Cospedal: de 'número dos' a gran derrotada

María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965) ha sido todo en el partido salvo presidenta. Abogada del Estado de profesión, comenzó su carrera política en 1997 como asesora del Ministerio de Trabajo, entonces dirigido por Javier Arenas. A partir de ahí su escalada ha sido imparable. En los últimos 20 años ha desempeñado los cargos de subsecretaria de Administraciones Públicas y de Interior, consejera de Transportes de la Comunidad de Madrid, presidenta de Castilla-La Mancha y ministra de Defensa.

Tras la derrota en las generales de 2008, Mariano Rajoy soltó lastre y se deshizo de la vieja guardia 'aznarista'. Como recambio colocó a Cospedal al frente la Secretaría General, un reconocimiento a la fidelidad y apoyo prestados para sofocar la rebelión interna liderada por Esperanza Aguirre y alentada desde la sombra por José María Aznar.

Ya como 'número dos' del PP, puesto que aún ocupa formalmente hasta que se resuelvan las primarias, Cospedal tuvo que hacer frente a la avalancha de escándalos de corrupción que han sacudido los cimientos de Génova en los últimos años, con los casos 'Gürtel' y Bárcenas a la cabeza. Según ha repetido la candidata una y otra vez durante la campaña, fue ella la que dio la cara para defender al partido, y alguna vez se la partieron, reconoce también. No le tembló el pulso a la hora de echar a la calle al todopoderoso extesorero, aunque fuese con aquel desafortunado despido en diferido que cinco años después aún la persigue.

«La militancia prefiere a alguien que da la cara que a las personas que se esconden», ha insistido durante la última semana. Cospedal no ha pronunciado nombres, pero son mayoría los que interpretan sus palabras como dardos contra Soraya Sáenz de Santamaría, a la que sus detractores reprochan haber visto los toros desde la barrera mientras que la secretaria general salía cada lunes a lidiar en las ruedas de prensa.

Como 'número do' del PP durante los últimos diez años, Cospedal se ha granjeado un nutrido grupo de fieles, pero también numerosos enemigos. No son pocos los dirigentes del partido que reniegan de una secretaria general con puño de hierro que se resistió a ceder un ápice de su inmenso poder interno cuando tuvo que compatibilizar el cargo con la presidencia manchega o el Ministerio de Defensa.

Tras la dimisión de Mariano Rajoy y la apertura del proceso de primarias, Cospedal midió los tiempos hasta que Alberto Núñez Feijóo renunció al liderazgo nacional. Con el presidente gallego fuera de juego, el riesgo de que el camino quedase expedito para Soraya Sáenz de Santamaría le hizo dar un paso al frente. En campaña se ha presentado como un valor seguro para un centro-derecha sobre el que avanza Ciudadanos. Cospedal dice representar con orgullo al mejor PP, el que cosechó la mayor victoria de la democracia en las generales de 2011 y sacó después a España de la peor crisis de su historia, presume. Pero este equipaje ha podido pesar también como una losa en una aspirante continuista con la política de Rajoy. Ayer resultó derrotada al no pasar el corte y ahora puede desnivelar la balanza entre Casado y Santamaría.