El Cantábrico inicia el verano a 23 grados, una temperatura «anómala» según los expertos
Está dos por encima de la media en esta época y con valores sostenidos desde mitad de junio, «algo inusual», apunta Azti
¿Se ha bañado en las últimas semanas en alguna de las playas de Euskadi? ¿Hay algo que le haya llamado la atención? Seguramente uno ... de los aspectos que ha comentado con sus amistades y familiares es la alta temperatura a la que se encuentra el agua del mar para ser aún comienzos de verano. Razón no le falta. No se trata de una impresión subjetiva. Lo certifican los datos recogidos por las boyas instaladas en la costa, tanto por Azti -centro de investigación marina y alimentaria- como por Puertos del Estado. El agua en superficie, aquella que baña las playas vizcaínas, se encuentra a 23 grados, dos por encima de lo habitual para esta época del año. Pero lo significativo no es que este valor se haya alcanzado de forma puntual, fruto de un pico marcado por la irrupción de una masa de agua más caliente que se diluye al de una o dos horas. Lo relevante es que hablamos de una media que se mantiene estable desde la segunda mitad de junio.
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«Llevamos con 23 grados de forma sostenida desde hace varias semanas. No es habitual. Otros años hemos tenido mediciones superiores a las actuales, pero no eran datos mantenidos. Era algo puntual de un día o unas horas. En julio de 2023, por ejemplo, hubo una jornada en la que se alcanzaron los 25 grados. Pero en esta ocasión, en cambio, los valores se mantienen constantes con una media dos grados por encima de la habitual en esta época del año. Y eso es lo anómalo», explica Asier Nieto, experto en Ingeniería Costera y Oceanografía Operacional de Azti.
A esto se suma que los valores recogidos por las boyas ubicadas en diferentes puntos de la costa vasca son muy similares. La diferencia entre las situadas a la altura de Sopela y Mutriku, o la colocada 12 millas mar adentro frente a San Sebastián, apenas es de unas décimas. De hecho esta última es la que está captando los valores más elevados con mediciones que en algunas horas del día superan ya los 24 grados. Datos relevantes si se comparan con la media histórica elaborada por este centro de investigación con valores recogidos desde 2007. Según esta serie, la temperatura media del agua en superficie de un mes de junio es de 19 grados, mientras que la de julio se sitúa en 21,5. Ahora mismo, sin alcanzar aún la mitad del séptimo mes, estos valores se superan de largo.
¿A qué se debe este incremento? No es fruto de una causa única, sino consecuencia de un conjunto de factores. En primer lugar, según repasa Nieto, las dos «olas de calor de junio» han tenido una incidencia directa en este aumento de la temperatura del mar. Episodios térmicos que coincidieron además con las jornadas más largas del año. Más horas de luz acompañadas por una «fuerte radiación solar». Hay que tener en cuenta que los océanos absorben el 93% del calor acumulado en la atmósfera.
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A esto se suma un tercer factor no menos importante. El Cantábrico lleva semanas sin recibir una marejada significativa, para desesperación de los surfistas. No ha habido apenas olas, salvo un puñado de jornadas con poco tamaño. Esto ha provocado que el mar esté como «una balsa». Esta situación de poco movimiento de agua es ideal para que la lámina marina se haya ido recalentado durante las calurosas y soleadas jornadas que se han sucedido desde mediados de junio. Y es que, según destaca Nieto, si hay un «fenómeno que enfría el agua en superficie y baja su temperatura al menos un grado de forma rápida ese es el oleaje», por el movimiento del líquido y su mezcla con el de diferentes profundidades que generan las marejadas. Porque cuanto más lejos de la superficie más fría está el agua.
Este aumento de las temperaturas puede tener un efecto sobre la flora y fauna marina. Especies como el verdel se alejan en busca de aguas más frías, mientras que otras como el bonito adelantan cada año su llegada al Golfo de Bizkaia. Las medusas, una de las más temidas por los bañistas, «tienen más facilidad para reproducirse y expandirse en aguas de temperaturas cálidas», apunta Nieto, por lo que no es descartable que este verano se vuelvan a dejar ver por las costas vizcaínas.
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El pico máximo será en agosto
Jon Gardoqui, geólogo e integrante del grupo de investigación Harea de geología litoral de la UPV/EHU, indica que la región cantábrica, por su localización geográfica, no suele sufrir fenómenos meteorológicos extremos. Sin embargo «en los últimos tiempos sí se aprecia un aumento de las temperaturas a causa del cambio climático, algo que también favorece la aparición de olas de calor».
Los principales efectos que este incremento térmico tendrá sobre el litoral serán, apunta el experto, la pérdida de superficie y hábitats costeros ligados a la subida del nivel del mar. A esto se sumarán la tropicalización de la biodiversidad, junto a la reducción de las especies de aguas frías. Gardoqui aclara que «en el Cantábrico este proceso está en una fase inicial», no así en el Mediterráneo, donde en su vertiente oriental ya se han detectado especies tropicales invasoras.
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El caso de Euskadi no es único. En Baleares o el Mar Menor se han alcanzado en los últimos días temperaturas superiores a 30 grados en el agua de las playas, lo que supone un nuevo récord para esta época del año. En el País Vasco el pico máximo anual se suele alcanzar durante la segunda semana de agosto. Es entonces cuando se espera el tope de este verano. Aunque todo dependerá de las olas de calor y los oleajes que afecten a la costa vasca durante las próximas semanas. Hasta la fecha, en el histórico en Euskadi, la máxima es de 26,5 grados, valor al que se llegó en 2003 en una medición realizada junto al Aquarium de San Sebastián. Aquel fue un verano sofocante con varias olas de calor que se llevó la vida de 300 vascos, la mayoría enfermos crónicos.
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