El elanio azul es una rapaz de llamativo plumaje. Adobe Stock
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La rapaz que se camufla en los cielos grises

Elanio Azul (Bizkaia) ·

Conocido como el pájaro de ceniza, esta especie originaria de África es una bella rareza en Euskadi que saltó a la península cuando se desbrozaron los encinares

Martes, 12 de noviembre 2024, 00:43

Ocurrió hace mucho de paseo campestre por uno de esos montes que delimitan el mar y la cuenca del Nervión, un buen mirador para los aficionados a la ornitología y también para los cazadores que aguardan el pase de las palomas torcaces. Un paraje de la Bizkaia rural más urbanizada y peinada por el viento en la que era habitual, y lo es aún, observar el vuelo de ratoneros, cernícalos y milanos. Pero esa rapaz que esa vez sobrevolaba una colina mientras rastreaba un claro en busca de una presa era extremadamente rara.

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Tenía un plumaje gris azulado con manchas negras en los hombros y una especie de máscara en su cara, como se podía apreciar con los prismáticos. Una llamativa coloración blanca que rompía con la estampa de las aves típicas de la zona. Un tono eléctrico, difícil de distinguir entre las nubes. De hecho, su plumaje le permitía camuflarse en el cielo gris.

  • Nombre Elanus caeruleus. Presas Reptiles, mamíferos e insectos.

Con la imagen fresca de su silueta aún en la memoria, y entonces todavía sin internet, lo más práctico fue consultar en esas guías de fauna de toda la vida, como las editadas por Blume o Ediciones Omega. Y ahí se identificaba al pájaro, con un nombre que evocaba lugares exóticos y definía muy bien lo visto: elanio azul (elanus caeruleus). Un bicho raro y bello a la vez. Así quedó anotado en el cuaderno de campo. El pájaro de ceniza.

El ejemplar avistado entonces sería una auténtica rareza, aunque hoy la especie va expandiéndose -hay constancia ya de elanios azules que eligen Euskadi para invernar-. Originario de África, esta rapaz algo más achaparrada que otras de su clase comenzó su expansión en la península ibérica en los años del desarrollismo económico. No llegó de la mano de los cazadores como el Arrui -una cabra del Atlás que ha repoblado serranías del Levante y los pinares de la isla de La Palma por su interés cinegético-. Tampoco traído por el ecologismo, como el ibis eremita, otra rareza de la ornitología que ya anida en Cádiz. El elanio azul saltó a la meseta cuando los encinares fueron desbrozados por la actividad agrícola para convertirse en campos de cultivo que conviven con los árboles en lo que hoy llamamos dehesa. Y desde entonces prosiguen su expansión, cruzando ya los Pirineos.

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