Los espías no tienen edad en Simancas
Los servicios de inteligencia llevan siglos ocultando esos papeles que ahora pueden verse en el Archivo de Simancas
elena sierra
Jueves, 20 de septiembre 2018
Lo más normal, si es que se visita el Archivo de Simancas durante lo que queda de este año y la primera mitad del que viene, será salir hablando en clave. Todo estará ya cifrado. Nada será más lo que parece. Se mirará para atrás, se tendrá cuidado al acercarse a las esquinas, se rebuscará en los cajones o se analizarán papelotes en busca de algo más que lo más obvio. En casos muy extremos, incluso, se utilizarán alias y se mandarán los mensajes en códigos que pocos dominan. Bueno, esto último ya es algo habitual, con el lenguaje que se usa en las redes y en el whattsapp... Pero pasarse por la exposición 'Espías: servicios secretos y escritura cifrada en la monarquía hispánica' solo puede agravar la cosa. Porque entre los muchos papeles y mapas, entre toda esa información enviada por agentes secretos de todo tipo y condición de hace varios siglos, la columna vertebral la componen documentos como la nota de un espía italiano explicando a su superior jerárquico de Venecia cómo va a escribirle cartas de manera oculta, incluida tinta invisible; muestras de escritura microscópica realizadas por el italiano Carlos Fantino y un documento cifrado escrito en tela de lino.
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La exposición muestra más de setenta documentos de los muchos que almacena este archivo vallisoletano al que hace poco la UNESCO otorgaba la calificación de 'Memoria del Mundo', y que comenzó a funcionar como tal en 1540, fundado por Carlos I en un viejo castillo. Cómo se organizaban los servicios de inteligencia en la estructura del Estado, qué herramientas usaban y un poco de historia de la criptografía son los tres grandes bloques de la muestra. En el recorrido que hace públicos algunos secretos de los siglos XV, XVI y XVII, que fue cuando el espionaje se convirtió en un arma fundamental para la gestión de los Estados modernos aunque se asocie sobre todo a épocas más recientes (como la Guerra Fría), se hace referencia a que Cervantes, Rubens y Quevedo fueron espías, los más ilustres.
Mapas y cartas
Hubo muchos otros repartidos por las tierras de la Corona y por los imperios rivales. Barriendo para casa, ahí se cuentan los trabajitos del militar, marino e inventor vizcaíno Pedro de Zubiaur para Felipe II. Entre otras cosas, se dedicó al espionaje industrial, a desentrañar el funcionamiento de algunos ingenios londinenses que podrían servir en tierras castellanas. Mapas de Londres, y de otras ciudades, con notas de los espías, ayudan a ponerse en situación.
Lo de Zubiaur sucedía a comienzos del siglo XVII. Unos años antes, en 1597, están datadas las cartas de la vascofrancesa 'Señora de Urtubia', que al parecer fue agente de la Liga Católica en la Baja Navarra, al servicio del mismo monarca. En Simancas se exponen 19 de las cartas que envió sobre la comarca del Bidasoa... en euskera.
La visita a la exposición sirve además para darse un paseo por esa fortaleza de piedra casi blanca de la que, desde la autopista, llaman tanto la atención las torres rematadas de color. La entrada al Archivo General puede realizarse de forma gratuita habitualmente, pero esta exposición le da más sentido al paseo. Que, claro, continúa después por las calles de Simancas, la villa de las siete mancas -por las siete doncellas cristianas que se cortaron una mano cada una cuando las enviaron como regalo al califa-. 17 arcos tiene el puente sobre el río que se ve desde los restos de la muralla, y callejeando se ven pronto la iglesia gótica de San Salvador y el ayuntamiento neoclásico, y las plazuelas en las que tomarse algo.
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