Una tarjeta única para visitar todos los museos, torres, palacios y cuevas de Cantabria
Es válida hasta para cinco personas y permite ahorrar dinero en las entradas de las diferentes opciones turísticas de la comunidad vecina
Haz la cuenta. Tienes un año, a partir de la fecha de solicitud, para conocer 19 opciones turísticas las veces que quieras por solo 70 euros. Imagina que no dispones de mucho tiempo, así que inviertes un día al mes en turistear. Que ese día visitas dos lugares… te saldría a 2,91 euros por visita y persona, barato. Además, como la tarjeta sirve para grupos de hasta 5 personas (familiares o amigos), si sois tres, por ejemplo, un número bajo, divide esos 2,91 euros y obtendrás la ridícula cifra de 0,97 a pagar cada uno. Rentable es, desde luego, una entrada por menos de un euro.
Hablamos, aún no lo hemos presentado, del Pasaporte de Cultura de Cantabria, que puedes adquirir en las taquillas de los centros adscritos u online en la web www.culturadecantabria.com. Válido para conocer museos, torres, palacios y cuevas, entre otras opciones. A continuación, profundizamos en algunos de esos recursos, pero recuerda que hay más.
Tudanca
Casona de Tudanca
Partimos en dirección occidente, al valle del río Nansa. Allí aguardan Tudanca y su declarado Conjunto Histórico Artístico por lo bien que conserva el aspecto de núcleo rural de montaña. Entre tanta belleza, accedemos a La Casona, edificio de 1752 levantado por orden del indiano Pascual Fernández de Linares, quien logró su fortuna en Perú y quería alardear de ella con este inmueble. Lo peculiar de esta muestra: se trata de la recopilación de una familia, singularizada en el último propietario, José María de Cossío. Eso significa: una selección de piezas muy personal.
¿Pero, qué ver concretamente al entrar? Una mezcla de muebles incorporados desde 1752, piezas cotidianas y, en contraste, obras de artistas de primer nivel. Una presencia importante de arte y literatura. Por enumerar, dentro del mobiliario: camas, baúles, arcones, bargueños... de diferentes estilos. Arte con: acuarelas, grabados, esculturas... Textiles como sábanas bordadas, colchas y manteles, casullas ricamente bordadas, incluso un poncho ceremonial peruano bordado en plata con el escudo familiar. Y el aplauso máximo, la biblioteca y el archivo, partes más valiosas de la colección. Manuscritos literarios, correspondencia autógrafa y fotografías de los principales escritores del siglo XX, referente nacional en este tipo de muestras.
Retortillo
Ciudad romana y domus de Juliobriga
Viajamos hacia atrás en el tiempo, hasta la época romana. A una reconstrucción, la de la casa-domus enclavada sobre la antigua Juliobriga. Con vistas preciosas del embalse del Ebro. Una copia de la Casa de Los Morillos, excavada en esa ciudad. Donde vivía antaño una familia de clase media-alta. Comenzamos el recorrido con toque de historia, la de la 'ciudad fortificada de Julio', a la que puso nombre el emperador Octavio Augusto en recuerdo de su padre adoptivo, Julio César, tras la victoria contra los cántabros en el 19 a.C.
Aseguraba, por entonces, Plinio el Viejo que era el «único de los nueve poblados cántabros digno de ser recordado por su desarrollo urbanístico». Contaba con actividad administrativa. Era el rincón de tránsito perfecto para las mercancías llevadas del mar hacia la Meseta. Por eso se convirtió en una próspera ciudad en los siglos I y II, aunque uno después languideciera abandonada. Acercarse supone encontrar más datos sobre todo esto. En el Centro Domus espera una exposición permanente con objetos recuperados durante las excavaciones.
La visita arranca con audiovisual sobre los antecedentes históricos y la fundación del lugar. Gracias a escenografías y a una visita guiada, el público conoce las principales estancias de una casa romana, su atrium (patio interior), lararium (altar), la culina (cocina), el triclinium (salón-comedor), cubiculum (dormitorio) y la tabernae (tienda). Mientras aprende cómo se desarrollaba la vida de aquellos habitantes y sueña con una época tantas veces vista en las películas.
San Felices de Buelna
Torre de Pero Niño
Una loma del antiguo Condado de Buelna sirve de base para esta torre del Bajo Medievo. Su primer dueño fue el Almirante Pero Niño, I Señor de Cigales. Se levantó a finales del XIV por mandato del hermano, Alfonso Niño, en estilo gótico de planta rectangular. Dibujando un cubo hasta los 14 metros de alto.
En aquel momento, su planta servía de almacén y caballerizas. La central hacía de vivienda para el tenente, informador del Señor y administrador del Condado. La superior era de vigilancia y para el servicio. Por sus ventanas disparaban ballestas en caso de peligro, de ataque.
Ahora acoge la exposición permanente 'Pero Niño: Vida y andanzas de un caballero medieval', basada en 'El Victorial', texto que narra las hazañas de este noble señor, del que dicen «siempre vencedor y nunca vencido». Un audiovisual marca el comienzo de la visita que habla del rico patrimonio arqueológico del valle. Mediante audiovisuales y hologramas, su alférez, Gutiérrez Díez de Games, es quien describe la vida caballeresca y cortesana del personaje desde crío en la Corte hasta su muerte. El recorrido entretiene e informa.
Ramales de la Victoria
Cueva de Covalanas
Situada en la ladera noreste del Monte Pando, sobre la cavidad de El Mirón, que estuvo habitada al menos durante los últimos 45.000 años. Conocida también como la 'Cueva de las ciervas rojas', la descubrió el padre Lorenzo Sierra en 1903, ayudado por Hermilio Alcalde del Río. Se trata de la segunda cavidad con arte paleolítico hallada en la cornisa cantábrica, tras Altamira.
Aunque pequeña, dispone de dos galerías que comparten zona de abrigo exterior, donde no parece que viviera nadie. Y de una muestra de pinturas rupestres paleolíticas. Hay dieciocho ciervas, un ciervo, un caballo, un uro, una posible figura de tipo híbrido y tres signos rectangulares, además de puntos y líneas dispuestos en frisos. Un conjunto muy característico que hace volar la imaginación. Su cronología parece difícil de fijar, aunque se sitúa en torno a los 20.000 años antes de Cristo.
La forma de dibujo predominante, de trazado, se concreta a base de contorno punteado hecho con los dedos, modo muy característico de cavidades situadas entre la cuenca del río Nervión, en Bizkaia, y la del río Sella, en Asturias. Pero la mayor concentración tiene lugar en torno a la cuenca del río Asón. Esas similitudes hablan de grupos humanos con vínculos, gráficos similares dentro de diferentes valles, que confirman contactos entre los sujetos antaño.
Quien tiene la suerte de admirar las figuras observa la viveza y frescura del color rojo, el tamaño grande de los motivos, el punteado del contorno animal y la concentración de la mayor parte de las figuras en un área bien delimitada. El ambiente resulta atractivo, envuelve a los presentes en un halo de misterio. «Al entrar en la cueva, sumidos en la penumbra de la misma, parece que las figuras cobraran vida, como si quisieran escapar de la roca», comentan los expertos. Como si un prehistórico folioscopio creara esa primitiva ilusión de movimiento.