Rubén Múgica.

«No hemos agredido a nadie y por eso no debemos reconciliarnos con nadie»

En 2016 se cumplió el vigésimo aniversario del asesinato de su padre, fecha en la que asegura que todos los que apoyaban a la banda y a la izquierda abertzale han sido «derrotados»

Alba Cárcamo

Miércoles, 18 de abril 2018, 13:27

La familia de Fernando Múgica volverá hoy, como cada 6 de febrero, al cementerio donostiarra de Polloe. En 2016 se cumplió el vigésimo aniversario del asesinato del dirigente socialista a manos de ETA, su hijo menor, Rubén, reivindica que «la ley» y no foros «pomposos» sea la encargada de cerrar las heridas. Recuerda, en este sentido, que los familiares de las víctimas «no hemos agredido a nadie», por lo que, sostiene, «no debemos reconciliarnos con nadie».

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¿Quién era su padre?

– Un donostiarra hasta la médula, un vasco hasta la médula, socialista desde el franquismo mismo y abogado. Un apasionado de su ciudad, de la abogacía y del partido socialista.

¿Y Rubén Múgica antes de la muerte de Fernando?

– Era el pequeño de tres hijos. Tenía 27 años. Un abogado también que compartía despacho con su padre y con sus dos hermanos.

¿Cómo recuerda su asesinato?

– Lo recuerdo como una cosa fulminante, rapidísima. Él salió del despacho a las dos menos cuarto de la tarde y cinco minutos después, al doblar la esquina, lo asesinaron de un tiro en la nuca. Eso es lo que recuerdo.

¿Habían barajado la posibilidad de que atentaran contra él?

– En mi casa el asesinato de mi padre no le cogió a nadie por sorpresa, en la medida en que mi padre encarnaba todo aquello que ellos querían violentar. Mi padre podía ser un objetivo de los criminales.

Días después del asesinato aparecieron pintadas insultantes en el domicilio familiar. ¿Cómo lo encajaron?

– En la casa familiar nos hicieron pintadas, a mi madre la escupieron por la calle, a los tres hijos nos insultaban por la calle y tuvimos que disponer de protección policial con escolta desde unos días después del crimen. Era el decorado que los «batasunos» tenían diseñado para las familias y para las víctimas del terrorismo. Las víctimas tenían que ser enterradas y sus familiares silenciados. Mi familia siguió de esas dos normas sólo una. Enterramos a mi padre, pero la familia no permaneció en silencio. Llevamos veinte años denunciando la persecución totalitaria de una organización nazi como ETA, nazi por violenta, por totalitaria, por racista. Y así seguiremos los años que haga falta.

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¿Cuánto tiempo llevaron ustedes escolta?

– Dos de los tres hermanos durante 15 años. Es un condicionante, te sitúa a nivel personal y a nivel social. En todo caso, mi familia ha tenido siempre presente la promesa que le hicimos a la memoria de mi padre ante su cadáver, que es que ayudaríamos a derrotar a ETA desde la aplicación de la ley. Y veinte años después tenemos la sensación de que aquella promesa la hemos cumplido.

Su padre no tuvo protección.

– En aquella época la escolta y la protección policial estaban reservadas para las autoridades y accedían a ellas muy pocos cargos públicos.

El monolito habilitado en Igeldo en honor a su padre ha sido presa de destrozos en varias ocasiones. ¿Qué diría a quienes lo atacan?

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– A esas personas yo les digo que, por mucho que lo hayan destrozado, los derrotados son ellos. Contra el terrorismo somos fuertes, hemos denunciado a la banda, a cara descubierta, sin empuñar jamás un arma.

A pesar de todo eso, ¿sintieron apoyo social?

– Sí. Hubo entonces ya movimientos sociales contra la banda terrorista ETA. Y sentimos el apoyo de muchos vecinos.

¿Y ahora?

– Ahora la cosa ha cambiado. Ahora las víctimas del terrorismo son observadas como lo que son, víctimas de una persecución criminal. Tienen más solidaridad y afecto. Y era lo mínimo que se podía pedir.

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Algunas víctimas han perdonado. ¿Su familia puede hacerlo?

– Mi familia ya dijo hace 20 años que no iba a perdonar a los criminales, a los que hablan de paz cuando aquí no ha habido una guerra, a los que hablan de reconciliación. Tendrán que explicar qué han hecho ellos. Nosotros no hemos agredido a nadie, no hemos ofendido a nadie. Por lo tanto creo que no debemos reconciliarnos con nadie. El lenguaje de la paz y la reconciliación es un lenguaje tramposo con el que tratan de maquillar la frialdad de ETA.

¿Qué propondría para curar las heridas?

– Basta con que se aplique la ley. Toda la ley, en todo momento y a todo el mundo. Es un principio elemental que hace que todo se resquebraje si no se aplica.

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EH Bildu y homenajes

¿Cómo valora el acuerdo de 35 miembros de Batasuna, EHAK y ANV con la Fiscalía por el que no entrarán en prisión después de reconocer su subordinación a ETA?

– Yo soy abogado. Es un acuerdo en el que simplemente los acusados han querido evitar la cárcel. Toda mención de los «batasunos» al reconocimiento del daño causado es pura palabrería. Forma parte de la retórica del acuerdo al que han llegado con las acusaciones. Lo que demuestra también es que de los presos de ETA ya no se acuerdan ni los suyos. En todo caso, estos «batasunos» que han esquivado la cárcel tendrán que explicar a los presos de ETA por qué a ellos se les obligaba a ir a la cárcel y por qué estos etarras de traje y corbata no van. De todas formas, que lo solucionen entre ellos a su manera.

Los retratos municipales elaborados por el Gobierno vasco pretenden que los ayuntamientos organicen reconocimientos a las víctimas. ¿Aceptaría la presencia de EH Bildu en el acto por su padre?

– Es una posibilidad que no contemplo. Espero que ningún concejal de EH Bildu asista al homenaje a mi padre.

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El Foro Social celebrado hace una semana en Gernika, en el que participaron mediadores internacionales como Brian Currin, llegó a la conclusión de que el que tiene que dar nuevos pasos es el Gobierno central, que está siendo «inmovilista».

– Bueno, esto del Foro Social, regado por abundante dinero público, es uno de los instrumentos del nacionalismo vasco por el que llamar a las cosas por el nombre que no tienen. ¿Para qué guerra quieren tanta paz si aquí no ha habido ninguna guerra? En todo caso, el desarme de las organizaciones criminales es algo que compete a la Policía y a los jueces. Las armas tienen que ser entregadas y sus portadores tienen que ser detenidos. Eso es lo que pienso de las reivindicaciones de ese pomposo Foro Social.

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Haga balance de estos cuatro años, desde que ETA declaró el cese de la violencia.

– Son años sin duda positivos. Se levanta la presión sobre los ciudadanos vascos que podían estar en el punto de mira de la organización y, por tanto, es sin duda positivo. Ahora, para que sea mejor aún, tiene que visualizarse que aquí no hay un empate entre los asesinos y los asesinados, sino que los asesinos deben ser recordados como lo que han sido, criminales, y a los asesinados hay que recordarlos y preservar su memoria.

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