Cinco especies de árboles están en peligro de extinción en Euskadi
El cambio climático, aunque todavía muy incipiente, amenaza la biodiversidad vasca, ya tocada por unos bosques «muy explotados» y ejemplares «poco maduros»
Más de la mitad de la superficie de Euskadi está ocupada por árboles. En total son 395.890 hectáreas y es una de las cosas que más llaman la atención de los visitantes. Sin embargo, como el resto del mundo, el País Vasco no es ajeno al peligro que corren los diferentes ejemplares y sobre el que ha puesto el foco la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), presentada hace unos días en la Conferencia de las Naciones Unidas por el Convenio sobre Diversidad Biológica. Por primera vez, se incluyeron entre las especies en peligro de extinción los árboles: hay nada menos que 16.425 al borde del abismo.
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395.890 hectáreas
en Euskadi están ocupadas por árboles
Si miramos el mapa, afortunadamente Euskadi no está en él. Porque estas especies que se han puesto sobre la mesa están a punto de extinguirse a nivel mundial. Lo que sí tenemos en Euskadi son especies a punto de desaparecer de nuestro territorio. Son cinco y se incluyen dentro del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, que agrupa la flora y fauna en peligro en nuestro territorio. Se trata del carpe, el acebuche, el Prunus lusitanica (un tipo de cerezo), el Prunus padus (otro tipo de cerezo) y el Sorbus hybrida (un serbal).
Cinco del centenar de especies de árboles que puede haber aquí parece poco, pero es preocupante, más cuando los efectos del cambio climático empiezan a acelerarse, como alertaba la semana pasada la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). «Desde el punto de vista de la conservación, no hay un solo hábitat forestal de interés comunitario que esté en buen estado de conservación», reconoce Arturo Elosegi, catedrático y profesor de Ecología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
¿Qué es lo que falla para que estén así?
«Tenemos bosques que han sido explotados muy intensamente durante tiempos seculares y, en general, tienen una diversidad baja, están muy fragmentados y tienen pocos árboles maduros... Al final, son resultado de una sociedad y de un siglo», continúa el docente.
Por un lado, se han explotado de manera muy intensiva y buscando solo unas pocas especies porque eran las más rentables. Y por otro, están siendo afectados por el cambio climático que, aunque en la zona norte todavía es leve, ya se ven los primeros efectos. «En la parte atlántica de Euskadi todavía no son grandes porque tenemos margen climático», explica Elosegi. Pero en la zona de transición y en la mediterránea, que se sitúa de Vitoria hacia el sur, «hay muchas especies, como el pino silvestre, que están sufriendo bastante».
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Las cinco especies en peligro de extinción en Euskadi gozan de salud a nivel estatal y europeo. No las encontraremos, al menos de momento, en el libro rojo de la UICN, pero no hay que bajar la guardia. Se necesita diversidad. No podemos quedarnos solo con los bosques de robles, hayas, fresnos, alisos, pinos y eucaliptos que pueblan el territorio. Y más cuando estamos en un enclave privilegiado para que se dé. «Estamos en una encrucijada biogeográfica. Tenemos la Euskadi atlántica y la mediterránea, dos mundos bastante distintos. Así que contamos con especies de los dos», precisa el docente.
«Hay muchas especies, como el pino silvestre, que están sufriendo bastante»
Aitor Elosegi
Catedrático y profesor de Ecología en la EHU-UPV
Otra de las 'suertes' que tenemos aquí es que el bosque tradicional y autóctono (el de hayas y robles) se poliniza gracias al viento. Y eso hace que se distribuya en grandes cantidades, generando masas forestales densas. Si viene una enfermedad y las afecta, hay más posibilidades de que algunos ejemplares sobrevivan, explica Aitor Onaindia, director técnico de Basoa. Cuando la polinización de las especies (como los cerezos silvestres) está en manos de animales, como mariposas o insectos, su distribución natural hace que los ejemplares estén distantes unos de otros y las afecciones causan más estragos.
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La biodiversidad también nos puede, si no salvar del cambio climático, sí amortiguarlo. «No sabemos cuánto va a cambiar el clima porque depende de las medidas que tomemos para intentar paliarlo. Pero cuantas más especies tengamos en nuestro entorno, más probable es que algunas se adapten bien al nuevo clima», argumenta Elosegi, que recuerda el consejo tradicional de no poner todos los huevos en la misma cesta. «Si solo nos dedicamos a cuidar un par de especies, tenemos muchas posibilidades de que las perdamos»... Y con ellas también cosas de las que dependemos.
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De hecho, la UICN, al presentar su lista roja hace unos días en Colombia, señalaba lo preocupante de perder masa forestal en general. No solo es una amenaza para otras especies. Es una amenaza para nosotros, los humanos. «Muchas especies de las amenazadas a nivel mundial, unas 5.000, se usan en la construcción. Otras, unas 2.000, se destinan a medicina, alimentos y combustibles», detalla el organismo. Si desaparecen el efecto cascada acabará por llegar a nosotros.
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Preocuparse, por tanto, de lo que ocurre en Euskadi es importante, pero no hay que cerrar los ojos a lo que pasa fuera de nuestras fronteras. «Y hay que tener en cuenta otro concepto: la deforestación importada», señala Onaindia. Los ecologistas denuncian que el consumo de la UE es responsable de un 16% del total y España es el tercer país del Viejo Continente con mayor impacto. «Que estemos protegiendo bien nuestros bosques no significa que no estemos generando problemas fuera». Y los problemas fuera también nos afectan. «El oxígeno que respiramos, la regulación del clima, el agua que bebemos... todo depende de que la naturaleza funcione más o menos bien. Es como una máquina compleja, si le vas quitando piezas, llegará un momento en que ya no funcione», concluye el catedrático de la UPV-EHU.
Un buen caldo de cultivo para las enfermedades
Tan cierto es que Euskadi está en un enclave propicio para la biodiversidad como que también está en un lugar con unas características que la convierten en más vulnerable. «La causa está en que las temperaturas templadas y las altas humedades, junto con la movilidad física, son un buen caldo de cultivo para enfermedades que ataquen nuestra fauna y flora», señala Aitor Onaindia, director técnico de Basoa. Enfermedades que ya han diezmado las poblaciones de coníferas y las de olmos, por ejemplo. Y que proyectan una sombra sobre el fresno, que en algunas zonas de Centroeuropa está en situación vulnerable por un hongo de origen asiático que ya ha entrado a Euskadi. «El año pasado empezamos a ver positivos en Gipuzkoa y Bizkaia».
Pero Onaindia no quiere incidir solo en lo negativo. Además de lo que los humanos podamos hacer para frenar el cambio climático y proteger la flora y fauna, hay que destacar que las plantas también tienen sus herramientas para sobrevivir. Llevan viviendo más años que nosotros y han solventado muchos problemas. Y eso se debe a su propio «proceso evolutivo interno» y a su «transformación epigenética». «Otra cosa es que la velocidad a la que logren adaptarse sea muy lenta», desliza.
Fuentes
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Gobierno vasco - Medio Ambiente. Sistema de Información de la Naturaleza de Euskadi.
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Gobierno vasco - Departamento de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca. Mapa Forestal CAE 2023.
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