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Uno de los objetos que sobrevolaron Los Ángeles el 25 de febrero de 1942, iluminado por los reflectores y entre detonaciones de proyectiles. E. C.
A cañonazos contra los ovnis

A cañonazos contra los ovnis

Entre fantasmas ·

Las baterías antiaéreas que protegían Los Ángeles ante un posible ataque japonés protagonizaron uno de los episodios bélicos más destacados de la Segunda Guerra Mundial en suelo estadounidense

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Martes, 26 de marzo 2019, 00:11

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Se conoce como la batalla de Los Ángeles. Tuvo lugar en la madrugada del 25 de febrero de 1942. Durante una hora, las baterías antiaéreas que protegían la ciudad californiana dispararon sin descanso contra lo que los militares creían que era un avión japonés. Más de mil cuatrocientos proyectiles. Ni uno dio en el blanco. Según 'Beyond the spectrum. Being taken' (2018), documental que pueden ver en Amazon Prime Video, el objeto era en realidad una nave extraterrestre y a episodios como ese se debe que los visitantes no se muestren más abiertamente. «Siempre les hemos disparado», lamenta el narrador.

La Costa Oeste de Estados Unidos estaba en alerta desde el bombardeo de Pearl Harbor, que el 7 de diciembre de 1941 metió a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Al día siguiente por la tarde, corrió el rumor de la presencia de un portaaviones japonés cerca de San Francisco y se registró en la ciudad un apagón de tres horas para dificultar el ataque aéreo. «Anoche hubo aviones sobre esta comunidad. ¡Eran aviones enemigos! ¡Quiero decir aviones japoneses! Y fueron rastreados (por radar) hasta el mar», aseguraba horas después en los periódicos el teniente general John L. Dewitt, del Mando de Defensa Occidental del Ejército de EE UU. Fue una falsa alarma. Ningún avión japonés había sobrevolado San Francisco.

El bombardeo de Ellwood

Días después, los vecinos de Los Ángeles inundaban de llamadas a la Policía tras descubrir en el cielo un aparato enemigo. «Parece que está a unos 3.000 metros», decía uno de los testigos. «Se ha quedado corto por muchos millones de kilómetros», ironizaba un despacho de la agencia AP. Porque el objeto que había provocado la alerta y «dolores de cabeza a los telefonistas de las comisarías» era en realidad Venus. «La proximidad al teatro de guerra del Pacífico y la creciente capacidad industrial provocaron entre muchos angelinos el temor a que la ciudad se convirtiera en objetivo de ataques japoneses», asegura el historiador Arthur C. Verge. «Imaginábamos lanzamientos de paracaidistas. Imaginábamos las colinas de Hollywood en llamas. Imaginábamos combates cuerpo a cuerpo en Rodeo Drive», recordaba humorísticamente el actor y guionista Buck Henry en 'Los Angeles Times' en septiembre de 1992. Tenían motivos para ello.

Postal japonesa conmemorativa del bombardeo de Ellwood.
Postal japonesa conmemorativa del bombardeo de Ellwood. E. C.

Tras el ataque a Pearl Harbor, siete submarinos japoneses habían empezado a patrullar la Costa Oeste. Uno hundió el petrolero 'Montebello' a 9 kilómetros de California el 23 de diciembre, sin que se registraran victimas. Las autoridades ocultaron el incidente para evitar el pánico. Al día siguiente, otro torpedeó el carguero 'USS Absaroka' cerca de Los Ángeles. No lo hundió, pero un tripulante murió y el ataque se vio desde la ciudad. Semanas después, empezó a correr entre la comunidad japonesa de Los Ángeles el rumor de un posible bombardeo el 18 de febrero, y los militares se pusieron en alerta. El ataque llegó, aunque no ese día.

El submarino japonés 'I-17', con 101 hombres a las órdenes del comandante Kozo Nishino, cañoneó al atardecer del 23 de febrero el campo petrolífero de Ellwood, cerca de Santa Bárbara. Cuando a las 19.15 horas los primeros proyectiles impactaron contra una refinería del complejo, los trabajadores creyeron que se había registrado una explosión en las instalaciones. Hasta que uno vio el sumergible. El ataque duró 20 minutos, tras los que el submarino escapó sin problemas. Los daños ascendieron a 500 dólares en una torre de perforación y un hombre herido cuando manipulaba un proyectil no detonado. «Un submarino bombardea el campo petrolífero de Ellwood», titulaba al día siguiente a toda página en su portada el 'Santa Barbara News-Press'. El bombardeo de Ellwood, como llamó la Prensa a la escaramuza, fue el preámbulo de la batalla de Los Ángeles.

Los Ángeles, bajo el fuego

El 24 de febrero, la Inteligencia Naval advirtió de un inminente ataque en el sur de California. Informes de luces en el cielo sobre plantas militares y campos petrolíferos hicieron que a las 19.18 horas se declarara una alerta, pero se levantó a las 22.23 y todo se tranquilizó. Por poco tiempo. A las 2.00 horas del 25 de febrero, un radar militar detectó un tráfico no identificado en el Pacífico a unos 200 kilómetros al este de Los Ángeles. Parecía dirigirse a la ciudad. A las 2.21 horas se ordenó un apagón total, con las baterías antiaéreas buscando ya al enemigo en el cielo. Poco después, los militares empezaron a recibir llamadas alertando de la visión de aviones japoneses. Una batería de Long Beach informó de que la sobrevolaban entre 25 y 30 bombarderos y, minutos más tarde, empezó el ataque antiaéreo.

«Era una hermosa noche de luna, pero la magnificencia de la Luna quedaba eclipsada por el brillante resplandor de los cañones de 90 milímetros y de 3 pulgadas escupiendo fuego a los cielos, los fogonazos y el ruido de los proyectiles explotando, la delicados trazos rojos y verdes de los obuses de 40 y 50 milímetros arqueándose perezosamente a través de los cielos, y la incandescencia brillante de los reflectores, de aquí para allá, arriba y abajo», recordaba en 1949 en el 'Antiaircraft Journal' el coronel de artillería John Murphy, que presenció la batalla desde la azotea de su casa. La ciudad recuperó la normalidad a las 7.21 horas, cuando se levantó la alarma. Los 1.440 proyectiles disparados no habían derribado a ningún enemigo, aunque el fuego amigo dañó varios edificios y hubo tres muertos en accidentes de circulación y otros tres por ataques al corazón.

«El Ejército dice que la alarma fue real», contaba en su primera página 'Los Angeles Times' al día siguiente de la batalla.
«El Ejército dice que la alarma fue real», contaba en su primera página 'Los Angeles Times' al día siguiente de la batalla. E.C.

«El Ejército dice que la alarma fue real», titulaba en su portada al día siguiente 'Los Angeles Times'. No estaba tan claro. El secretario de Marina, Frank Knox, atribuyó desde el principio la batalla «a una falsa alarma y a la tensión nerviosa» a la que estaban sometidos tanto los angelinos como las fuerzas que defendían la ciudad. En la Costa Este, tanto 'The Washington Post' como 'The New York Times' eran también escépticos. Se preguntaban a qué habían disparado las baterías antiaéreas. Para el coronel de artillería Murphy, estaba claro: «La imaginación podría fácilmente haber revelado muchas formas en el cielo en medio de esa extraña sinfonía de ruido y color. Pero la fría objetividad no descubrió en el cielo ningún avión de cualquier tipo, amigo o enemigo. Y, de repente, se hizo el silencio y solo la luz de la Luna aliviaba el sombrío panorama de una ciudad totalmente a oscuras».

De globo meteorológico a nave extraterrestre

En el cuartel de la 37ª Brigada de Artillería Costera, «nadie sabía exactamente lo que había ocurrido». Junto con otros dos colegas, Murphy entrevistó a 60 testigos para intentar esclarecer los hechos. Determinaron en 1949 que el objeto que había provocado la alarma era un globo meteorológico militar lanzado poco antes, conclusión a la que también llegó la Oficina de Historia de la Fuerza Aérea en 1983. Ya tras la guerra, los japoneses, que habían reconocido otros ataques, negaron incursiones aéreas aquella noche sobre Los Ángeles. La mejor prueba de una posible aeronave sobrevolando la ciudad aquella noche es una foto publicada en 'Los Ángeles Times' en la que se ven un montón de focos que confluyen en lo que parece un objeto, que desaparece en otra instantánea en la que las luces no coinciden en ningún punto. La primera imagen está, sin embargo, tan retocada que no prueba que hubiera algo raro en el cielo.

Un soldado muestra los daños ocasionados en un muelle durante el bombardeo de Ellwood en la portada del 'Madera Daily Tribune' del 26 de febrero, que también se pregunta por la causa de la batalla aérea de Los Ángeles.
Un soldado muestra los daños ocasionados en un muelle durante el bombardeo de Ellwood en la portada del 'Madera Daily Tribune' del 26 de febrero, que también se pregunta por la causa de la batalla aérea de Los Ángeles. E. C.

Nadie achacó la batalla de Los Ángeles a extraterrestres hasta que lo hizo en 1987 la revista esotérica 'Fate'. A partir de ese momento, la ufología más chiflada recuperó el suceso y lo rodeó de misterio. «La gente que estaba en la calle aquella noche jura que no fue ni un avión ni un globo, sino un ovni. Flotaba, se deslizaba. Y, a día de de hoy, nadie puede explicar qué nave era, ni por qué nuestra artillería fue incapaz de alcanzarla; es un misterio sin resolver», decía, por ejemplo, Bill Birnes, director de la revista 'Ufo', en 2011 durante la promoción de la película 'Invasión a la Tierra', vagamente inspirada en los hechos. Incapaz de demostrar que hubiera un objeto extraño aquella noche sobre la ciudad californiana, Birnes, como otros ufólogos, reniega de la explicación del globo meteorológico y considera que estamos probablemente ante «la primera gran operación de encubrimiento de objetos extraños».

Por cierto, el bombardeo de Ellwood y la batalla de Los Ángeles sirvieron en 1979 de inspiración a Steven Spielberg para su comedia '1941', centrada en el miedo a un ataque japonés que se apoderó del sur de California en las navidades de aquel año.

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