi hasta bastantes años después de estrenarse en los cines. El libro me impresionó tanto, pasé tanto miedo y disfruté tanto con él, que lo guardo con especial cariño y aproveché el pasado verano para releerlo.

La protagonista de 'El exorcista' es Regan MacNeil, una niña de 12 años –interpretada en el cine por Linda Blair– que vive con su madre, una actriz famosa, en una casa del barrio de Georgetown, en Washington DC. Después de jugar un día con la güija y entrar en contacto con una entidad que llama capitán Howdy, empieza a experimentar una serie de cambios que hacen que su madre consulte a un jesuita, el padre Damian Karras, que también es psiquiatra. Tras visitar a la niña, el sacerdote concluye que el causante de sus males es el demonio y, con la ayuda de otro cura más experimentado, el padre Lankester Merrin, le practica un exorcismo.

La noticia original del exorcismo, en la primera página de 'The Washington Post'.
La noticia original del exorcismo, en la primera página de 'The Washington Post'.

Don de lenguas, fuerza sobrehumana, contorsiones imposibles, llagas purulentas, levitación... 'El exorcista' contiene todos los ingredientes que luego serán comunes al género, con una particularidad: está basada en hechos reales. William Peter Blatty (1928-2017) se había topado con la historia original en 'The Washington Post' cuando estudiaba literatura inglesa en la Universidad de Georgetown. «'El exorcista' no es el caso de 1949. Me dio la idea; nada más. El resto –excepto el síndrome de posesión, que es el mismo desde el Antiguo Egipto– salió de mi cabeza. Todo está inventado», decía el escritor.

Décadas después de haber leído la novela, me interesé por lo que había sido en el mundo real de aquella niña tras librarse de Satanás. ¿Qué había hecho Regan en la vida? ¿Había prosperado profesionalmente? ¿Había formado una familia? ¿La había marcado su experiencia demoniaca? Por fortuna, alguien había seguido sus pasos.

Dos meses de lucha con Satanás

«En lo que tal vez sea una de las experiencias más notables de su tipo en la historia religiosa reciente, un niño de 14 años de Mount Rainier ha sido liberado de una posesión demoniaca por un sacerdote católico, informaron ayer fuentes católicas. Solo después de entre 20 y 30 sesiones del antiguo ritual del exorcismo, aquí (en Washington) y en San Luis, el diablo finalmente fue expulsado del niño», contaba el periodista Bill Brinkley en la primera página de 'The Washington Post' el 20 de agosto de 1949. Al principio, el muchacho –Blatty cambió de sexo al protagonista seguramente con fines dramáticos– había sido examinado en el hospital universitario de Georgetown y en la Universidad de San Luis, «ambas instituciones de los jesuitas», puntualizaba el reportero, cuyos médicos habían sido «incapaces de curarle por medios naturales».

El padre Walter Halloran, que tenía 26 años cuando ayudó en el exorcismo de 1949.
El padre Walter Halloran, que tenía 26 años cuando ayudó en el exorcismo de 1949. AP

Así que solo quedaba la explicación sobrenatural, y un jesuita apuntó a la posesión demoniaca. El exorcismo se prolongó dos meses, con el niño maldiciendo y gritando frases en latín, «idioma que nunca había estudiado», cada vez que el ritual llegaba a su momento cumbre y el oficiante decía: «En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, yo te expulso». El cura había visto moverse la cama por la habitación. Días antes, un ministro protestante había presenciado en su casa cómo un pesado sillón en el que el niño estaba sentado «se inclinaba lentamente hacia un lado y le tiraba al suelo». A final, el Bien venció al Mal y, tras una de las sesiones de exorcismo, en mayo de 1949 «el niño se quedó callado» y «todas las manifestaciones cesaron». Un sacerdote, contaba el periodista, creía que «probablemente había sido la primera expulsión del diablo a través del ritual en al menos un siglo de actividades católicas» en Washington y «tal vez en toda la historia de la Iglesia en esta región».

No es de extrañar que Blatty, profundamente católico, se sintiera impresionado por la noticia, ni tampoco que su ficción cautivara a millones de personas. Lo hizo, y sigue haciendo, hasta el extremo de que solo en Estados Unidos había vendido hasta 2017 más de 13 millones de ejemplares, y las versiones cinematográficas y televisivas siguen produciéndose a día de hoy. Cuando se estrenó la película en diciembre de 1973, 'The Washington Post' destacó que «incluye una sangrienta escena de masturbación con un crucifijo, contiene una gran cantidad de palabras de cuatro letras y mantiene una intensidad traumática que ha hecho que algunos espectadores adultos se desmayen o vomiten».

El diario de un sacerdote

La historia de 'El exorcista' se basa en un supuesto diario que habría llevado uno de los sacerdotes que participaron en el ritual y que Blatty habría leído. Según ese texto, el 15 de enero de 1949 una mujer y su hijo empezaron a oír golpes inexplicables en la casa de Mount Rainier (Maryland) en la que vivían. Los ruidos se repitieron durante días y cesaban siempre a la medianoche. El 25 de enero murió a los 54 años de esclerosis múltiple una tía del niño muy interesada en el espiritismo y que semanas antes había enseñado al muchacho a usar la güija. La madre del chico comenzó a sospechar que los extraños ruidos podían tener conexión con ella y una vez, durante las manifestaciones, dijo: «Si eres Tillie, da tres golpes». Sonaron tres golpes. A mediados de febrero, el niño pasó una noche con un ministro luterano en su casa parroquial, donde el clérigo oyó ruidos y cómo se movía la cama del muchacho, y vio cómo se volcaba un sillón en el que el pequeño estaba sentado. El clérigo llamó al médico de la familia, que recetó al niño y a sus padres fenobarbital, un fármaco usado para tratar problemas de ansiedad.

La madre de Regan (Ellen Burstyn) intenta contener a la niña en una escena de la película de William Friedkin.
La madre de Regan (Ellen Burstyn) intenta contener a la niña en una escena de la película de William Friedkin.

A finales de febrero, siempre según el supuesto diario, la piel del chico presentaba unos arañazos que parecían hechos por unas garras. Por indicación del ministro luterano, la familia consultó entonces al padre Edward Albert Hughes, de la parroquia católica de St. James de Mount Rainier, que les recomendó velas bendecidas, agua bendita y oraciones. Intentaron bautizar al niño –la familia era luterana–, pero se resistió con violencia. Durante las dos semanas siguientes, pasó por el hospital universitario de Georgetown y la Universidad de San Luis hasta que el 16 de marzo los jesuitas William Bowdern, Raymond Bishop y Walter Halloran le empezaron a someter a un exorcismo que se prolongó hasta el 18 de abril, cuando, tras sufrir un espasmo, el niño dijo: «Se ha ido».

En 1997 el escritor estadounidense Mark Opsasnick se planteó comprobar qué había de cierto detrás de la novela y el supuesto diario de los hechos en que se basaba. Quería hablar con gente que hubiera conocido al chico y a su familia para averiguar qué había ocurrido realmente, quién era el adolescente poseído y qué había sido de él. «Nada de esto se había hecho antes». El resultado de sus pesquisas se publicó en el número 20 de la desaparecida revista 'Strange' y posteriormente en el librito 'The real story behind 'The exorcist'' (La historia real detrás de 'El exorcista'. 2007).

Tras los pasos del niño

Como todos los artículos periodísticos habían sostenido desde el principio que el poseído era vecino de Mount Rainier, Opsasnick empezó su investigación en esa localidad. Tras hablar con varios vecinos, descartó que el muchacho hubiera vivido allí. «El padre Hughes me dijo dos cosas: que el niño vivía en Cottage City y que se había graduado en el colegio de Gonzaga y salido bien», le contó un lugareño. Siguió esa pista. «Supuse que, si el chico había perdido el curso escolar 1948-1949 (por todo el episodio de la posesión), probablemente se había graduado en 1954». Buscó un anuario de 1954 del colegio de los jesuitas de Gonzaga, en Washington DC. Además de los datos básicos, incluía la parroquia a la que pertenecía cada alumno. Había cinco feligreses de la iglesia de St. James de Mount Rainier, y uno había nacido el 1 de junio de 1935 –fecha de nacimiento del niño poseído, según un reportaje publicado en la revista 'Fate' en 1975– y vivía en Cottage City, una pequeña comunidad próxima a Washington DC. Ya tenía un nombre. Aunque, para respetar el anonimato del protagonista, lo identifica en sus reportajes y libro como Rob Doe.

Opsasnick comprobó que Rob había abandonado en enero de 1949 la escuela secundaria de Bladenburg, en la que había entrado en 1947 y que odiaba. Además, descubrió que había ingresado en el hospital universitario de Georgetown el 28 de febrero de 1949 y había sido dado de alta el 3 de marzo. No encontró ninguna prueba de que el padre Hughes le exorcizara ni en el centro médico ni en su casa, y sí de que la madre del muchacho contactó con el sacerdote en la parroquia de St. James. «El padre Hughes nunca fue a la casa del niño», aseguró a Opsasnick el sacerdote Frank Bober, que había sido ayudante del párroco y también negó que el muchacho hiciera un corte en un brazo al cura con un muelle del somier, otro de los hechos que se daban hasta entonces por ciertos.

Los padres Lankester Merrin (Max von Sidow) y Damien Karras (Jason Miller), en pleno exorcismo.
Los padres Lankester Merrin (Max von Sidow) y Damien Karras (Jason Miller), en pleno exorcismo.

El escritor habló por teléfono en 1997 con el único sacerdote vivo de los que oficiaron el exorcismo, Walter Halloran, que tenía 26 años en 1949. El cura, que falleció en marzo de 2005, no había presenciado ningún fenómeno sobrenatural durante el ritual. Le contó al escritor que el niño «simulaba» hablar en latín, que su voz no cambiaba en ningún momento y que, una vez que le golpeó la nariz, tampoco lo hizo con una fuerza extraordinaria. Sí les había escupido, pero no recordaba que orinara o vomitara «en exceso». Tampoco hubo levitaciones ni contorsiones extraordinarias, aunque sí marcas en el cuerpo del chico que podían deberse a autolesiones. El padre Halloran recordaba que la cama se había movido en ocasiones, pero también que tenía ruedas.

Del infierno al espacio

Después de entrevistarse con varios amigos de la infancia del niño poseído y con los sacerdotes, para Opsasnick estaba claro que el muchacho tenía «serios problemas emocionales» y sufría «de algo que la moderna psiquiatría podía haber diagnosticado correctamente». «Era un hijo único mimado y perturbado con una madre sobreprotectora y un padre ausente (fuentes cercanas a la familia me dijeron que no creía que el niño estuviera poseído)», explicaba el escritor en 1999 en la revista 'Fortean Times'. Según él, el chico «quería desesperadamente salir de la escuela secundaria de Bladenburg a cualquier precio» y recurrió para ello a «berrinches». Su recompensa fue «una colección de sacerdotes (que no tenían experiencia previa en exorcismos), atentos a él mientras yacía atado a una cama. Su respuesta fue la de cualquier niño normal: reaccionó con ira; quería escapar».

El autor de 'The real story behind 'The exorcist'' cree que cada adulto que se acercó al muchacho vio lo que esperaba: «Para los psiquiatras, Rob sufría una enfermedad mental; para los sacerdotes, era un caso de posesión demoniaca; para los escritores y productores de cine, una gran historia que explotar económicamente». En 2011 José Guimón, entonces catedrático de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco, me explicó en la serie 'Escépticos' de ETB que la creencia de estar poseído por el demonio entra dentro de los trastornos mentales «disociativos o psicóticos». Como suele recordar Joe Nickell, investigador científico de los fenómenos paranormales, las posesiones demoniacas se han reducido según ha avanzado la psiquiatría. Además, el demonio solo posee a quien cree en él; así que, ya sabe, lo mejor es ignorarlo.

Casi 50 años después del exorcismo, Mark Opsasnick contactó por teléfono con el Rob Doe adulto. Residía en la Costa Este y, aunque reconoció que había vivido en Cottage City, no quiso confirmar que fuera el protagonista de 'El exorcista'. «Su respuesta fue la típica de alguien que no quería que le recordaran un hecho lejano y vergonzoso de su pasado», indica el escritor. Después de la publicación del trabajo de Opsasnick, otros autores identificaron al muchacho públicamente como Roland Edwin Hunkeler y completaron su historia. Hunkeler estudió ingeniería química y trabajó en el Centro Espacial Goddard de la NASA, en Maryland, donde desarrolló un compuesto cerámico resistente a altas temperaturas para proteger «dispositivos electrónicos especiales», según informaba en julio de 1964 el boletín 'Goddard News'. El niño de 'El exorcista' se casó en 1970, tuvo tres hijos y, a mediados de la década pasada, ya jubilado, vivía en Maryland. No hay constancia de que haya hablado alguna vez con alguien de los sorprendentes hechos que vivió cuando era un crío.

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