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Carmen Iztueta preside la Filarmónica, que organiza tres conciertos a beneficio del Banco de Alimentos.
diciembre, mes de la solidaridad

diciembre, mes de la solidaridad

Campañas de recogida de juguetes, donaciones, apadrinamientos... Las asociaciones de ayuda tienen sus esperanzas puestas en una época del año que despierta nuestra sensibilidad como ninguna otra

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Domingo, 16 de diciembre 2018

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La unanimidad es total. Diciembre tiene la facultad de sacar a relucir lo mejor de nosotros mismos. O al menos nuestro lado más sensible y solidario. Es, con diferencia, el mes en que las asociaciones asistenciales reciben más y mejor respuesta a unas demandas que, sin embargo, son comunes a todo el año. Donaciones, apadrinamientos, recogidas de juguetes, legados, colectas... Desde Unicef y Cruz Roja hasta entidades de marcado carácter local como La Gota de Leche o La Cuadri del Hospi, todas tienen la vista puesta en ese período que corona la Navidad y que es la llave maestra que mejor despierta nuestra generosidad. EL CORREO ha repasado las cuentas de una decena de estas entidades para comprobar si esa apreciación se corresponde con la realidad. Y el resultado no puede ser más claro.

Tomemos como ejemplo Ayuda en Acción. «Las cifras de recaudación en diciembre son más del triple que el promedio mensual», afirma Olatz Ecenarro, portavoz en Bizkaia. La organización que representa recibió el pasado año por estas fechas 274.000 euros en aportaciones privadas y públicas, casi la mitad de lo ingresado en todo 2017. «Cualitativamente, sí es verdad que hay mayor predisposición a donar, quizá derivado de ese espíritu navideño que nos hace pensar en los otros y al aluvión de buenos propósitos con que recibimos el año entrante».

Un comportamiento que no se puede hacer extensivo a las ayudas públicas, sujetas a una lógica presupuestaria o a las convocatorias de subvenciones. El País Vasco, además, ocupa un lugar de privilegio en este granero -es la cuarta comunidad en cuanto al número de socios, después de Madrid, Andalucía y Cataluña-, lo que se deja notar especialmente cuando se producen crisis humanitarias, ya sean tifones, terremotos o sequías.

Su caso no es ni mucho menos único. Anesvad recaudó en diciembre de 2017 más de 192.000 euros en donativos, tres veces más que el mes anterior y once más que en agosto (el período vacacional lleva, por contra, aparejado una sequía de ingresos en todas las ONG consultadas). En Cáritas, donde las aportaciones de socios, donantes y colaboradores suponen el 70% de sus 11,3 millones de presupuesto, el último mes del año suma por sí solo lo obtenido en todo el verano. También el Banco de Alimentos cifra los ingresos del tercer trimestre en un 40% de la recaudación anual. Para muestra, un botón: la Gran Recogida, celebrada hace unos días, alcanzó el millón de kilos en comida, la cuarta parte de lo recogido en 2018. Save The Children, Médicos Sin Fronteras, Unicef... Todos experimentan picos en diciembre, más o menos agudos en la medida en que tienen más o menos peso las cuotas mensuales de los socios.

En Cruz Roja, un tercio de las cuentas procede de donaciones particulares, con aportaciones medias de cien euros que sitúan a Bizkaia entre las provincias más solidarias de España. María González, directora de Captación de Fondos, va más allá. «El dinero es importante, pero hablamos también de voluntarios, que sólo en Bizkaia alcanzan los 10.000 entre esporádicos y habituales». La elección de este mes para lanzar campañas como 'Tú eres de los que dicen o de los que hacen' o la recogida de juguetes nuevos con la que esperan alcanzar este año las 6.000 unidades son la prueba evidente del tirón de este mes. «La percepción de la necesidad es distinta estos días, quizá porque tenemos ocasión de estar más en familia», recuerda González. Y más ahora, que la crisis económica ha alterado los términos de la ecuación, con abuelos que sostienen a los nietos porque sus hijos están en paro.

Mejor cuanta más crisis

Las iniciativas se multiplican. La Filarmónica organiza tres conciertos por Navidades a beneficio del Banco de Alimentos. Los comerciantes de la Zona Minera organizaron una gala recientemente a beneficio de La Cuadri del Hospi. Unicef echa el resto estos días con 'Un nombre, una vida', la campaña que reúne fondos para supervivencia neonatal, y hoy celebra una gala en el Guggenheim. Cruz Roja y La Gota de Leche organizan recogidas de juguetes nuevos... La corriente solidaria atraviesa el país de punta a punta. Esta última entidad local, por ejemplo, vende zapatos donados por empresarios de Elda -acaban de recibir 73 pares- para comprar calzado deportivo a los niños sin recursos.

Pero, ¿a qué obedece esta generosidad estacional? El sociólogo Ander Gurrutxaga cree que es fruto de los valores de la sociedad cristiana -en religiones como la musulmana, la caridad tiene el valor de pilar fundamental y se practica todo el año-, que en esta época del año encuentran el terreno abonado al mezclarse con conceptos como la compañía, el encuentro, la familia. «Venimos de una sociedad obrero-industrial, donde la vinculación de unos con otros era muy evidente y siempre podías recurrir a alguien próximo. Algo importante cuando el Estado del bienestar no estaba desarrollado como lo está ahora, y a menudo la supervivencia estaba en la ayuda que podías recibir en tu propio barrio, un razonamiento que la crisis ha vuelto a poner de actualidad. A veces pensamos que nos hemos vuelto unos frívolos, pero en el fondo hay un poso que ha perdurado».

Para José Ignacio Calleja, profesor de Moral Social Cristiana, el final del año encaja con «ese arquetipo de valores que lleva a reconciliarnos con nosotros y con los demás. Es como una especie de rendir cuentas, también de sacar nuestros afectos, de corregir una trayectoria del año que puede ser dura; pero sin pasarnos, no vaya a ser que exija sacrificios y cambios demasiado profundos». A su juicio, esta época supone una excusa para corregir trayectorias. «No podemos vivir abrumados todo el día, sucumbir a la mala conciencia por no haber cuidado de los demás como se merecían o por mirar a otro lado cuando debíamos actuar. Son conflictos que se acumulan en nuestro 'debe'. Entonces tratamos de enderezar el camino, aunque sea de un modo raquítico».

En este contexto, la crisis obra un efecto paradójico, señalan la mayoría de las organizaciones consultadas. Saca lo mejor de nosotros. Siguiendo con el ejemplo de Cruz Roja, la organización ha venido registrando incrementos anuales de ingresos que oscilaban entre el 6% y el 7%, cuando ahora es sólo del 2%, «como si la gente se relajara al empezar a ir mejor las cosas». En esta línea, Carlos Bargos, de Cáritas, apela a una solidaridad inteligente, «apuestas a largo plazo, compromisos estables, que se consoliden y generen oportunidades duraderas». Dicho de otra forma, diciembre es un reclamo formidable y a nadie le amarga un dulce, pero la necesidad tiene la mala costumbre de golpear todo el año. Y no siempre estamos a la altura.

Carmen Iztueta preside la Filarmónica, que organiza tres conciertos a beneficio del Banco de Alimentos.
Carmen Iztueta preside la Filarmónica, que organiza tres conciertos a beneficio del Banco de Alimentos.

Sociedad Filarmónica de Bilbao - Banco de Alimentos

«Tocan fiestas en familia y es terreno abonado para la solidaridad»

La música amansa a las fieras y ahora también calma el hambre. Que se lo pregunten si no a Carmen Iztueta, presidenta de la junta directiva de la Sociedad Filarmónica de Bilbao, entidad que ofrecerá estas navidades tres conciertos -26 y 27 de diciembre, y 4 de enero- a beneficio del Banco de Alimentos, la organización que reparte anualmente 4.000 toneladas de artículos de primera necesidad, una cuarta parte de los cuales 'llueven' cuando, como ocurrió hace unos días, se celebra la Gran Recogida. «La Filarmónica no celebra conciertos en diciembre, pero este año hemos decidido cambiar el paso y hacerlo con carácter benéfico, de manera que la recaudación se destine en su totalidad al Banco de Alimentos». Los recitales serán abiertos al público -no sólo socios- al precio simbólico de 5 euros. «Es una cuestión de confianza: les conocemos, sabes dónde va el dinero y cómo se gestiona». ¿Por qué diciembre? «La gente está más predispuesta a mostrar generosidad, llegan fiestas que se pasan en familia y ese es terreno abonado para la solidaridad. Y esto casa muy bien con el espíritu filantrópico de nuestra entidad. La música es un mundo de sensaciones y transmite valores. Ayudar a los demás ya lo consideramos un logro».

Maite Rodríguez apadrina a niños de El Salvador a través de Ayuda en Acción.
Maite Rodríguez apadrina a niños de El Salvador a través de Ayuda en Acción. Fotos: Sergio García

Maite Rodríguez - Ayuda en Acción

«Nunca me he planteado dejar de ayudar, ni cuando estaba en el paro»

Maite Rodríguez y su pareja, Javier, dieron el paso en 2003, cuando todavía no vivían juntos. Fue el año que entró en sus vidas Leida, una niña salvadoreña de ojos rasgados que salía en las fotos tiesa como un palo; primero en medio de la espesura, más tarde con uniforme y delante de un encerado. No son creyentes -«aunque ahora que caigo, sí, nos asociamos después de Navidad»- ni pretenden llenar un vacío, pero escriben a sus apadrinados tres y cuatro veces al año, les mandan fotos y se interesan por su educación. «A Leida hasta le compramos juguetes, costaba más el envío que los regalos». Maite, auxiliar administrativa, lo tiene claro. «Hay gastos que no se discuten y este es fijo». Es más la satisfacción que provoca, dicen, que el pequeño sacrificio. «Ni siquiera cuando estábamos los dos en el paro nos planteamos dejarlo». Ese compromiso tiene tres rostros, los de tres niños salvadoreños -Leida, Dinora y Salvador- que han apadrinado sucesivamente, porque Ayuda en Acción se asegura de que roten los beneficiarios, ya que con los años se casan o emigran. Las aportaciones se dirigen a proyectos comunitarios como colegios o pozos de agua. «A la mamá de Salvador le compraron unos pollos de engorde para que abriera su propio negocio», relata satisfecha.

Iñaki y Ana María, comerciantes de la Zona Minera, recaudan fondos para La Cuadri del Hospi.
Iñaki y Ana María, comerciantes de la Zona Minera, recaudan fondos para La Cuadri del Hospi.

Comerciantes de la Zona Minera - La Cuadri del Hospi

«Nos reconocemos en las carencias de los demás, hay más sensibilidad ahora»

Ana María Cítores e Iñaki Sasiain pertenecen a la Asociación de Comerciantes de la Zona Minera, embarcada desde 2015 en ferias que han combinado el desarrollo del comercio local con causas solidarias. Primero fue la colitis ulcerosa, luego el neuroblastoma, la demencia frontotemporal... Este año sus promotores se habían propuesto «petarlo» y escogieron diciembre para organizar una gala en Trapagaran a beneficio de La Cuadri del Hospi. Ha resultado un éxito: la recaudación de los actos ascendió a 2.419 euros. La asociación está embarcada en conseguir una sala de espera para los niños con cáncer que siguen tratamiento en el hospital de Cruces; chavales inmunodeprimidos a los que no les queda otro remedio que aguardar en los pasillos o en el bar con sus padres la hora de recibir la quimioterapia. Presentadores, artistas y hasta los remeros del club de Zierbena aportaron su granito de arena. «Todos por la cara», sin otra recompensa que echar un cable a los que están en situación vulnerable.

Por no hablar de las donaciones llegadas de comercios, talleres mecánicos o agencias de viajes. «La gente es increíble, sabes de clientes que lo están pasando mal y aún así colaboran. Si algo bueno tiene la crisis es que ayuda a despertar conciencias. Muchos se reconocen en las carencias de otros porque también las han pasado». Y eso a pesar de que diciembre es, reconocen, un mes complicado: «Gastos en comida, loterías, regalos del Olentzero y los Reyes, cenas de empresa... Pero ahí están, dando el callo».

Julio Piñeiro y Marino Montero ante un envío para La Gota de Leche, que cargan los bomberos.
Julio Piñeiro y Marino Montero ante un envío para La Gota de Leche, que cargan los bomberos.

Julio Piñeiro - La Gota de Leche

«Los niños tienen que desayunar todo el año, no sólo en Navidad»

La de Julio Piñeiro es una cruzada encarnizada para satisfacer las necesidades de los niños. Dirige La Gota de Leche, que ha liderado 17 campañas desde 2012 -Semana Santa, verano y Navidad- para asegurar desayuno y merienda a esos pequeños, en especial cuando los colegios cierran en vacaciones y con ellos los comedores. En ese tiempo han convertido 130.000 euros en galletas, chocolate, sardinas, quesitos... El día 22 entregarán su camión número 15 -lo cargan los Bomberos de Bilbao en su día de libranza-. «No tenemos ni para transporte», dice con una sonrisa. Pero no se arruga, su mente es un ingenio engrasado con un propósito: idear maneras de recaudar fondos. La venta de zapatos y participaciones, un póker en el Casino Bilbao, las huchas solidarias, el 'Personaje Silencioso'... «La gente no se da cuenta de que los chavales comen todo el año, no sólo en Navidad», dice.

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