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Igor Martín

Un paseo por el «banco de la memoria»

Testimonios de víctimas, objetos de la lucha antiterrorista y contexto histórico se fusionan en la exposición del centro que tiene ya sus puertas abiertas al público

Martes, 1 de junio 2021, 22:11

Se presenta el Centro Memorial como un espacio de encuentro y reflexión que gira sobre cuatro principios: «verdad, memoria, dignidad y justicia». Hace una década ... que se puso la primera piedra política de este proyecto que ayer, con la inauguración de su exposición -un secreto guardado con mimo-, se convirtió en una realidad. Es el de Vitoria el primer memorial dedicado a las víctimas del terrorismo que existe en Europa y su mirada acompaña al visitante durante todo el recorrido. El acceso es gratuito.

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700 metros cuadrados divididos en dos plantas. Ese es el espacio que ocupa la muestra. Cuenta con seis salas permanentes y una séptima que se destinará a exposiciones temporales -en la actualidad la ocupa la muestra fotográfica de Eduardo Nava sobre el atentado del 11-M-. La primera de las paradas se concibe como la recepción. Bautizada como 'Aquí, ayer', en ella se explica la razón de ser del Centro Memorial y la historia del edificio, antiguo teatro y Banco de España. Su nombre está inspirado en la exposición 'Austwichz. No hace mucho, no muy lejos', que recaló en Madrid en 2018.

Es una primera toma de contacto que lleva hasta el «espacio de la memoria» o segunda sala. La más amplia y diáfana, está dedicada a Ana María Vidal Abarca, impulsora de la primera asociación de apoyo a las víctimas del terrorismo: la Hermandad de Familiares, hoy AVT -se expone el acta fundacional-. Ocurrió en diciembre de 1980, meses después de que ETA matara a su marido, Jesús Velasco, en Vitoria. La familia ha cedido varios objetos personales: una cartera, agujereada por una bala y aún con restos de sangre, y su boina de jefe del Cuerpo de Miñones.

Al girar la vista hacia la derecha un enorme mural dota de un gran simbolismo a la estancia. Es el cuadro del paraguas de José Ibarrola, que el autor convierte en «una metáfora de aquello que crees que te protege, pero no impide que acabes mojado». Ibarrola se inspiró en una fotografía tomada en el lugar en el que su amigo José Luis López de Lacalle fue asesinado por ETA. La víctima estaba en el suelo, tapada con una sábana blanca, junto a un paraguas rojo.

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Medio centenar de paneles con textos y fotografías, una veintena de audiovisuales -en el arranque se proyecta un primer vídeo con testimonios de familiares de víctimas-, once elementos interactivos, así como más de 200 objetos donados por víctimas, colectivos pacifistas y Fuerzas de Seguridad del Estado, entre otros, se reparten a lo largo de la muestra. El contenido se ofrece en castellano, euskera e inglés.

Medio centenar de paneles, una veintena de audiovisuales y 200 objetos cedidos componen la muestra permanente

700 metros cuadrados

Niños y secuestros

La exposición hace alusión a todos los grupos terroristas que han actuado en España, desde ETA -ocupa un lugar destacado debido a la violencia que ejerció durante décadas-, hasta los GAL, pasando por la ultraderecha, los GRAPO y el yihadismo. Un balance de la sinrazón de la violencia con una contextualización académica. Esta última se encuentra en la tercera sala. En ella se recoge la historia del terrorismo de manera cronológica desde 1960, año de partida de la ley estatal de Víctimas -la primera reconocida es la niña Begoña Urroz-: dictadura, transición y democracia.

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Se destacan hitos importantes como el proceso de Burgos, el asesinato de Carrero Blanco y el nacimiento de los GAL, hasta llegar al final de ETA y a atentados yihadistas más recientes como el de las Ramblas de Barcelona o de corte internacional, como el que tuvo lugar en Londres en 2017. En este último fue asesinado el joven Ignacio Echeverría. Su monopatín se expone en el centro.

Recuerdo especial tienen los 35 niños víctimas del terrorismo: 21 a manos de ETA, 9 del yihadismo, 3 de la ultraderecha, uno de la violencia parapolicial y otro de la extrema izquierda. También los secuestrados. Nombres como los de los empresarios raptados por ETA Ángel Berazadi, José María Aldaya -se exhibe una pegatina en la que se lee 'Aldaya, paga ya'- y Julio Iglesias Zamora. De este último se exponen una fotografía que enviaron los terroristas como prueba de vida y una carta manuscrita que escribió para su tío, pero que nunca llegó a su destinatario. En un audio, Iglesias Zamora rememora lo que supuso el nacimiento del lazo azul como iniciativa de solidaridad hacia quienes permanecían privados de libertad.

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También se recuerda el caso de Publio Cordón, raptado y asesinado por los GRAPO. Su familia ha entregado al Memorial un trozo de jamba de un armario en el que Cordón fue marcando los días de su cautiverio y una carta que escribió a su madre.

En la exposición del Memorial se documenta los 164 secuestros que se han producido hasta la fecha -se suman los ocurridos en el extranjero-. El último en España fue el del concejal del PP de Ermua Miguel Ángel Blanco. Pero si uno ocupa un lugar especial en la muestra es el de José Antonio Ortega Lara. Se incluyen dos réplicas del zulo en el que ETA mantuvo retenido al exfuncionario de prisiones. Una solo se puede ver desde el exterior a través de un techo de cristal. La otra, se encuentra en el primer piso del edificio y los visitantes podrán, con cita previa, entrar al mismo. Un habitáculo claustrofóbico de 2 metros de alto, 1,80 de ancho y 2,48 de largo, con una tumbona, una mesa y una silla plegables, donde Ortega Lara permaneció recluido por la fuerza 532 días.

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Se exponen cartas de extorsión, bombas, objetos personales de víctimas, pancartas de colectivos pacifistas y escritos de seguimiento a objetivos

contenido

«La otra cara de la moneda»

Se trata de un Memorial dedicado a las víctimas, pero también hay que ver «la otra cara de la moneda», la de los perpetradores de la violencia. Identificarlos y conocer su ideología, sus objetivos, sus métodos. Diferentes modelos de cartas de extorsión, grabaciones de llamadas mediante las cuales miembros de ETA avisaban de la colocación de bombas, documentación falsa, escritos de seguimiento a objetivos, un rodillo de imprenta de los GRAPO e incluso la reproducción de un documento manuscrito en el que el exdirigente etarra Txomin Iturbe felicita a otros miembros de la banda por un atentado. Firmaba su carta con un: «esperando que continuéis con ejecuciones».

Muchos de los objetos que se exponen fueron incautados por las Fuerzas de Seguridad -se reserva un espacio a la colaboración de Francia-. A ellos, a su papel y a las víctimas que tuvieron en sus filas se les dedica parte de la muestra. Dos bombas, un temporizador y un mando a distancia, cinco tipos diferentes de armas y un traje de protección de los Tedax son algunos de los elementos que podrán visionarse.

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Pero sin duda la vitrina más emotiva es la que, en memoria de todos los compañeros fallecidos, muestra los objetos personales cedidos por los familiares del guardia civil Antonio Jesús Trujillo -el tricornio y la bandera de España que cubrieron su féretro-, del policía nacional Cristóbal Díaz García -su gorra de plato- y del ertzaina Jorge Díaz Elorza. Los padres del que fuera escolta del socialista Fernando Buesa han entregado al Memorial el uniforme de gala y la placa de su hijo.

Hay dos réplicas del zulo de Ortega Lara. Se podrá acceder al interior de una de ellas con cita previa

532 días de cautiverio

Quienes dieron la cara

«La del terrorismo es una historia oscura, pero tiene también una parte luminosa», dicen. Es la de quienes dieron la cara. El movimiento pacifista y cívico estuvo encarnado por asociaciones como Gesto por la Paz, Denon Artean y Basta Ya. En varias vitrinas y paneles se exhiben pancartas, pins, chapas e incluso un fichero manual en el que la Asociación por la Paz dio forma a un registro de todas las víctimas. Entre todos los elementos destaca el lazo azul, símbolo del rechazo a los secuestros de ETA.

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Una mesa con un peluche, una muñeca, flores y velas representa una pequeña muestra de esa solidaridad ciudadana que surgió a modo de memoriales improvisados en los lugares de atentados como, en este caso, el del 11-M y el de Las Ramblas. Un libro salpicado de pintura refleja lo contrario. Resume los años de sabotajes que sufrió la librería Lagun de San Sebastián a manos de radicales del entorno etarra.

Como no podía ser de otra manera, es con la voz de las víctimas con la que se pone el broche a la exposición. La sala «Banco de la memoria» guarda más de un millar de testimonios que pueden consultarse en diferentes pantallas. Como colofón se proyecta un emotivo montaje con vídeos familiares de diferentes víctimas.

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Aspira el equipo del Memorial a que la exposición no deje indiferente a nadie. Los visitantes podrán compartir sus reflexiones por escrito y se visionarán en una pantalla. ¿Cómo pudo ocurrir? ¿Qué habría hecho yo en esas circunstancias? ¿Qué puedo hacer para que no se repita?

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