Últimamente se está hablando mucho sobre las similitudes entre la situación política actual y el periodo de entreguerras del siglo pasado. Hoy me voy a ... detener en unos hechos que resultan inquietantemente similares. Los protagonistas son Hitler, Putin y, si me apuran, un despacho y una mesa. El despacho de Hitler medía 370 metros cuadrados, se tardaba un minuto en ir de la puerta al escritorio. Y la mesa gigante de Putin donde recibió a Emmanuel Macron (sé lo del miedo al virus por negarse el presidente francés a hacerse una PCR rusa, pero no me vale) mide casi seis metros, magnitudes exageradas que pretenden asustar al niño que llevamos dentro.
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Hitler. Después de la Primera Guerra Mundial y por el Tratado de Versalles de 1919, el territorio alemán de la Cuenca del Sarre pasó a ser administrado por la Sociedad de Naciones y sus minas de carbón fueron cedidas a Francia, otra humillación para Alemania.
El 7 de marzo de 1936, Hitler, viendo la debilidad de las potencias europeas, lanzó su pequeño ejército, algunos batallones iban en bicicleta, sobre la zona desmilitarizada de la Cuenca del Sarre. Nadie fue a recibirles, así que los alemanes tomaron la zona entre vítores de la población. Luego, Francia y Gran Bretaña protestaron con la boca pequeña.
Visto el éxito, Hitler dio otro paso. El objetivo fue Austria, que siempre se había sentido alemana. El 12 de marzo de 1938, Hitler entró en Austria. El 'Anschluss', la anexión, había comenzado, y la población le recibió con gritos de «ein Volk, ein Reich, ein Fürhrer» (un pueblo, un país, un Führer). Francia y Gran Bretaña protestaron, pero al final propusieron que, si Alemania se comprometía a no invadir más territorios y a trabajar por la paz, aceptarían los hechos consumados. Y a Hitler se le escapó una risa floja.
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El 1 de octubre de 1938, el Ejército alemán invadió los Sudetes en Checoslovoquia, antes alemán como el Sarre. Y tampoco pasó nada. La justificación de esas invasiones aupó aún más al Führer, no podía abandonar a los alemanes de esos territorios, y el pueblo germano estuvo con él. A partir, de ahí, Hitler decidió invadir Polonia, el pretexto fue un falso asalto de un comando polaco a la estación de radio de Gleiwitz, entonces Alemania y hoy Polonia. Hombres de la SS, con uniformes del Ejército polaco, tomaron la instalación, previamente ejecutaron a varios prisioneros del campo de concentración de Dachau, muy próximo, y disfrazaron los cadáveres con uniformes polacos para dar realismo al montaje. Luego, ya saben ustedes lo que pasó.
El líder ruso sabe que las sanciones castigan también a los que las imponen y que no durarán
Putin. Un día el candidato Barack Obama llamó a Rusia «potencia regional» y Europa le rio la gracia. Putin, clavando sus ojos de lobo estepario en la pared, pensó: 'Te vas a tragar esas palabras'. Y en 2008 el líder del Kremlin invadió Georgia. El pretexto, el apoyo a los hermanos rusos de Osetia del Sur y Abjasia. Después no pasó nada y Putin sonrió, era su Sarre.
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En 2014, Rusia se anexionó la península ucraniana de Crimea. Pretexto, el mismo. Putin siguió sonriendo, era su 'Anschluss', tampoco pasó nada. Ahora Putin bombardea Ucrania. Pretexto, el de siempre, y Putin, indiferente al dolor, sonríe aún más y activa su fuerza nuclear, Ucrania puede ser el equivalente a sus Sudetes y hasta su Polonia.
Barack Obama ya no dice que Rusia es una «potencia regional» y Europa se ha quedado con cara de haba. Europa, la Vieja, no está en condiciones de hacer frente a Putin y Biden, el Viejo, tampoco. Unas sanciones imposibles les han sacado a Europa y a Biden del apuro, pero Putin sabe que esas sanciones les castigan también a ellos y no durarán mucho.
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El Tercer Reich ruso y un zar con ojos de lobo estepario reinando en majestad en una inmensa Madre Rusia aparecen en los sueños de Putin, Hitler le dice que el siguiente paso es zamparse territorios de la OTAN, volver al Imperio. Siento un escalofrío, podríamos estar a las puertas de la Tercera Guerra Mundial, solo que esta vez nos enfrentaríamos a un conflicto nuclear.
En fin, esas son las cosas que pasan hoy por mi cabeza, perdónenme ustedes, no me han cogido en mi mejor día.
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