e. c.

Urnas, excepcionalidad y reconstrucción

Miércoles, 8 de julio 2020, 23:57

Todas las elecciones tienen características específicas que distinguen a cada una de ellas de las demás; bien sea por la especial coyuntura económica en la ... que tienen lugar, por los cambios sobrevenidos desde las anteriores o que se prevé van a producirse próximamente, por el proceso de recomposición del mapa político que se está dando o por cualquier otro motivo. Pero hay elecciones en las que las circunstancias excepcionales que concurren, como es en nuestro caso la situación derivada de la pandemia y el estado de alarma que hemos sufrido recientemente, acentúan los rasgos distintivos de una cita con las urnas como la presente.

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Desde el primer momento, las autonóicas vascas del próximo domingo han tenido un proceso bastante accidentado. Fueron convocadas adelantadamente, sin que hubiese un motivo para ello, en febrero, cuando la legislatura no finalizaba hasta octubre. Luego tuvieron que ser desconvocadas, lo que resulta insólito aunque estuviese plenamente justificado, a causa de la grave crisis sanitaria de todos conocida. Posteriormente, fueron reconvocadas en una fecha tan poco habitual como el 12 de julio, tras la recurrente polémica, para no perder la costumbre, sobre si tenían que ser en esta fecha o en otoño. Y, finalmente, el proceso y la campaña electorales han coincidido con los debates en torno a la reconstrucción social y económica en el seno de la comisión parlamentaria del mismo nombre.

Normalmente, las elecciones sirven para renovar el Parlamento y, seguidamente, formar el nuevo Gobierno, lo que sigue teniendo plena validez en esta cita. Pero la situación excepcional por la que hemos atravesado, y en la que aún estamos y vamos a seguir estando por un periodo difícil de determinar, obliga a tener en cuenta también otros factores que no se dan en otras que se desarrollan en condiciones normales. En especial, los que hacen referencia a las medidas excepcionales que va a haber que adoptar al día siguiente de cerrarse las urnas para poder hacer frente a los efectos de la aguda crisis por la que atravesamos, especialmente en el terreno económico y social.

En la situación en la que estamos, y en la que previsiblemente vamos a continuar, no basta con tener un apretado respaldo parlamentario, que en condiciones normales puede ser suficiente para formar Gobierno. Además, va a haber que acordar una serie de medidas que, dada la coyuntura excepcional en la que nos encontramos, necesariamente van a tener un carácter excepcional, lo que requiere contar con un respaldo político y social más amplio que el que proporciona la mera aritmética parlamentaria. Conviene tenerlo presente a lo largo de todo el proceso electoral porque los acuerdos de fondo, como los que va a ser necesario articular tras las elecciones, no se improvisan.

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Una vez realizadas las elecciones, el Ejecutivo que se forme tras ellas, y también las formaciones políticas de la oposición, van a tener que afrontar una serie de problemas que trascienden ampliamente las tareas ordinarias de gobierno, como asimismo las de la oposición en una legislatura normal. Y, en lógica correspondencia con esta situación excepcional (o al menos, no normal), va a ser necesario articular acuerdos, particularmente en materia económica y social, que trascienden también lo que suele ser habitual en las relaciones entre las formaciones que respaldan al Gobierno y las de la oposición. Ser conscientes de esta nueva realidad, producto directo de la crisis que venimos sufriendo, puede contribuir a facilitar las cosas tras los comicios.

Se ha popularizado recientemente en el leguaje político el uso del término 'reconstrucción', en alusión a la principal tarea que es preciso acometer en este momento para hacer frente al deterioro de la situación económica y social como consecuencia de la crisis. Incluso se ha creado una comisión parlamentaria con esa denominación, que ha desarrollado sus trabajos durante los dos últimos meses y que acaba de presentar sus conclusiones. Independientemente del resultado final que nos depare, que por el momento no puede ser más incierto, no deja de ser una muestra de la excepcionalidad de la coyuntura por la que atravesamos, en cuyo marco va a haber que gestionar los resultados de estas elecciones.

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Nunca está de más conocer el contexto en que se desarrollan los procesos electorales, máxime cuando éstos vienen marcados, como es el caso, por la excepcionalidad de la situación en que nos encontramos. Y en este marco, además de tratar de conseguir votos y representación parlamentaria, lo que es lógico ya que ello es inherente a todas las citas electorales, conviene también tener claro qué se va a hacer el día siguiente de las elecciones con los votos y la representación obtenida.

Porque tan importante o más que los resultados en sí mismos es la gestión que se vaya a hacer de ellos por todas y cada una de las formaciones políticas, sobre todo cuando va a haber que afrontar tareas como las que exige la reconstrucción social y económica tras una crisis como la que venimos sufriendo, que dista mucho de estar definitivamente cerrada.

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