«Un general de la Guardia Civil me pidió perdón en el cuartel de Intxaurrondo»
15 de octubre de 1983 ·
Pili Zabala desvela en EL CORREO su encuentro restaurativo cuando se cumplen cuatro décadas del secuestro y asesinato de su hermano Joxi y de Joxean Lasa a manos de los GALCuenta Pili Zabala un epílogo que nadie sabía hasta hoy del caso más conocido de los GAL. «Me reuní en Intxaurrondo con un general de la Guardia Civil y con un guardia raso y con otra persona que perteneció al Gobierno Civil. Me pidieron perdón», relata. La hermana de Joxi Zabala, de cuyo secuestro y asesinato junto a Joxean Lasa se cumplen mañana 40 años, detalla que «lo hicimos con mediadores, en un círculo restaurativo». Fue en 2018. «Entrar al cuartel de Intxaurrondo, conocer dónde y cómo vivieron, me sirvió. Me enseñaron todas las dependencias. Estuvimos un día entero. El general que me pidió perdón no tenía nada que ver con esas gravísimas violaciones de los derechos humanos pero me dijo que sentía muchísimo que las hubieran hecho miembros de su cuerpo. Para mí fue importante y para ellos también», explica. «Es la primera vez que lo cuento», confiesa en exclusiva a EL CORREO.
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En aquel día histórico en el cuartel donostiarra se utilizó «un objeto de palabra», un símbolo que sólo sostiene en las manos quien está hablando. «Lo hice yo misma. Cosí una bolsa de tela que escondía algo que nadie sabía. Era la película 'Lasa y Zabala'. Cuando terminamos, se la enseñé a todos y se la regalé al general para que se quedara en el cuartel». El filme narra la historia del doble secuestro y la brutal tortura cometida por dos guardias civiles de Intxaurrondo, Enrique Dorado y Felipe Bayo, que fueron condenados a 67 años de prisión. También fue sentenciado a 71 años el entonces gobernador civil de Gipuzkoa, Julen Elgorriaga, el teniente coronel Ángel Vaquero y el general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo, los dos últimos a 69 años de cárcel. Galindo apenas cumplió cinco. Nunca abrió la carta que Pili Zabala le hizo llegar en dos ocasiones.
Zabala sufrió un grave accidente y lo primero que pensó fue: «Mis padres no pueden perder otro hijo»
Joxean Lasa y Joxi Zabala tenían 20 y 21 años, respectivamente, cuando fueron secuestrados por los GAL en la localidad francesa de Bayona, donde habían huido como miembros de ETA. La Policía sólo les atribuía un atraco sin heridos a una sucursal bancaria en Tolosa. Pili recuerda bien «el horror, el caos familiar, la indefensión, la fractura», el aluvión de suspensos de los hermanos y la soledad que embargó a la familia cuando desaparecieron.
«No teníamos nada. Ni el apoyo de las autoridades como en otros casos. Nosotros, por no tener, no teníamos ni el cadáver». La esperanza de encontrarles vivos se fue diluyendo con rapidez. «Mis hermanos mayores eran más conscientes y creo que la perdieron antes. Los más pequeños, más tarde. Mi ama creo que no la perdió nunca».
Doce años sin los restos
Pili Zabala tenía 15 años cuando desapareció su hermano y 27 cuando se identificaron los restos, allá por 1995. Habían sido hallados tiempo antes en la fosa de Busot, en Alicante, pero fue el forense Paco Etxebarria quien certificó que eran ellos. La ansiedad por encontrarles se resume en una estampa: tres años antes, Pili Zabala sufrió un accidente de tráfico brutal en el que su coche fue arrollado por un camión. En ese momento, su primer pensamiento fue este: «Mis padres no pueden perder otro hijo».
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Hallar los cuerpos alivió el dolor. «Lo vivimos como una liberación. Un deseo cumplido: saber que eran ellos. Encontrarles. Luego leímos el informe forense y nos entró una soledad terrible, una tristeza, un desconsuelo... Y te preguntas cómo el ser humano puede ser capaz de causar tanto daño». La brutalidad de aquellas torturas causa espanto. Dientes arrancados, hematomas, dedos aplastados y quemaduras. «Dijeron que querían sacarles información sobre Martín Barrios, que estaba secuestrado. Ellos no tenían ni idea. Cualquier dato lo habrían conseguido pronto, pero siguieron», se duele.
Luego habla de su hermano, de aquella tendencia suya «a luchar contra pequeñas injusticias», de «las comidas que mi madre preparaba para él cuando le visitábamos en Hendaya: la paella de los domingos, tortilla de patata y callos, que le encantaban». Del dolor de una despedida marcada por no saber si se volverían ver.
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«Mi hermano fue tratado brutalmente y que no sea reconocido me parece que es un error histórico»
Nunca hablaban de ETA. «En mi casa nadie era político, yo no sé ni qué votaban mis padres. Mi madre quería alejarle de los líos y que estudiase». Él había tomado otro camino. Pero cuando se despedía de su hermana Pili, siempre le decía lo mismo. «¿Qué tal esos estudios? Tú estudia, eh».
El secuestro de Joxi y Joxean marca el comienzo de los GAL aunque la primera acción de ese grupo terrorista fue el secuestro frustrado de Larretxea Goñi. Fue reivindicado el 20 de enero de 1984 cuando una voz masculina, en nombre de los GAL, llamó a la emisora de la cadena Ser en Alicante. Dijo que ese día habían asesinado a Lasa y Zabala y añadió que, aunque habían pedido un cura, se lo habían negado. «No se lo merecían», zanjó con crueldad. No sería la última. Años después pintaron en su tumba «Cerdos comunistas. Viva Galindo» y volaron el monolito en su memoria en Olarrain. «No concibo que, después del sufrimiento causado, se quiera causar más».
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