Los herederos de Leonardo da Vinci

En todo este tiempo han sido becadas 659 personas con una dotación total de 24,7 millones de euros. En esta edición en concreto, la correspondiente a 2024, se han destinado 2,2 millones de euros, y cada uno de los proyectos tiene un límite de 40.000 euros. Las becas se conceden a «investigadores y creadores de entre 30 y 45 años que se encuentran en un momento decisivo de sus carreras».

Este año se presentaron 1.423 candidaturas, que fueron evaluadas por los 83 expertos que forman parte de las diez comisiones, una por cada categoría. Estas son: ciencias básicas; biología y biomedicina; ciencias del medio ambiente y de la Tierra; ingenierías; ciencias de la computación y de datos; ciencias sociales; humanidades; artes plásticas; música y ópera, y creación literaria y artes escénicas.

Las comisiones de expertos que deciden quién recibirá las becas «operan con el máximo rigor e independencia», según explican fuentes de la Fundación BBVA. Añaden que el programa Leonardo permite «amplia flexibilidad a los becarios en el modelado, ejecución y presentación final de resultados de su proyecto, con un margen de tiempo que va desde los 12 a los 18 meses». «Su esencia es apostar por el conocimiento, independientemente de si se trata de indagación científica o creativa», señalan.

La primera vez que Javier Quislant (Bilbao, 1984) recibió una beca Leonardo la aprovechó para crear 'Espacio en penumbra', tres obras para 'ensemble' de 13 músicos. Y en vista del éxito, este músico formado en piano y teoría en el Conservatori o Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao, y en Composición en la Escola Superior de Música de Catalunya, ha repetido: «Con el anterior proyecto aprendí en lo personal y en lo profesional, pudiendo trabajar con especialistas en música actual de alto nivel. Y decidí presentarme de nuevo para crear otro proyecto que de otra manera no hubiera podido tener lugar».

El artista está ya inmerso en el proceso de creación de su próxima obra: tres piezas para gran orquesta sinfónica con las que ofrecerá tres visiones sobre el mismo hecho sonoro desde perspectivas diferentes aunque complementarias.

- ¿Cuál es ese sonido central y con qué instrumento se emite?

- El instrumento es la orquesta. Con sonido central me refiero a uno del que surgirá todo el proceso de la obra. En música actual, algunos de los valores cambian y en vez de describir melodías en el sentido tonal del término, componemos para describir sonidos, 'tematizarlos', hacerlos centrales, y describir su proceso de transformación, lo que llamaríamos desarrollo.

- Introduce en la composición la fotografía arquitectónica de Hervé y el 'Ulises' de Joyce. ¿Cómo explica al profano cómo se ligan todos estos elementos?

- Todas las artes tienen aspectos en común. En la fotografía de Lucien Hervé, arquitectónica y en blanco y negro, encontramos una presencia del ritmo y de la estructura significativos, procesos de profundidad de plano que nos hacen fijarnos en elementos particulares. Es una forma de tematizar y hacer centrales los sonidos. Y en el famoso monólogo de Molly del 'Ulises', encontramos una forma narrativa en la que los elementos se describen sin signos de puntuación, algo equivalente al plano secuencia del cine.

La periodista y escritora Isabel Cadenas dice que con esta beca escribirá el libro que lleva toda la vida evitando escribir: «Necesitaba adquirir un compromiso con alguien que no fuese yo misma para hacerlo, porque me iba engañando para no empezarlo cada vez que me lo planteaba. Sin la beca Leonardo no lo iba a hacer», confiesa. Hace dos años que empezó a dirigir y presentar un exitoso podcast llamado 'De eso no se habla', que aborda los silencios familiares que esconden tabúes o heridas, algo que ella misma ha experimentado, pues su madre falleció cuando solo tenía 8 años.

El planteamiento de su libro comienza con la vuelta al lugar de origen de la madre, un pueblo en la comarca Tierra de barros (título del libro), en la provincia de Badajoz. Posteriormente, esta hija realizará el mismo viaje migratorio que hizo su madre, desde la árida meseta hasta el norte, «el trayecto que la convirtió a ella y a su descendencia en 'maketos', el equivalente vasco a los 'charnegos', los migrantes interiores de los años 40 y 50 del pasado siglo que buscaban lugares con mayores posibilidades laborales y de salir adelante en el tercio norte de la península».

Y de todo ello hablará en su próxima obra: «El proyecto es una exploración de la orfandad. Para mí, la mejor manera de hacer es en conversación con otras personas. Por eso, tiene una parte de escritura digamos más tradicional, y un trabajo de campo que en este caso es el viaje de migración que hicieron mi madre y mi abuela, pero de manera inversa, el viaje de una hija, de una nieta, que regresa. Además, está también presente el componente de encuentro con otras huérfanas, porque trataré de organizar las llamadas 'cenas de ausencia', en las que en varios lugares varias huérfanas nos juntaremos a compartir, a hablar de la orfandad en torno a una mesa». «No sé si la protagonista soy yo -señala-, lo más importante de este proyecto es la libertad, pero aún no sé cómo será exactamente».