El neorrealismo: cuando de la necesidad se hizo virtud
La posguerra trajo consigo un nuevo género más cercano a la cotidianeidad, más sencillo, que sacó la cámara del plató a la calle y se sirvió en numerosas ocasiones de actores que ni siquiera eran profesionales
Boquerini .
Jueves, 1 de octubre 2015, 10:27
¡Fuera los grandes decorados de cartón piedra, los actores engolados y las historias alejadas de la vida cotidiana! El neorrealismo rompió con todo lo que era el cine en los primeros 40 años del siglo XX para volver a las raíces. En su serie documental sobre el cine italiano, Martin Scorsese define el neorrealismo como 'el movimiento que tiene lugar en el cine de Italia en la inmediata posguerra y que aporta nuevos lenguajes, nuevas formas de producción y también nuevas relaciones entre el autor y la sociedad'.
Publicidad
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial el cine italiano había alcanzado un importante nivel de desarrollo. Mussolini se apoyaba en el cine para asentar el fascismo y fomentó una política cinematográfica autárquica, frenó las importaciones de películas americanas, creó una escuela de cine, construyó los estudios Cinecittá y creó una revista que dirigiría su hijo que se llamó 'Cinema', pero en la que acabarían como redactores o críticos gran número de antifascistas, socialistas y comunistas que escribirían y dirigirían algunos de los mejores films del neorrealismo. Cabe señalar que en el año 1942, en plena Guerra Mundial, Italia produjo 129 largometrajes, la mayoría ficciones propagandísticas o comedias de las denominadas de 'teléfonos blancos' que ofrecían una cara falsa y amable de la sociedad. Pero esta potente industria cinematográfica, considerada como la más importante de Europa, desaparecerá prácticamente en la Italia de posguerra.
Fue un crítico de cine italiano Umberto Barbaro el que definió el término como un regreso a la realidad de la vida cotidiana de los inicios del cine. Además el neorrealismo fue el primer movimiento cinematográfico renovador de las cinematografías europeas de postguerra. Después vendrían la 'nouvelle vague' francesa, el 'free cinema' británico y las nuevas cinematografías de países como Alemania o Polonía, influyendo también en aquel 'nuevo cine español' de los 60.
Frente a aquel cine grandilocuente y vacuo, con grandes decorados que tanto gustaban a Mussolini, el neorrealismo opta por la sencillez, con la cámara fuera de los platós, rodando la vida cotidiana y con muchos actores no profesionales. Con los platós destruidos, con continuos cortes de electricidad que dificultaban los rodajes en decorados, los directores italianos hicieron de la necesidad virtud y sacaron las cámaras a las calles de sus ciudades. Roberto Rossellino, director de la que se considera la primera película de la historia, 'Roma cittá aperta' (1945), dijo en unas ocasión que el neorrealismo "constituía una posición moral desde la que contemplar el mundo", una posición moral que se traducía en una mirada que mostraba la tristeza y la pobreza de la Italia de la época, que no entusiasmaba precisamente a las autoridades, pero que pronto creó escuela: Con el precedente de 'Obsessione' (1942), de Luchino Visconti, rodada de forma clandestina al margen de las autoridades fascistas, con la liberación de Italia surgen un importante número de títulos que colocan al cine italiano en el mundo: Además de la citada 'Roma cittá aperta', de Roberto Rosellini, de él son también 'Paisà' (1946), 'Alemania año cero' (1948) o 'Stromboli, tierra de Dios'(1949). De Vittorio de Sica, otro de los grandes creadores del neorrealismo, son 'El limpiabotas' (1946), 'Ladrón de bicicletas' (1948), 'Milagro en Milán' (1951) o 'Umberto D' (1952). De Alberto Lattuada son 'Il bandito' (1946) y 'Senza pietà' (1948), de Luchino Visconti, además de 'Obsesion', son 'La terra trema' (1948) y 'Bellísima' (1951), de Giuseppe de Santis, 'Caggia tragica' (1947) o 'Arroz Amargo' (1949). También hicieron películas neorrealistas directores como Pietro Germi, Remato Castellani, Luigi Zampa, Carlo Lizanni, Francesco De Robertis e incluso, ya en las postrimerías, Federico Fellini y Michelangelo Antonioni. Además, una serie de guionistas como Suso Cecchi d'Amico y Cesare Zavattini fueron, entre otros escritores, autores importantes en este movimiento, escribiendo las historias para los directores citados. Con ellos, el neorrealismo cobra una fuerza y un vigor que pasa por encima de barreras gubernamentales y crea escuela.
Últimamente muchos de los postulados del neorrealismo están en revisión. El Museo del Cine de Turín acoge estos días una exposición sobre el neorrealismo que puntualiza, mostrando fotografías y documentos, que aquellos rodajes neorrealistas se alejaron de cualquier vertiente documental y que la puesta en escena de muchas de las películas de Rossellini, Visconti o De Sica estaban milimétricamente calculadas, se rodaban en decorados construidos ex profeso y se hacían casting para los extras aparentemente 'naturales'.
Publicidad
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión