¿Quién atrapará a la pistia de Domaikia?
Santiago Yániz
Viernes, 29 de agosto 2025, 08:43
Si digo que hay una pistia en Domaikia muy poca gente sabrá de qué hablo y tampoco por dónde cae el pueblo de Domaikia. Y si digo que puede que la morada de la pistia está en el carrascal del monte Iruratxi, seguro que solo los vecinos saben dónde está porque es muy poco prominente, apenas un peñasco escondido.
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Domaikia y el monte Iruratxi pertenecen al Ayuntamiento alavés de Zuia, repartido por los pies de los parques de Gorbeia y Urkiola, y la pistia es cualquier fiera, alimaña o bestia que por desconocida, porque nadie la ha visto o identificado, no puede nombrarse. En Domaikia se recuerda que antaño hubo una pistia que aterrorizaba a los habitantes del lugar, por supuesto más a los niños a quienes también atemorizaban amenazando con su encuentro. Cuentan por esas tierras que la Piztia vive en una cueva del monte Iruratxi y solo sale de ella en momentos de luces oscuras, en medio de tormentas o temporales de invierno. Entonces baja a los pueblos, se echa encima del ganado y si se cruza con un vecino puede llegar a devorarlo. Cuentan que debía ser gigante, que tenía un solo ojo, forma de pájaro, que podía ser un dragón... pero todo suposiciones porque nadie la había visto.
Tan temerosa estaba la gente de Domaikia de su pistia que cuando les tocó por turno presidir las celebraciones en el santuario de la Virgen de Oro lanzaron una larga rogativa que así comienza:
«Soberana Virgen de Oro, líbranos de todo mal, te lo pedimos a coro, de la Pistia del Carrascal. / En la villa de Domaikia ya se van a pacentar los alegres pastorcillos que el ganado han de cuidar. / Pero negros nubarrones amenazan tempestad que la bestia más horrible se oculta entre el encinar. / Los abuelos de Domaikia, en las noches de nevar, cuentan horribles leyendas alrededor del hogar. / Y los pobres nietecitos ya se han echado a temblar y es tanto el miedo que tienen que no quieren irse a acostar...»
Yo, como soy curioso y atrevido, me fui una tarde a la peña del Carrascal de Iruaitxi por ver si hallaba la cueva o algún rastro de la pistia. Por si acaso no me atreví a ir de noche. Resultó muy difícil llegar, abriéndome paso entre alambradas, zarzas y cerrada vegetación para terminar encaramado en el peñasco calizo. No había allí arriba ni cueva, ni pistia, solo el roquedo elevado entre robles que al menos ofrecía una bonita vista de este rincón de Zuia, donde se asientan los pueblos vecinos de Lukiano, Vitoriano, Domaikia y Aperregi.
Con las vistas hermosas solo me quedó buscar memoria y ahí encontré que la pistia de Domaikia pudo quizá ser un oso de los que campaban por allí todavía a comienzos del siglo XIX. O acaso lo que llamaban entonces «katamotza» o «tigueres», tigres más pequeños que los comunes aunque tan fieros, equivalentes a los linces salvajes, y que el historiador Landazuri identifica habitando en los montes de Zuia. El mito sigue ahí a la espera.
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Por si acaso, para no olvidar a la pistia, los de Domaikia comenzaron a salir desde el año 2005 en cada noche de San Bartolomé, que toca el 24 de agosto, a su caza y captura. La pistia es exitosamente atrapada, enrejada y conducida en un carruaje por todo el pueblo para exhibición y escarnio popular. Pero, lamentablemente, escapa de nuevo a su morada natural desde donde seguirá atemorizando a los paisanos.
Si alguien quiere conocer a la pistia tiene que irse a Domaikia a buscarla. Y si la encuentra que nos diga qué aspecto tiene.
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