Bofetón independentista

Carles Puigdemont, el huido president de la Generalitat, logró un buen resultado. Junts se hizo con 35 escaños, tres más que en 2021, que le sitúan como segunda fuerza en el nuevo Parlament. La debacle 'indepe' fue culpa del batacazo de ERC. Los republicanos recibieron un duro voto de castigo por su gestión al frente del Govern, en circunstancias muy complejas por su situación de minoría tras la fuga de Junts. Los de Aragonés perdieron 13 de sus 33 escaños, que amenazan con enterrar el futuro político del president en funciones. La CUP también se dejó 5 de sus 9 diputados.

Los números vienen a dar la razón a Pedro Sánchez en su anunciado propósito de pacificar Cataluña. Primero con los indultos a los líderes del 'procés' y ahora con esa ley de amnistía mucho más difícilmente entendible. Amén de otros cambios legales.

Reseñable también el arreón del PP de Feijóo, que multiplica por cinco los 3 escaños que tenía y logra 15. Ello le permite un simbólico 'sorpasso' a Vox, al que le arrebata la cuarta posición, pese a que los de Abascal conservan sus 11 diputados.

Pero el hecho de que el electorado dejara ayer un poco más atrás el fallido 'procés' separatista no garantiza que se resuelva el complejo puzle político catalán. Los independentistas no suman mayoría absoluta, es decir 68 escaños, ni con los ultraderechistas soberanistas de Aliança Catalana. En cambio, PSC, ERC y comunes sí podrían conformar un eventual Govern de izquierdas, pese al descalabro republicano y a que la izquierda de la izquierda de Yolanda Díaz se dejó 2 de sus 8 representantes. Un mal menor tras el 'cero' gallego y el bofetón vasco.

Podrían. Pero todo apunta que no ocurrirá. ERC, un partido con dos almas, la soberanista y la progresista, descartó anoche tal posibilidad. Pere Aragonès anunció que su grupo, tras el fenomenal estacazo recibido del electorado catalán, estará la próxima legislatura en la oposición. Una decisión que podría conducir al bloqueo y a una eventual repetición de las elecciones.

Podría ocurrir. Pero Carles Puigdemont, que prometió retirarse de la vida pública si no lograba regresar al Palau de la Generalitat, lanzó anoche una invitación al resto del independentismo para considerar la posibilidad de conformar un Govern de coalición en minoría.

Si ERC acepta, la última palabra puede tenerla un Pedro Sánchez que podría verse entre la espada y la pared de ceder o quedarse sin apoyos catalanes para seguir en Moncloa. Si para el 26 de agosto no hay una solución tendremos repetición electoral. Huele a bloqueo y vuelta a las urnas.