Da igual que Pedro Sánchez siga día tras día con las máximas dificultades para conseguir apoyos para las propuestas de su Gobierno progresista. Dan lo ... mismo los volantazos del presidente y sus cesiones a Junts y ERC, algunas tan graves e indefendibles como la amnistía a los condenados por el 'procés'. Que el exministro y ex número dos socialista José Luis Ábalos se encuentre cada vez más cerca de la cárcel por corrupto. Que Begoña Gómez esté siendo investigada de forma tan particularmente intensa como irregular por sus prácticas laborales. O que el fiscal general del Estado se halle encausado por un magistrado que lo trata ya como si fuera culpable, aunque parece no hallar pruebas para condenarlo por su supuesta actuación en el caso del novio comisionista y parece que defraudador de la presidenta Ayuso. Da igual. Feijóo sigue sin dar con la tecla que le permita desarrollar una oposición coherente, sin perderse, caer en contradicciones, o cometer errores como oponerse primero y apoyar después la subida del SMI para lograr una derrota parlamentaria del Ejecutivo Sánchez.
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El penúltimo dolor de cabeza para Génova se llama Carlos Mazón, aún presidente valenciano. El político conservador, que fue el primero en correr a pactar con la ultraderecha, prosigue su carrera de mentiras, ocultamientos y despropósitos desde la trágica dana que hace cuatro meses acabó con la vida de 227 personas. Además de no estar donde debía cuando debía, de engañar y mentir una y otra vez, el miércoles dio una nueva versión de cuando llegó al centro de emergencias: a las 20.28 horas. Es decir, diecisiete minutos después de que se alertara a los valencianos en sus móviles, tarde y con un texto genérico, cuando decenas de personas ya había perdido la vida. Objetivo, parece: intentar escurrir el bulto judicial.
Feijóo ha intentado taparle. Ha mentido por él asegurando que el día de autos le tuvo en todo momento informado. En el reciente encuentro de barones de Asturias recibió el abrazo posiblemente del oso de los demás presidentes del PP. Pues bien, lejos de taparse, de pasar a un segundo plano y centrarse en la reconstrucción, Mazón sigue su indecente exposición diaria.
El líder del PP no puede destituir al presidente de la Generalitat. Pero sí podría anunciar que no repetirá como candidato. O directamente cesarlo como presidente regional y nombrar una gestora. No hay encuestas recientes pero es previsible que Mazón esté causando una sangría de votos al PP en una comunidad que es la cuarta que más diputados envía al Congreso: 32 de 350.
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No es el único gran dilema que enfrenta Feijóo. Dejando a un lado si permitirá a sus barones dentro de unos meses acogerse a la quita de deuda que ha ofrecido Sánchez para contentar a ERC, el otro gran dilema es el de siempre: Vox. Tras el servil alineamiento de Abascal con Trump en la reciente cumbre ultra de Washington, el PP debe decidir si corta amarras definitivamente con los ultras -en alza- o si sigue aguantando porque sin ellos puede que le sea más difícil alcanzar La Moncloa. El laboratorio de ideas de Aznar, Faes, ha lanzado una durísima andanada contra Trump y contra el político de Amurrio. Feijóo, no. Veremos.
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