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Opinión

Democracia ¿para quién?

La sociedad ha visto marginado su protagonismo en un sistema político cada vez más complejo que genera incertidumbre

Miércoles, 11 de septiembre 2024, 00:04

Acaba de publicar Daniel Innerarity un excelente análisis sobre la crisis de la democracia. Pero se puede profundizar su enfoque. Empecemos por el vaciado democrático. ... Hoy resultan marginales las decisiones colectivas con pretensiones de cambios políticos que se llevan a cabo en y por la sociedad a través de la movilización organizada de diferentes grupos/movimientos/organizaciones. El papel político de los sujetos democrático es muy débil.

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Ver la cultura dominante. Lo que dicen y difunden los partidos (sobre todo, algunos) y los medios (bastantes) conforma la cultura política de lo que es entendido y asumido por los ciudadanos. Pretenden (y logran) que sus mensajes sobre conducta personal de los políticos sean asumidos por los ciudadanos. La información política que transmiten se centra en la descalificación o ensalzamiento del correspondiente político. No hay mucho más.

Alguna joya comunicativa de estas estrategias de comunicación. Un periódico de Madrid titulaba recientemente: «Moncloa se lanza contra el juez por citar a Sánchez». Lo que llega es que el Gobierno malvado ataca a un juez. Lo que está por debajo, la política real consistente en los contenidos de la política que este y otros jueces hacen, no existe para el lector. Pero no solo en los medios de derecha radicales se ejerce el simple insulto. En periódicos de derechas que se suponen moderados leemos: «La nueva fuga de Puigdemont convierte en un esperpento la investidura de Illa». No fue un esperpento, pero lo que deben entender y asumir los ciudadanos (ese es el objetivo del periódico) es la despreciativa conducta de ciertos políticos y no el análisis político del proceso que se abre en Cataluña.

La marginación del protagonismo social en política se asienta en la creciente incertidumbre ciudadana frente al futuro político proveniente de los cambios de tendencias dominantes del sistema. Así, el sistema político (la política de Estado) y el económico han ido creciendo en complejidad y en la necesidad de inmediatez y consiguientes limitaciones a la hora de tomar decisiones. Este proceso ha llevado a la instalación de distancia e incertidumbre en la población conduciendo a vivir, a estar, en una democracia vacía, en la que los ciudadanos no se creen en el mundo (su mundo) democrático, lo que reduce casi solo su respuesta al voto y a no participar en proyectos políticos de largo plazo.

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Innerarity entiende que en el ejercicio de la soberanía popular (desde la sociedad) el populismo tiene hoy un papel muy relevante, casi absoluto. Ello le lleva a desconfiar de la movilización social, olvidando que aunque la misma puede tener momentos inútiles (un tipo de populismo), también el populismo implica y pone en marcha un sujeto colectivo social con pretensiones y posibilidades de transformación en el espacio político público. Establecer así que lo que se mueve son actos de confrontación colectiva sin porvenir alguno implica no considerar la necesidad de estrategias colectivas sociales estables dirigidas a protagonizar políticas de transformación social profunda sustancial. Construir democracia desde la sociedad.

La sociedad y sus habitantes están marcados en su conducta 'natural' por la incertidumbre, individualismo, aislamiento, soledad, miedo y cabreo, frente a la insuficiencia en sus necesidades y condiciones de vida cotidiana. Y responsabilizan al Estado y a los poderes políticos en general de esas sus insuficiencias. Aumentan los sectores de la población dentro del área de la derecha, y sobre todo extrema derecha, que llevan a cabo movilizaciones y la correspondiente votación, entendiendo que muchos de sus males provienen del establecimiento de libertades y de justicias para todos. No piden al Estado que ejerza la democracia en todas sus dimensiones sociales, tales como plenas libertades y apoyo e impulso a todas las dimensiones de participación social. Lo que les interesa es que haya una discriminación y exclusión de conjuntos de ciudadanos (léase, pero no solo, migrantes) para que ellos, solo ellos, puedan lograr sus intereses.

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Parecería que lograr un mayor protagonismo social en democracia sería posible a través de la transformación cultural. Imaginemos otros escenarios mediáticos con pretensiones y posibilidades de estabilidad, que orientan los contenidos de comunicación, otorgando carácter positivo desde diferentes puntos de vista a las respuestas y necesidades sociales hacia lo común, hacia lo colectivo, hacia un trabajo social y político distinto al dominante en esta sociedad

Imaginemos. Aunque no resulta fácil imaginar estas nuevas transformaciones mediático-culturales en territorios como España, afortunadamente en el País Vasco el sistema cultural no impone el individualismo y el alejamiento de los ciudadanos frente a la política y al ejercicio de la democracia real. Afortunadamente.

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