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Jueves, 24 de abril 2025, 19:14
El espectáculo dura unas semanas, hasta que la flor cae para dar paso al fruto, pero su carácter efímero no resta un ápice de belleza al asunto. Al contrario. Es esa livianez temporal, ese visto y no visto, lo que provoca emoción. Por eso quien quiera asistir al destello blanco esta temporada debería ponerse en marcha ya mismo, si no, esperará a la próxima temporada. En tierras zaragozanas, el campo se viste de nupcias. Ningún organizador de bodas podría diseñar mejor decorado que el de hectáreas de cerezos en flor. Ningún detalle floral quedaría tan perfecto como el que la sucesión de filas de estos árboles en pleno estallido ofrece.
La estática marcha de damas de honor naturales crea el velo perfecto para un vestido de novia, solo que en este caso la pretendiente se casa con un espectacular paisaje frente al embalse de Mequinenza, asomado a un Ebro dispuesto a mantenerse fiel al matrimonio. Como en la vida, tras la ceremonia llegará otra explosión, la del rubor enamorado, el rojo vestirá el mundo de color carmín gracias a los frutos del amor. Allí nacerán las cerezas más tempranas de Europa que parten rumbo a paladares exquisitos una semana antes de que el resto de uniones dé a luz a sus coloradas hijas. Esa circunstancia convierte a las cerezas de Caspe en descendientes privilegiadas cuyo aparición temprana se paga en oro.
Lo asegura Emil Hortea, anfitrión que conduce a través de campos níveos, por una finca con preciosas vistas sobre el río y un cierzo que sopla sin complejos. Rumano de procedencia, es uno de los maestros de ceremonia de este milagro al que sus ojos ya se han acostumbrado. Los invitados, sin embargo, seguimos perplejos, lanzamos fotos a diestro y siniestro para perpetuar el instante. «La altura de los árboles debe ser similar, se podan para que a la hora de recoger las cerezas, los recolectores lleguen a la zona más alta. En esos momentos, puede haber trescientas personas trabajando, es un trabajo duro, a veces a 40 grados, no es raro que la gente se maree», explica. Nunca hubo mejor tul ni ramo tan amplio como el observado, tampoco matrimonio tan espectacular como este en el que un cielo raso ejerce de testigo. Ahora sabemos que, como el resto de enlaces, tampoco es perfecto, requiere esfuerzo y labor continuada. Rezar por un clima que no estropee el trabajo diario y enfrentarse a un viento que en ocasiones muestra una emoción desaforada, porque el cierzo es así, espontáneo hasta revolver cabellos y descolocar ropas.
Pero ubiquemos el milagro, para ir a verlo. La zona regala otros atractivos, no es necesaria la invitación al enlace para disfruta de ella. Estamos en tierras zaragozanas, en Caspe. Capital del Bajo Aragón, se encuentra a 101 kilómetros de la ciudad de Zaragoza. Queda próxima a Tarragona, a solo 15 kilómetros. Y reposa frente al embalse más grande del territorio aragonés. Allí, el turista comprende por qué denominan al río el 'Mar de Aragón', también la importancia del lugar antaño, su posición estratégica en pleno Valle del Ebro, cerca de la desembocadura, salida de Aragón al Mediterráneo.
La zona suena a canto de sirenas para pescadores y amantes de la naturaleza, solo que nadie encalla en estas aguas. Al contrario, permanece atado a ellas por la belleza panorámica. Cerezos y olivos adornan el paisaje, pinares imprimen el toque verde a la imagen de secano de algunos tramos que hipnotizan. Pero no crea el futuro visitante que la vista es plana e infinita. La tierra se alza con montes, regala ondulaciones que forman pasillo a un Ebro henchido de gozo, ensanchado en algunos tramos más de un kilómetro de orilla a orilla. Igual que la tierra ofrece cerezas y aceitunas, melocotones y nectarinas, el agua otorga carpas, alburnos, lucios, percas, siluros... No es difícil observar barcas cuyos pasajeros lanzan la caña a la espera de una pesca que no tardará en llegar. Desde la riberas observan el espectáculo senderistas llegados a través del GR 99, El Camino Natural del Ebro, que peina la zona. Andarines que obedecen también al Camino Jacobeo del Ebro y a otros de menor recorrido que parten desde el municipio como el de Puente de Masatrigos (10,4 km) o la Ruta del Bajo Guadalope (19,5 km).
Muchos buscan desconexión mental y digital, y la encuentran en entornos naturales como el camping TAIGA Lake Caspe (www.taigaresorts.com), donde relajarse y conectar con uno mismo es sencillo. Ofrece la oportunidad de pasar varios días de asueto diferentes, dedicados a pasear, pescar, leer… a dejar pasar la vida sin prisa y asombrarse con un cielo de infarto donde las estrellas titilan cada noche dibujando un techo natural incomparable que agradece la falta de contaminación lumínica, de ahí que desde el ayuntamiento local estén tratando de declarar la zona Starlight. «Hemos contactado ya con la Starlight Fundación, para aprovechar esta maravilla», adelanta Antonio Manuel Guíu, tercer teniente de alcalde y encargado del Área de Patrimonio Histórico-Artístico y Medioambienal.
Como el resto de sus vecinos, se siente orgulloso del hogar que le hospeda, de su presente natural y su pasado histórico. Del Embalse de Mequinenza, donde practicar actividades acuáticas y recreativas, kayak, SUP, paddle surf... sobre aguas tranquilas, y acercarse navegando en bote de motor o vela hasta la ermita de La Magadalena (XVIII). «Enclavada encima de un meandro, a pocos metros del conocido como Más de la Punta, solo permite el acceso por tierra cuando baja el nivel del embalse, por lo que la travesía naútica hasta allí es un lujo», comentan desde TAIGA, grupo gestor de los establecimientos que conforman su oferta de Campings Resort en España.
Los alojados en TAIGA Lake Caspe podrán alquilar allí embarcaciones y kayak, también equipos de pesca y bicicletas a muy buen precio (3 horas a 9 euros, día completo 15) para recorrer el GR 99 que pasa por el campamento. Sentarse a orillas del río a pescar, si no apetece adentrarse en el Ebro, o leer. Tumbarse al sol en su pequeña playa y en la piscina, o flotar gracias a los patines de agua. Las posibilidades de alojamiento son amplias, desde bungalows estrenados este mes de marzo, donde aún se aprecia ese aroma a nuevo que convierte al huésped en encargado de inaugurarlos, hasta parcelas amplias de 7 metros por 10 con conexión eléctrica para caravanas o tiendas de campaña, de manera que cada cual adopte la estancia a su economía y gustos. Y con la ventaja de disponer allí mismo de bar, restaurante, minimarket y lavandería.
«Una experiencia inolvidable, ideal para escapadas, con servicios completos, perfecta para familias, parejas, amigos y pescadores que deseen disfrutar de la naturaleza y relajarse en un entorno privilegiado entre la máxima tranquilidad e independencia. Los bungalow cuentan con dos habitaciones de camas con los mejores colchones para garantizar un buen descanso, cocina totalmente equipada, baño con ducha y terraza privada para disfrutar del entorno y el sol», especifican. Porque el camping no está reñido con la comodidad.
Bosques, montañas y vistas panorámicas del embalse aguardan a quienes decidan andar o pedalear, sendas donde disfrutar de la flora y fauna local para mantenerse activo durante esas jornadas. Los adictos a la observación de pájaros cuentan en los alrededores del embalse de Mequinenza, extendido sobre 110 kilómetros de longitud, hasta 60 metros de profundidad y 500 kilómetros de costas y acantilados, con un entorno excelente donde vigilar a aves acuáticas y terrestres con sus prismáticos. Especies diferentes y llamativas como la abubilla, el águila real, la carraca europea, el buitre leonado, la avefría europea o el somormujo lavanco. Además, si tienes mascota, puedes alojarte con ella, llevarla durante tus paseos, lograr que ambos hagáis ejercicio.
«Además, una visita a Caspe ciudad acercará a la historia de uno de los momentos más significativos del siglo XV. Tuvo lugar concretamente en el año 1412, cuando se rubricó el decisivo Compromiso de Caspe, que se ha convertido en gran fiesta para la localidad durante el viernes, sábado y domingo más próximos al 28 de junio», recuerda Guíu. Dos años antes había muerto sin descendientes legítimos el rey de Aragón, Martín I 'El Humano'. La sucesión al trono, por tanto, suponía un problema. Varios candidatos reclamaban sus derechos, una guerra civil asomaba entre tanto 'yo me lo pido'. Resumiendo, por no hacerlo largo, nueve hombres de leyes, tres por cada brazo principal del reino, Aragón, Valencia y los Condados Catalanes, se reunieron para votar a su preferido. La elección promovió un diálogo, algo poco común en una época donde las decisiones se tomaban a base de sangre. Ganó la apuesta el infante castellano de la Casa de los Trastámara, Fernando I de Aragón, abuelo de Fernando el Católico.
«Las deliberaciones tuvieron lugar en el Castillo de la Orden de San Juan, conocido desde entonces como el Castillo del Compromiso, en el promontorio de La Peñaza», narra el guía José Fillola. La misa solemne fue en la Colegiata de Santa María la Mayor (XIII). Una representación teatralizada, con vestimentas y atrezzo acerca ese momento en junio, A ella acuden los vecinos de este municipio multicultural donde conviven un buen número de nacionalidades, porque son muchos los temporeros que acuden para trabajar en el campo durante la recolecta de frutas. Las escalinatas de la Colegiata hacen de escenario mientras en la calles se suceden mercados medievales, farsas y representaciones, exhibiciones de tiro con arco y cetrería.
En la iglesia, por cierto, escuchará muchas veces el recién llegado el nombre Juan Fernández de Heredia, gran Maestre de la Orden de San Juan, que mandó construir allí su mausoleo funerario. Hombre de religión y guerra, destacó por sus actividades organizativas, bélicas, diplomáticas y económicas, gracias a las que pudo financiar empresas artísticas y literarias como la traducción de obras griegas al aragonés. Aunque su sepulcro fue destruido durante la Guerra Civil, queda uno de sus legados, «la cruz de uso personal que su amigo el papa Clemente VII le regaló, la Vera Cruz de Caspe que, según la tradición, contiene un gran fragmento de la cruz de Cristo», explica Fillola. Amplían los datos con detalle durante las visitas guiadas que la Oficina de Turismo local propone. Situada en la Plaza de España, 2 (teléfono 976636533).
Allí podrá reservar el turista tres distintas: 'Caspe medieval: fundación, orden de San Juan y Compromiso de Caspe', de martes a sábado a las 11:00 y el domingo a las 10:00, para conocer la historia y el patrimonio más importante de época medieval en Caspe. 'Caspe en el siglo XIX: las guerras carlistas, un siglo de destrucción'f, de martes a sábado a las 16:00 horas (en julio y agosto a las 17:00), sobre el siglo XIX en el que lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo no acaba de morir, un periodo marcado por la invasión napoleónica y el posterior conflicto dinástico que desemboca en las Guerras Carlistas. Y 'Caspe 1937: capital del Consejo de Aragón', los sábados a las 16:00 horas (en julio y agosto a las 17:00), acerca del primer año de la Guerra Civil Española en Caspe, cuando tuvo lugar un gobierno anarquista tras el paso de Durruti que convirtió a la ciudad en la capital del gobierno autónomo de Aragón
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Quien vaya por libre, no debe olvidar acercarse hasta la Torre de Salamanca, situada en el Cabezo de Monteagudo. «Formó parte de una red de torres ópticas ideada para las guerras carlistas, un sistema de comunicación creado en 1874 por el general Manuel Salamanca, instalado sobre la margen derecha del río Ebro», añade. Para controlar la zona se construyeron cincuenta torres de vigilancia que respondían a un código especialmente creado para entenderse. La de Salamanca, con aspecto de castillo, se inició en 1875, reutilizando las piedras del Castillo y el Convento de los Sanjuanistas.
El 'Aparato Salamanca' constaba de un mástil y dos aspas que se colocaban en tres posiciones, las combinaciones permitían representar los números del 0 al 9 y las letras A y B, formando frases. Construir esta torre supuso un gran esfuerzo debido a la paupérrima situación económica que habían generado las incursiones armadas de las Guerras Carlistas. «Lo curioso es que, después de tanto empeño, jamás se utilizó para lo que había nacido, porque el sistema se había quedado viejo ya antes de estrenarlo», comenta Fillola dentro de la torre, donde una exposición informa sobre todo este proceso.
La gastronomía también forma parte del disfrute, de unas vacaciones bien aprovechadas, por eso habrá que dejar espacio al estómago en este aventura. Los amantes de la carne deben buscar restaurantes donde pedir el deseado ternasco de Aragón, plato estrella hecho con cordero joven aderezado con hierbas y que se acompaña de patatas asadas. Las migas aragonesas colman los sentidos gracias al pan desmenuzado, mezclado con ajo, pimientos y chorizo. Respecto al plato de pescado, tiene fama el bacalao al ajoarriero, sabroso y aromático. Y de postre, almojábanas, masa de harina, agua y aceite que se fríe y se espolvorea con azúcar, crujiente por fuera y suave por dentro, para acabar esta visita dulcemente.
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