La eterna maldición

Miércoles, 15 de marzo 2023, 00:02

Por increíble que resulte, hay quien parece respirar más aliviado desde que se sabe la presunta implicación de ciertos mandos de la Guardia Civil en ... el llamado 'caso Cuarteles' (una derivada del 'caso Mediador'), por el cobro de comisiones ilegales en la concesión de contratos públicos de obra en comandancias del instituto armado.

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La sospecha de la derecha es que el PSOE ha puesto el ventilador a funcionar para desviar la atención de los diputados socialistas presuntamente involucrados en esta grotesca trama de mordidas y extorsiones a empresarios que hasta ahora tenía como principal sospechoso al ya dimitido Juan Bernardo Fuentes, alias 'Tito Berni', pillado con las manos en la masa, o más bien en los turgentes muslos de un par de señoritas de alterne. Una fotografía que perseguirá para los restos al político canario.

En un mundo en el que la imagen lo es todo, la de 'Tito Berni' es un bar de lucecitas y un retrato en gayumbos en un hotel de cuarta. Es él quien, según Marco Antonio Navarro, el mediador y soplón, les ofrece a los ganaderos no inspeccionar sus granjas, rebajar o quitar multas y agilizar las subvenciones europeas, a cambio de dinero, cocaína y prostitutas. 'Tito Berni' es quien les dice que conoce a «alguien» y que ese alguien «les arregla lo suyo». Lo que suena a chamusquina en clave, a conversación del tipo 'fulanito te resuelve la cosa', en donde fulanito apunta a ser más bien Don Fulano y, ante eso, no cabe dar el tema por zanjado como ha querido hacer Patxi López al decir que el diputado Fuentes ya está fuera del partido y que, como «ya no es uno de los nuestros», la vagabundería no cuenta como propia.

Pero estas cosas suceden y el presidente suelta lastre, lanzado como está a una carrera por la reelección donde hasta el Gobierno empieza a sobrarle. El mundo se le hace 'Tito Berni' y la respuesta de Pedro Sánchez es hablarnos de su presidencia europea y de la olla de optimismo al pie del arcoíris. Se comprende su necesidad de hacerse invisible ante el latrocinio rampante, pero tanta proyección a futuro no consigue que los nubarrones del presente se disipen. Y el presente de este Gobierno es angustioso, suena a disolución y divorcio y huele a lo mismo de siempre, a corrupción y sinvergonzonería instalada.

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No se trata de aprobar una ley de vivienda o un nuevo régimen de pensiones. Eso se negocia y se acuerda. El problema es 'Tito Berni' y lo que el 'caso Mediador' significa más allá de la picaresca y la anécdota del burdel y la coca. El problema es la cruda evidencia de que aquí no ha cambiado nada y de que todo trato con el Estado acaba en un robo institucionalizado convertido en costumbre resignada. Este país se divide entre gente decente y 'Titos Berni'; entre quienes creemos vivir en un lugar de leyes y hampones que las burlan, con tricornio o sin él. Transparencia y los ladrones entre rejas, presidente. No hay otra. Esa debe ser la primera ideología y la máxima urgencia antes de comenzar a discutir si hay que subir más los impuestos a los ricos o subsidiar la cesta de la compra.

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