El vuelo

Estas semanas he volado por Europa. El vuelo europeo me ha llevado a Bruselas a presentar mi nuevo libro, 'Doce mujeres europeas. Construyendo la Unión Europea', en la imponente Biblioteca del Parlamento Europeo. Ver el libro en la vitrina de la Biblioteca al entrar es un regalo. De Bruselas regresé a Madrid y, al día siguiente, de nuevo volé. Esta vez a Varsovia vía Fráncfort.

Llegar a Varsovia es llegar a la Historia de Europa. Una mezcla de romanticismo, fe, guerra, dolor, música, cafés se apodera de ti en cuanto el avión comienza a desplegar su tren de aterrizaje en el aeropuerto Chopin. En Varsovia he participado en una conferencia con mujeres de todo el mundo, he aprendido e intentado aportar.

En la capital polaca, pasear es impregnarse de Historia. La luz tenue con olor a frío es al mismo tiempo cálida, acogedora y, también, algo sobrecogedora. Varsovia es bella por sus notas musicales, palacios, sus parques que son bosques, por su capacidad de seguir adelante. Lo va a mostrar en la presidencia polaca del Consejo de la UE que comenzará el próximo 1 de enero.

En el vuelo europeo, he viajado teniendo presente el sufrimiento de los valencianos por los estragos de la dana. En el Parlamento Europeo guardamos un minuto de silencio antes de comenzar la presentación del libro. He pensado mucho sobre alzar el vuelo en política. He visto durante el intercambio de declaraciones, reproches de ida y vuelta partidistas, que deben aprender cómo el avión en la pista de despegue es zarandeado por el viento, pero siempre quiere volver al centro para no desviarse de lo verdaderamente importante, decisivo, vital para todos los pasajeros y la tripulación: alzar seguros el vuelo.

En la política, volar raso, el vuelo medio y el de altura deben conjugarse con continuidad. La gobernanza multinivel europea consiste en esa capacidad de sincronización entre el mismo partido de distintos países y los diferentes partidos de un mismo Estado miembro. Ese poder político europeo es la esencia del proyecto y proceso de integración europea. En el momento en el que los ataques partidistas de unos y otros aterrizan en Bruselas, la política europea pierde parte de su fortaleza: la de ser democracia representativa supranacional. La de buscar, y encontrar, soluciones reales juntos. La de tejer su método de toma de decisión en el anclaje institucional e interinstitucional. Porque así lo dice su lema: 'Unidos en la diversidad'.

En Valencia, los Reyes han dado una vez más ejemplo. Han sabido ser la representación de la unión de todos los valencianos y de todos los españoles. La foto del Rey abrazando a dos jóvenes es un resorte lleno de luz, de referencia institucional sólida. Los dos jóvenes se abrazan al Rey como a un árbol robusto que les da cobijo y protege. El Rey y la Reina en sus dos viajes a Valencia son ejemplo de valentía, de firmeza, de empatía, de escucha, de equilibrio, de institucionalidad. De abrazo para todos. De unión.

Los ciudadanos queremos una política representativa que muestre equilibrio hacia el centro sobre todo ante tragedias como la dana que ha asolado Valencia. Cuando rezamos por las personas que han perdido la vida, por los niños, las familias que lloran por sus seres queridos, por los que ya no tienen hogar, o su empresa, nos damos más cuenta que nunca de qué políticos trabajan representando. También sabemos quiénes están buscando la unión para alzar el vuelo de la acción, y misión, vertebradora.

La política equilibradora no es lo mismo que la política de los equilibristas que tienen que hacer malabarismos verbales para no rendir cuentas, para no asumir responsabilidades, para ganar al adversario político. Eso no es ganar.

España se merece valor y verdad. Los valencianos han mostrado, lo siguen haciendo, su solidaridad. Los españoles viajando desde todas las ciudades han trabajado juntos, mano con mano, bota con bota, para limpiar el barro.

Se ha inaugurado la exposición 'Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro' en el Museo del Prado. Los partidos deben darse la mano muchas más veces. En la UE, el consenso, el acuerdo, forma parte de la esencia de la política europea. Así debe seguir siendo para mostrar siempre ejemplo de unión. De una política que despega, que sabe hacer vuelo raso, que se puede elevar muy alto y que es capaz de aterrizar y tomar tierra firme antes de volver a comenzar el vuelo.