Urkullu carga contra la «anacrónica» Monarquía para justificar su ausencia en la jura de Leonor
Niega que el plantón a la Princesa fuera una falta de «respeto institucional» y lo achaca al «desacuerdo» de la sociedad vasca con la Corona y con el «modelo uninacional» del Estado
Desde que se declarara «republicano» en 2014, antes de la abdicación de Juan Carlos I y en pleno escándalo del 'caso Nóos', no se recordaba una andanada de Iñigo Urkullu contra la institución monárquica como la de este viernes en el Parlamento vasco. El lehendakari, preguntado por los motivos de su ausencia en la jura de la Constitución de la Princesa Leonor el pasado martes, ha cargado contra la «realidad anacrónica» que, a su juicio, representa la Corona española en pleno siglo XXI y ha negado que su plantón a la heredera fuera una «falta de respeto institucional». «Todo lo contrario, transmito a los poderes del Estado, con transparencia y lealtad, el desacuerdo que tanto la continuidad de la monarquía tradicional hereditaria, como el modelo uninacional del Estado, produce en la sociedad vasca», ha señalado.
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Urkullu ha respondido así este viernes, en el pleno de control del Parlamento vasco, a una pregunta del PP sobre su decisión de no acudir, el pasado 31 de octubre, al acto celebrado en el Congreso de los Diputados con motivo de la mayoría de edad de la Princesa Leonor. El presidente de los populares vascos, Carlos Iturgaiz, ha acusado al lehendakari de haber dado «una patada en la espinilla a la Corona» y de desarrollar «un juego sucio impropio de su cargo».
Urkullu ha querido cargarse de razones en su respuesta. Y ha insistido en que su ausencia cuenta con un «amplio respaldo» de la sociedad vasca y es una manera de transmitir al Estado, de forma «transparente», las «reservas» que en otras ocasiones ha manifestado sobre la Monarquía, unas reticencias que en su opinión comparten la mayoría de los vascos. En ese sentido, el jefe del Ejecutivo vasco ha insistido en una idea que ha manejado otras veces, la de «republicanizar» la Monarquía para adaptarla a los usos y costumbres de una sociedad moderna y plenamente democrática, pero esta vez se ha explayado al detallar lo que debería cambiarse.
Urkullu se ha mostrado especialmente crítico con cuatro características de la institución monárquica en España: «inviolabilidad, opacidad, herencia y jefatura militar». «En pleno siglo XXI, la inviolabilidad del monarca es insostenible. Los episodios en los que se ha visto involucrado el rey emérito dan buena prueba de ello», ha manifestado, en referencia a los procedimientos e investigaciones judiciales abiertas en su día contra Juan Carlos I. El lehendakari, que ha destacado que «en un sistema democrático nadie debe estar por encima de la ley», también ha afirmado que «debe garantizarse la transparencia», por lo que «las cuentas y el conjunto de la actividad de la corona se deben poder fiscalizar, como se fiscalizan las de toda institución democrática».
También ha lanzado una idea para acabar con el carácter «hereditario» de la institución, al considerar que una dinastía sucesoria es «insostenible» en pleno siglo XXI. «He propuesto que pueda ser sometida a contraste de ratificación por periodos generacionales», ha recordado, tras lo que ha añadido que «tampoco es concordante con una visión democrática que el mando del ejército recaiga en una figura hereditaria». El mando de la Defensa, ha dicho, «debe estar sometido a la representación institucional surgida de la voluntad ciudadana».
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Para Urkullu, esos cambios serían los mínimos exigibles para que la Corona pueda adecuarse «al sentido democrático, la modernidad y la sensibilidad de las generaciones jóvenes si no quiere seguir siendo una institución «anacrónica». En este sentido, ha recordado que el Parlamento vasco aprobó por mayoría, el pasado 30 de marzo, una iniciativa en la que solicitaba una «necesaria reforma» de la Constitución, que incorporara la «posibilidad de cambio de la forma política del Estado, habilitando la opción de la República», así como el «reconocimiento del carácter plurinacional del Estado, y el consiguiente derecho a decidir de los pueblos».
Urkullu ha añadido que «la monarquía, como cualquier otra institución, no está exenta de la crítica y el escrutinio público». «Tenemos el derecho y el deber de expresar, con respeto y claridad, aquello que compartimos mayoritariamente; y de proponer, con respeto y claridad, aquello que consideramos debe ser modificado», ha señalado.
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