Residuos: gestión responsable frente a técnica del avestruz
Euskadi dispone de empresas medioambientales especializadas para colocarse a la vanguardia de la economía circular
La Unión Europea se ha planteado como reto convertirse en 2050 en el primer continente climáticamente neutro; para ello, está aplicando medidas tanto para la ... reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero como para una gestión eficiente de sus recursos y residuos, implementando procesos industriales que permitan reducir estos últimos, reciclarlos, recuperarlos y valorizarlos desde el enfoque de la economía circular. En este sentido, el Pacto Verde Europeo ha significado una apuesta sin precedentes por parte de la Unión Europea.
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En Euskadi hemos avanzado mucho en la concienciación y en la separación de residuos, pero aún nos queda dar pasos para lograr una mejor recuperación y valorización de estos. Por eso resulta sorprendente que las empresas que hacen posible la correcta gestión de nuestros residuos, y el cumplimiento de los objetivos de valorización de la UE, reciban críticas, señalamientos e, incluso, vean sus procesos de autorización judicializados, obstaculizando su actividad e implantación en nuevas ubicaciones.
Este fenómeno, conocido con la denominación de 'not in my backyard' (no en mi patio trasero), no solo lastra nuestra capacidad de autogestión de los residuos que generamos y su valorización, sino que constituye la paradoja de caminar, precisamente, en contra de las bases mismas de asumir la responsabilidad de nuestras acciones, evitando el impacto en territorios próximos. En Euskadi no somos ajenos a este fenómeno; en los últimos meses, varias infraestructuras vinculadas a una gestión segura y de valorización de los residuos se han visto afectadas por decisiones sociales y políticas que obstaculizan su implantación o ampliación.
Y nada más lejos del Pacto Verde Europeo, que está haciendo hincapié en la aplicación del principio de proximidad y autosuficiencia como única vía para hacernos responsables de nuestros propios residuos. En este sentido, la Unión Europea va a legislar, mediante nueva normativa, la prohibición expresa de realizar traslados de residuos para operaciones de eliminación entre Estados miembros, tratando de garantizar que cada territorio disponga de las infraestructuras de eliminación y valorización necesarias.
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No se puede negar la realidad: Euskadi produce anualmente cerca de 6 millones de toneladas de residuos, según recoge el Plan de prevención y gestión de residuos de la CAPV 2030. Y la gestión y valorización local de esos residuos será posible siempre que nuestro territorio disponga de las infraestructuras necesarias para ello.
Ejemplos en Europa hay muchos, donde la gestión de los residuos está perfectamente integrada, y aceptada, en entornos urbanos. En Dinamarca, un ejemplo disruptivo donde conviven diseño y funcionalidad es el edificio CopenHill, que cada año transforma 440.000 toneladas de residuos en energía para abastecer a Copenhague; o en Estocolmo, con la planta de tratamiento de residuos y biogás de Hammarby Sjöstad, en el mismo centro urbano.
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Son proyectos que demuestran que, con las tecnologías más avanzadas y las medidas de seguridad y ambientales necesarias, es posible dar respuestas innovadoras y seguras a una problemática que nadie niega. Por eso, el ecologismo europeo no solo no se opone a la actividad de las empresas que lo hacen posible, sino que propone soluciones de manera exigente y constructiva.
Aquí no cabe la técnica del avestruz, trasladando los residuos fuera, donde no nos molestan, enterrando la cabeza y cerrando los ojos al impacto de la huella ambiental generada por su transporte y tratamiento en localizaciones alejadas de su producción.
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La valorización local de nuestros propios residuos no solo nos aporta seguridad en la gestión para las personas y para el medio ambiente, sino que nos permite generar empleo, contribuir al crecimiento de la economía, impulsar el talento y las soluciones creativas y apoyar a otros sectores industriales tratando y recuperando sus residuos de manera segura y convirtiéndolos en materias secundarias que impulsan cadenas locales de suministro.
Por eso, hoy, más que nunca, es necesario sentarse, trabajar en conjunto, y acordar posturas ambientales básicas y compartidas entre los distintos agentes involucrados; abordemos este debate de manera responsable y con visión de medio plazo. Disponemos de un sector medioambiental formado por empresas especializadas, y con una amplia experiencia; por esa razón, debiéramos aprovechar este conocimiento para colocar a Euskadi como vanguardia de la economía circular.
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