Siete salas, mil testimonios...Un recorrido por el Centro de las Víctimas del Terrorisno

Cuando el equipo del Memorial se enfrentó al diseño de la exposición surgió una pregunta: «¿Cómo musealizar el trauma?». «La idea era generar un bien para toda la sociedad, y hacerlo de manera rigurosa», expresa López Romo. El centro tiene una singularidad, es el primer memorial dedicado a las víctimas del terrorismo en Europa, pero existen otros que abordan otro tipo de tragedias. Espejos en los que mirarse. Parte del equipo del centro con sede en Vitoria ha visitado en busca de inspiración museos relacionados con el terrorismo o el Holocausto ubicados en otros países, como Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. También los murales de Irlanda del Norte -ejemplo de lo que no hacer-, así como museos de España dedicados a otros fines, pero con características similares al del edificio de Vitoria, que tiene 3.500 metros cuadrados. Es el caso, por ejemplo, del Museo de las Peregrinaciones de Santiago de Compostela.

El resultado es una fusión entre el testimonio de las víctimas y la contextualización histórica. La exposición hace alusión a todos los grupos terroristas que han actuado en España, desde ETA -ocupa un lugar destacado debido a la violencia que ejerció durante décadas-, hasta los GAL, pasando por la ultraderecha, los Grapo y el yihadismo. Medio centenar de paneles con textos y fotografías, una veintena de audiovisuales -todo el contenido se ofrece en castellano, euskera e inglés-, once elementos interactivos, así como más de 200 objetos donados por víctimas, colectivos pacifistas y Fuerzas de Seguridad del Estado, entre otros, se reparten a lo largo de toda la muestra.

Aunque está lista desde octubre, se ha ido puliendo durante los últimos meses. La dirección del centro ha organizado visitas privadas a la exposición para contrastar opiniones. Hace escasos días acudió al memorial el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia. Antes lo han hecho el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; el delegado del Gobierno en Euskadi, Denis Itxaso, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, entre muchos otros.

700 metros cuadrados divididos en dos plantas. Ese es el espacio que ocupa la exposición. Cuenta con seis salas permanentes y una séptima que se destinará a muestras temporales. La primera de las paradas se concibe como la recepción. Bautizada como 'Aquí, ayer', en ella se explica qué es el terrorismo y el significado que tienen sus víctimas. Una primera toma de contacto que lleva hasta el 'espacio de la memoria' o segunda sala. Es la más amplia y diáfana y lleva el nombre de Ana María Vidal Abarca, fundadora de la primera asociación de apoyo a las víctimas del terrorismo: la Hermandad de Familiares, hoy AVT. Fue en diciembre de 1980, apenas unos meses después de que ETA matara a su marido, el que fuera jefe del Cuerpo de Miñones Jesús Velasco, en Vitoria. En este espacio se muestran varios objetos de Velasco cedidos por la familia, así como diferentes elementos de gran simbolismo.

La tercera sala recoge la historia del terrorismo de manera cronológica: dictadura, transición y democracia. Se destacan hitos importantes como el proceso de Burgos, el asesinato de Carrero Blanco o el nacimiento de los GAL, hasta llegar al final de ETA y a atentados yihadistas más recientes como el de las Ramblas de Barcelona o de corte internacional, como el que tuvo lugar en Londres en 2017. En este último fue asesinado el joven Ignacio Echeverría, cuyo monopatín se expone en el centro.

En este espacio se abordan también los secuestros perpetrados por los terroristas. Nombres como los de los empresarios víctimas de ETA José María Aldaya y Julio Iglesias Zamora -el nacimiento del lazo azul como respuesta-, así como el de Publio Cordón, raptado y asesinado por los GRAPO. Su familia ha entregado al Memorial un trozo de jamba de un armario en el que Cordón fue marcando los días de su cautiverio y una carta que escribió a su madre durante aquellos días.

También en este espacio se recuerda el secuestro de José Antonio Ortega Lara. Es aquí donde se encuentra la réplica del zulo en el que ETA mantuvo retenido al exfuncionario de prisiones.

La cuarta, quinta y sexta salas se hallan en la segunda planta del inmueble. La cuarta versa sobre «el discurso del odio». Es decir, sobre «los perpetradores» y los métodos violentos que utilizaron. Se exponen piezas que pertenecieron a diferentes bandas terroristas, en su mayoría donadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Desde la reproducción de una bomba lapa, hasta cartas de extorsión y las fichas que debían rellenar los aspirantes a engrosar las filas de ETA.

El quinto espacio se centra en la respuesta social: movimientos pacifistas -se exhiben carteles y pancartas-, el ámbito jurídico -se incluye el sumario de un caso- y operaciones antiterroristas. Mientras que el sexto está destinado en exclusiva a la voz de las víctimas. En esta sala está el «banco de la memoria», más de un millar de testimonios: 872 documentos de texto, 161 vídeos y 65 audios.

La séptima y última sala se destinará a exposiciones temporales. Para el día de la inauguración del memorial acogerá la muestra fotográfica obra de Eduardo Nava sobre el atentado del 11-M.

La reproducción del zulo en el que ETA mantuvo secuestrado durante 532 días, entre 1996 y 1997, al entonces funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara ocupa un lugar prominente en el Memorial. Un habitáculo de 2 metros de alto, 1,80 de ancho y 2,48 de largo, con una tumbona, una mesa y una silla plegables. Está previsto que quienes acudan al edificio puedan acceder, con cita previa y en grupos reducidos, a su interior a través de unas escaleras.

Pero no será la única manera que tendrán los visitantes de contemplar el espacio minúsculo en el que transcurrió el secuestro. Se ha colocado un falso techo sobre este primer zulo (está construido bajo suelo), y en una superficie paralela se ha instalado otra reproducción del mismo. En este caso cuenta con un techo acristalado para que los visitantes puedan observar desde arriba la crudeza del «agujero».

La función del Memorial no se detiene en exclusiva en la exposición. El proyecto nace con al menos otros dos objetivos. Uno es hacer pedagogía, a nivel social, pero también con el foco puesto en las nuevas generaciones. El equipo del centro ha elaborado siete unidades didácticas sobre el terrorismo y sus víctimas para que los colegios e institutos que así lo deseen puedan utilizarlos a la hora de abordar esta temática en clase. Preparan a su vez visitas guiadas para los centros escolares, adaptadas a la edad de los alumnos. Están pensadas, explica Raúl López Romo, para jóvenes a partir de los doce años. El edificio cuenta, además, con una aula didáctica en la que se podrán desarrollar actividades.

Otra de las finalidades del proyecto es convertirlo en un punto de referencia para los investigadores. Albergará, en este sentido, el mayor archivo sobre la historia y las consecuencias del terrorismo en España. Biblioteca, fototeca y videoteca, buceando podrán encontrarse todos sus dosieres de prensa sobre los secuestros y atentados terroristas cometidos desde los años 80, así como una relación de los comunicados de la banda, todo ello cedido por la Delegación del Gobierno. También dispondrá de ingente documentación judicial. La oficina de atención a las víctimas de la Audiencia Nacional ha remitido al centro de Vitoria todas las sentencias en materia de terrorismo desde la creación del alto tribunal en 1977.

A este fondo se sumarán en un futuro los documentos y efectos que las autoridades francesas incautaron a ETA en los últimos veinte años y que el país galo entregó a España en 2018.