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Estudiantes de cuarto de la ESO de la ikastola San Felix de Ortuella reciben sus clases en la Casa de Cultura de la localidad. LUIS ÁNGEL GÓMEZ

«Estamos a gusto en la casa de cultura pero echamos de menos la ikastola»

Casi un centenar de estudiantes de 3º y 4º del centro San Felix recibe sus clases en el centro cívico municipal

yolanda ruiz

Viernes, 25 de septiembre 2020, 00:48

La necesidad agudiza el ingenio. La pandemia ha obligado a la dirección de la ikastola San Felix de Ortuella a hilar fino para transformar parte ... de la Casa de Cultura de Ortuella (OKE) en unas amplias aulas en las que dar clase a casi un centenar de estudiantes de 3º y 4º de la ESO. «¡Ojalá todas las clases fueran así!», asegura Aitor Elorriaga, director del centro. «Estamos a gusto pero echamos de menos la ikastola», comenta Eneritz Arkotxa, alumna de 4º.

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Esta joven reconoce que en un principio le resultaba «raro» dar las clases en la sala destinada a las actividades infantiles de los sábados. Pero se van adaptando. «Es una oportunidad para los que hemos dejado allí y los de aquí. Mantener la seguridad es lo primero», matiza Arantza Duro, coordinadora de Secundaria.

Los 42 alumnos de 4º comparten un espacio abierto, dividido en dos. Las clases de Lengua de Esti Sánchez se solapan con las de Matemáticas a cargo de Yolanda Bekoetxea, pero no hay problema. El alumnado se concentra perfectamente. «Han venido con ganas, el confinamiento les ha servido para valorar lo que había», señala Bekoetxea. Así lo corroboran detrás del púpitre Leire Vallejo y Akier Edrosa, dos estudiantes que se trasladan desde Castro Urdiales y estaban deseando volver a pisar Ortuella.

Yolanda tiene claro que la vuelta a las aulas, aunque en este caso no sean las ayudas, han evidenciado que estos adolescentes «necesitaban socializar y humanizar. Tenían ganas de estar con los compañeros». Así lo corroboran los propios estudiantes, que agradecen estar con «nuestros compañeros y trabajar en grupo». En esta ikastola están muy acostumbrados a trabajar en equipo y eso lo ehaban de menos.

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«Muy tranquilos»

«Es muy importante la interactuación, Necesitamos mirarnos, vernos y sentirmos. Tener referentes de compañeros y profesores, así vamos creciendo», añade Nerea Zabala, jefa de estudios de Secundaria en la ikastola San Felix. Es por ello que en la casa de cultura que disponen, «gracias a las facilidades que nos ha ofrecido el Ayuntamiento», se encuentran «muy tranquilos».

Se han resignado también a «estar fuera de casa porque entendemos que vamos a estar mejor nosotros y ellos», comenta en relación al resto del alumnado que se ha quedado con un mayor espacio en las instalaciones del centro a fin de llevar a cabo el plan de contingencia en la nueva normalidad.

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En esta nueva normalidad cada miembro de la clase pone todo de su parte para que «no haya movimientos innecesarios». Cada uno sabe el sitio que debe ocupar y los pasos que debe dar en cada momento. Lo tienen muy interiorizado. A Yolanda Bekoetxea le preocupaba que los adolescentes anduvieran a vueltas con la mascarilla, pero «no se la quitan», matza. A ella, sin embargo, le da «pena no ver las expresiones de la cara. A los de tercero no les conozco y se pierde la calidez y la cercanía», comenta mientras imparte clases de diseño gráfico a un curso de tercer de Secundaria.

En ese nuevo escenario este centenar de estudiantes ha entendido a la perfección la necesidad de adaptarse a dar las clases en la casa de cultura, hacer gimnasia en el polideportivo de Ortuella y disfrutar del recreo en el parque de Otxartaga. «Un día lo compartimos con el mercadillo», detalla Nerea Zabala. Solo a la hora del jantoki regresan a la ikastola.

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El profesorado también ha tenido que improvisar una sala de reuniones en un rincón del espacio cedido en la OKE de Ortuella . Arantza Duro y Elena González comparten mesa, con las debidas distancias. El decorado se completa con un perchero portátil y un pequeño archivo, en el que almacenan pruebas que les proporcionan los estudianres. Allí deben permanecer durante 24 horas antes de revisarlas. Y al acabar la jornada deben recoger todos sus enseres, incluidos los ordenadores, para guardarlos «en el maletero del coche, todo en una amplia caja». La máxima seguridad es esencial en este curso.

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