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Navidades, entre fiesta popular y treguas familiares

Pese a los que subrayan la vertiente comercial, es mucho más lo que hay en juego en las celebraciones de estos días

Sábado, 24 de diciembre 2022, 00:03

Una fiesta es uno de los acontecimientos más importantes de la vida social, ya que se ha convertido en una oportunidad para que los miembros ... de un grupo se reúnan y participen en toda una serie de actividades que refuerzan el sentimiento de comunidad, despertando todo un mundo de emociones y sentimientos. Es un momento decisivo en la vida del grupo, tanto morfológicamente como en términos de representaciones colectivas, y en ese sentido las Navidades son la fiesta por antonomasia .

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Es una de las festividades más importantes del cristianismo, se celebra el 25 de diciembre como el nacimiento de Jesucristo en Belén y en sí es una forma cultural que se ha venido transmitiendo durante generaciones y generaciones hasta nuestros días, pese a que actualmente la Navidad se ha transformado, dicen algunos, de alguna manera, en agitación comercial. ¿Pero es solo eso ahora? Evidentemente que no.

Nuestra tradición ha impuesto ese día como celebración religiosa y como elemento de cohesión social; y lo hacemos en familia, el grupo primario que sostiene el orden social. Cuando hablamos de la familia, tendemos a reducirla a una unidad residencial, pero la familia no solo está formada por una pareja, en sus formas clásicas o recompuestas, y sus hijos. También hay que tener en cuenta la dimensión colateral y sobre todo intergeneracional de las relaciones familiares, sobre todo porque la mayor esperanza de vida hace que convivan tres o incluso cuatro generaciones, lo que es fuente de intercambios materiales, afectivos, sociales y simbólicos. Y el ritual anual de la Navidad es una buena ilustración de estas dimensiones mega-familiares.

Un ritual que también se encuentra en el ámbito local, con la decoración de calles y escaparates en ciudades y pueblos a principios de diciembre, o la llegada de los Reyes Magos a nuestras ciudades. El día de Navidad las familias se reúnen en torno a una comida después de intercambiar regalos, especialmente para los niños, que creen que los Reyes Magos se los han traído.

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Para mejorar nuestra comprensión del mundo, es interesante preguntarse cómo la fiesta de Navidad, siendo un fenómeno cultural, puede tener un significado diferente según los grupos sociales y los géneros. Aunque siempre religiosa, la Navidad es también para algunos una fiesta pagana durante la cual los miembros de una misma familia se reúnen e intercambian regalos entre sí, siguiendo más o menos un ritual bastante universal: se decora la casa y se dispone un árbol de Navidad (generalmente un abeto); en la noche del 24 de diciembre, para Nochebuena, se colocan los zapatos de todos los miembros de la familia a los pies del árbol, en nuestro país hacemos durar la espera hasta el día de Reyes y ese día se organiza una comida, que consiste en un menú confeccionado con ingredientes y alimentos especialmente exquisitos y caros también.

Estas tradiciones son ampliamente aceptadas y compartidas por la mayoría de los cristianos practicantes que particularizan esta fiesta religiosa añadiendo un belén y, celebrando la Natividad con una misa de medianoche, aunque no solo la celebran las personas de fe cristiana y se puede comprobar que afecta a personas de todas las religiones.

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También ocurre a menudo que en las familias, cuando existen conflictos que duran, se entra en una zona de turbulencia relacional poco propicia a celebrar fiestas juntos. Algunos pueden abstenerse de participar en el ritual navideño y se opta por evitar ofender a los participantes, escondiéndose tras una sólida coartada. La mejor manera de evitarlo, dicen algunas encuestas, es irse de vacaciones al extranjero, acompañado de su familia conyugal.

Y las familias que pese a los conflictos se terminan reuniendo ese día intentan borrar tensiones y enfrentamientos. Eso implica reunirse físicamente y dejar de lado cualquier tema de conversación que pueda causar discordia. No están allí para meterse en nuevos líos, están allí para estar juntos y disfrutar unos de otros, están allí en suma para celebrar juntos la Navidad.

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Una tregua apaciguadora de nuestras tensiones familiares que de un modo bien llevado se transforma a veces en terapia reparadora. Como es de recalcar también que cuando el futuro es incierto, cuando la desaparición de nuestros mayores se intuye próxima, el deseo de reunirse es aún más evidente.

Como se ve, lo que hay en juego son muchas más cosas que lo estrictamente mercantil.

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