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Carranza, una escapada verde de premio

Ha quedado en segunda posición en el certamen para elegir la Capital Rural 2025 que premia el impulso y cuidado del turismo campestre en España

Jueves, 4 de diciembre 2025, 19:59

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No ha ganado, pero ha conseguido un meritorio segundo puesto que lo eleva como destino buscado, disfrutado y preferido. El municipio vizcaíno de Carranza brilla como número dos en los resultados del certamen Capital de EscapadaRural 2025, cuya labor es conceder visibilidad a localidades que apuestan por el desarrollo del turismo rural. Venció en el ranking la extremeña Jerez de los Caballeros, poseedora del 24,7% de los más de 40.000 votos populares emitidos. Carranza no quedó nada mal, se hizo con el 12,6%, buena cifra teniendo en cuenta que el pastel se repartía entre un total de diez concursantes, lo que implica una estadística favorable.

Aprovechamos la excusa para volver a estas tierras que enamoran en cuanto las conoces, a sus múltiples propuestas y ese olor y sabor a campo y a monte, a verde, que dibuja sus extensiones. Llegar hasta allí nunca ha sido demasiado fácil, los coches serpentean sus confines mareados de felicidad, pero esa misma complicación puede ser la causa probable de haberse protegido de influencias externas y haber mantenido su esencia arraigada en la naturaleza y la ganadería. Aunque, curiosamente también, a esta misma afirmación sigue otra contraria, pues algunos de los edificios más singulares de su arquitectura vinieron de lejos, levantados por el dinero de quienes habían partido a hacer Las Américas y regresaron como indianos, con la bolsa llena.

Marcas de senderismo por la comarca. Jordi Alemany

Apunte para quienes aún no lo sepan: hablamos del municipio más extenso de Bizkaia, mide exactamente 138 kilómetros cuadrados entre los que se desenvuelven 49 núcleos de población agrupados en 16 parroquias y localizados en la zona más occidental de la comarca de las Encartaciones. Por eso un solo día no basta para conocerlo, así que mejor decidirse por pasar un fin de semana en una casa rural, que es lo que pega, e ir de izquierda a derecha y de arriba a abajo de este valle encantador.

Sobre tanta tierra, habrá mucho edificio por ver, casas-torre levantadas durante las guerras de banderizos, apaciguadas más tarde tras perder su función primigenia, como la del Campo en San Esteban o la de Sangrices. Palacios tampoco faltan, el de Angulo retrata un interesante conjunto que empezó a tomar forma en el siglo XVII; el de Prieto de Ahedo, en Ranero, otro barroco con escudos de armas en la fachada principal; el de Prieto Ahedo en Santecilla; el de Trevilla en San Esteban, con fachada principal en sillería y algunos elementos góticos; o el de Angulo en Manzaneda de Biañez, uno de los de corte clasicista más destacables.

No acaba la lista aquí, suman presencia el Palacio de Villapaterna, en La Lama, clasicista típico de la traición vizcaína, adosado a la ermita de Nuestra Señora del Rosario, juntos Bien de Interés Cultural en la Categoría de Monumento; y los palacios de Portillo, en El Callejo, y Pando, que respondieron a la nueva tipología del siglo XVIII, reproduciendo rasgos de las casonas de la montaña.

Caserío de uno de los 49 núcleos de población Fernando Gómez.

Frente a los caseríos que hablan de labranzas y animales, contrasta la presencia del patrimonio indiano surgido a principios del siglo XIX, cuando jóvenes locales emigraban en busca de futuro, alentados por la pobreza imperante. Muy pocos consiguieron cumplir aquel sueño de bonanzas y riqueza, pero quienes lo hicieron regresaron a la tierra natal para alardear de su suerte y dejar claro en sus grandes casas su recién estrenado nivel adquisitivo. Para instalarlas eligieron, principalmente, los barrios de Concha y Ambasaguas.

Por centrar la atención en algunos inmuebles y no dispersarnos, destacan, por la forma constructiva y el colorido, el Chalet Hernaiz en la Concha y Portillo en La Tejera, con intervención, en este último, del arquitecto francés Jean Darroguy. Los propietarios tenían billetes y querían mostrarlos sin necesidad de abrir la cartera; lo hacían a base de metros cuadrados de hogar y jardín, de adornos y un estilo elegantemente precioso que incluía la presencia de reconocidas firmas en ocasiones.

Vista del altar de la Iglesia de San Miguel de Ahedo, Jordi Alemay

No tenemos claro si esta actitud, este empeñarse en demostrar, era muy católica, pero aquellos moradores acudían, como el resto de población, a los cultos celebrados en los templos del lugar, como la iglesia de San Esteban, en el barrio de idéntico nombre, gótica del XV al principio, reconfigurado en el XVIII. Como curiosidad, su retablo del siglo XVII consta de siete tablas castellanas enmarcadas en la arquitectura clásica, poco usual en la provincia. Más mezcla alberga la iglesia de San Miguel en Ahedo, pues combina estilo gótico, renacentista y barroco, dependiendo de sus distintas etapas de construcción; sin embargo, la de San Pedro Apóstol, en Sierra, se inclina hacia la apariencia renacentista, con retablo de transición al barroco.

Senderismo y buena mesa

Vistas del Parque Natural de Armañón.

La naturaleza no solo decora la comarca, también propone numerosas rutas que afrontar caminando con tranquilidad mientras se disfruta del entorno natural, sendas que harán felices a quienes deseen emplear las piernas. Lo mejor será pasar por la Oficina de Turismo, localizada en el barrio Ambasaguas 22, durante estos meses abre de 10:00 a 14:00 horas. Allí también podrá informarse el vistante sobre la presencia de dólmenes, expresiones funerarias creadas por los grupos de cazadores que habitaron la zona durante el Neolítico y la Edad de Bronce. El Parque Natural de Armañon es el único que se extiende solo en Bizkaia sobre 2.985 hectáreas en los municipios de Karrantza y Trucíos. En sus extremos, entre los ríos Carranza y Agüera, descansan los macizos kársticos de Ranero y Jorrios ,donde se esconden más de 200 cuevas, incluidas Pozalagua, por supuesto, y la Torca del Carlista, lugar de peregrinaje para amantes de la espeleología. Sin embargo, en el centro del parque reinan las areniscas, especialmente el monte Armañón, donde vacas, caballos y ovejas pastan plácidamente. Entre los bosques destacan el encinar adehesado de Sopeña y el robledal de Remendón.

Entrada del centro de interpretacion del Parque de Armañon. Pedro Urresti

Al sur, otro espacio natural protegido aumenta las posibilidades: los montes de Ordunte, sierra con más de 10 kilómetros que hace de frontera con Burgos. En lo alto brezales y pastizales han servido para el pastoreo. Y humedales acogen comunidades botánicas únicas en el País Vasco. Los hayedos pueblan las laderas. A la hora de conocer la zona, conviene acudir al Parketxea-Centro de interpretación del Parque Natural de Armañón y ZEC Montes de Ordunte, situado en la antigua estación de trituración de la cantera de dolomía, junto a la cueva de Pozalagua. Abre de martes a domingo, de 10:00 a 14:00 y 16:00 a 18:00 horas.

Como no todo va a ser andar por monte o asfalto, a la hora de tomarse un respiro y sentarse a la mesa, la recomendación es pasar por Casa Garras, en el barrio Concha (casagarras.com). Negocio familiar, abrió hace más de 45 años de la mano de Pilar Tejera y Bernardino Llamosas. Su hijo Jose Mari, quien creció entre fogones, siguió la tradición familiar, y con el tiempo se unió a ellos Natividad Orcasitas, su mujer, gran cocinera. Hoy día, la tercera generación aporta nuevas ideas, aunque manteniendo la esencia, esencial para ellos. En la cocina, Txema Llamosas, formado en casas de referencia como Azurmendi con Eneko Atxa, Arzak, Zuberoa y elBulli con Ferran Adrià, basa sus platos en producto local y sabor auténtico. Pilar, su hermana, enóloga responsable de la bodega, ha creado el primer txakoli de los viñedos familiares en el Valle de Carranza.

Casa Garras. Jordi Alemany

La patrona

Conviene hacer otra parada en el Santuario de Nuestra Señora del Buen Suceso (XVII). De ese mismo siglo es el retablo barroco cuyo camarín aloja una talla de madera policromada de la Virgen del Buen Suceso de esa misma época, patrona canónica del Valle de Karrantza. Sigue la suma de templos la vetusta iglesia de San Ciprián, en el barrio de igual nombre, armada con decoración románica en una ventana que muestra el calvario. Estilo barroco clasicista tiene la de Santa Cecilia (XVIII), en Santecilla; hay que fijarse en la reja de hierro que cierra la capilla de San Juan Bautista, una de las más interesantes de Bizkaia y en las pinturas de la época que decoran la bóveda.

Como renacentistas, todas llegadas desde el XVII, destacan la de San Julián y Santa Basilis, en Sangrices, creada por el maestro cantero carranzano Bartolomé de la Dehesa; y la de San Martín, en Presa, con retablo barroco en el que brilla la talla en madera policromada de San Martín, una de las más primitivas del arte medieval dentro de la provincia. La iglesia de San Cipriano, en Ranero, que guarda el lienzo del muro de lo que pudiera ser la cabecera de la primigenia iglesia del siglo XI y restos de encachado medieval; y la de San Juan Bautista, en Pando, peculiar por su sistema de abovedamiento de crucería sobre columnas toscanas adosadas.

Exterior de la Iglesia de Nuestra Señora del Milagro Fidel Raso

Elevamos el nivel del muestrario al pasar al estilo neoclásico con la iglesia de San Bartolomé, en Aldeacueva, una de las más interesantes de Bizkaia del siglo XVIII. Y viajamos a una especialmente peculiar, la iglesia nueva de San Andrés, en Biañez, a la que se accede solo con reserva previa. Abierta en 1885, fue el indiano Romualdo Chavarri, natural de este pueblo, quien pagó su construcción. Muestra de corriente neomedievalista, sus pinturas murales constituyen el mayor retablo renacentista de la cornisa cantábrica. Más moderna es la iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, en Soscaño. Edificada en 1910 sobre el solar de la antigua iglesia, hasta mediado el XVIII custodiaban allí el archivo del Valle, y bajo un encino frente al templo celebraban las Juntas de gobierno de la antigua república de Karrantza. Dentro cuida una talla policromada de la Virgen de los Milagros (XVII), antigua patrona del municipio.

La cueva mágica

Vista de la Cueva de Pozalagua. Borja Agudo

Pasar por Carranza y no conocer la preciosa Cueva de Pozalagua sería un grave error (www.cuevadepozalagua.eus). Ya hemos contado en otras ocasiones que su descubrimiento resultó casual, una casualidad que ha incentivado el turismo de la zona. Un 28 de diciembre de 1957 , día de los Santos Inocentes, trabajaban en la cantera donde se extraía dolomía. Una de las cargas habituales de dinamita abrió un agujero en la pared de la montaña y, ¡tachán!, allí estaba. El negocio debía seguir, pero para tratar de preservar la cavidad trasladaron la extracción de mineral al lado opuesto para proteger las formaciones, estalactitas, estalagmitas e inusuales excéntricas que la han hecho famosa, pues crecen caprichosamente en cualquier dirección, creando figuras similares a raíces y coral. De hecho, los geólogos consideran a Pozalagua la primera cueva a nivel mundial respecto a la cantidad, largura y anchura de sus excéntricas. Sabedor de su tesoro, el Ayuntamiento decidió cerrar la cantera entre los años 1975 y 1976.

Para entender el pasado, también sigue en pie, y abierta a visitas que se reservan en la misma página web, la antigua fábrica hasta la que llevaban el mineral extraído de Pozalagua. Patrimonio Industrial, se tata del único lugar de Euskadi donde contemplar el sistema de poleas gigantes que movía manualmente el tranvía aéreo con el que transportaban las extracciones. Gracias a ellas se obtenían, por ejemplo, ladrillos refractarios imprescindibles durante la industrialización, pues revestían los altos hornos de las grandes fundiciones, ya que soportaban altas temperaturas sin fundirse.

Al cuidado de los animales

Los niños disfrutan en el Karpin. Luis Ángel Gómez

Los amantes de animales, y en especial los niños, adorarán el BBK Karpin Fauna situado en el barrio de Biañez (https://bbkkarpinfauna.eus). Allí aseguran una vida digna y cuidado a animales silvestres a los que los humanos no han tratado con el respeto merecido, provenientes del tráfico ilegal, abandonados o fauna autóctona irrecuperable procedente de centros de recuperación y orígen similar. «Procuramos que dispongan de instalaciones lo más naturalizadas posible dentro de las limitaciones de la vida en cautividad y el clima en algunos casos. Por ello, las instalaciones están adaptadas para el bienestar de los animales acogidos, pudiendo ocultarse entre la vegetación o incluso trepar a los árboles o guarecerse libremente en la zona interior de sus instalaciones de acogida», explican sus impulsores.

Por su extensión viven el tití Motz, el macaco cangrejero Joko, la suricata Sura, el oso Bruno, la corza Ivi, el lobo Kron, la pantera nebulosa Kenya, el leopardo Mahoni, la iguana Willy, la lince Lara, la pitón de la India Honey... Todos comparten, juntos pero no revueltos, una finca centenaria de 20 hectáreas desde la que divisar el espectacular valle, Además, en una zona de bosque cerrado del recorrido, el ocio para peques se impone con figuras de dinosaurios y otros animales. Y proponen visitas guiadas los fines de semana y festivos, talleres autoguiados para público infantil, juegos y actividades. «Nuestro objetivo es contar las historias de los animales, concienciando a los visitantes para que estos actos no se repitan y la biodiversidad reciba el respeto que merece», añaden.

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