Crece el individuo postmoderno. Su modo de estar y posición están marcado por la soledad, el alejamiento de la ética universal, el otorgar carácter prioritario ... al deseo -a 'su' deseo- de lo muy próximo. Y cubriendo todas esas actitudes y posiciones… la incertidumbre que orienta, vigila y limita, dejando fuera de su territorio todo aquello que implique tomar decisiones que supongan razón positiva y participación respecto a una estrategia colectiva emancipatoria.
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Crisis económicas, deterioro de las condiciones de vida, crecientes desigualdades, conflictos violentos e incluso guerras, pandemias y desastres medioambientales han acabado con la certeza del seguro y maravilloso horizonte que otorgaban la modernidad y su ideologías progresistas, comunitarias. El fracaso de la mirada moderna conduce a buscar la solución -ahora la particular solución de cada uno- a través de la supervivencia desde el aislamiento. En aquellos que vivían la modernidad a través del compromiso y defensa de las ideologías progresistas y el correspondiente apoyo a su política, la retirada a la soledad también proviene de la desilusión, el malestar y el creciente desprecio y rechazo a esos políticos al comprobar que no llevan a cabo sus promesas transformadoras
Caída de las ideologías progresistas, socialistas en una concepción amplio del término, que causa la crisis de la democracia. En sus diversas expresiones históricas, lo característico de estas ideologías transformadoras es su dimensión comunitaria. La convicción de que es la sociedad la que tiene que liderar ese cambio; la que, en última instancia, tiene que ser la protagonista en el logro de una transformación social igualitaria.
La democracia constituye así una dimensión configuradora de esta ideología. Desde el marco de la defensa y práctica del pluralismo en aquellos que deciden y en aquellos que demandan esas decisiones, hay democracia en cuanto que los representantes políticos asumen las demandas, propuestas, exigencias del conjunto de la comunidad, de la sociedad. Y hay democracia en cuanto todos los ciudadanos por igual tienen derecho a exigir y proponer desde esa sociedad cambios sociales dirigidos hacia la igualdad y la justicia; y el derecho a moverse y actuar colectivamente para lograrlo. Sobre todo, hay democracia cuando se ponen en marcha esos derechos.
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Se vacía la democracia porque esa exigencia de protagonismo social decisorio asentado en el ejercicio de esos derechos, antes alimentado por su motor ideológico progresista, va desapareciendo. El panorama de confrontación política existente, o más exactamente el panorama que llega mediáticamente o por otras vías a la inmensa mayoría de la población, es un espejo de ese vaciado democrático. Confrontación basada en el insulto y la descalificación. Lo que aparece en el debate son afirmaciones, no argumentos, sobre quién, para el votante, es el mejor (un santo) y peor (un criminal ) político. Debajo de este panorama aparece el vacío del debate de programas, de proyectos sobre cómo debe transformarse o mantenerse la sociedad para lograr el bienestar de todos.
Crece el voto autoritario de derechas no solo porque aumentan los ciudadanos que por su 'ideología' tradicional y conservadora votan de siempre a la derecha, sino también porque otros -muchos pertenecientes a la clase trabajadora- perdieron su ideología transformadora comunitaria y su vocación democrática, y lo que buscan ahora es ser convencidos por un personaje contundente de que la única forma de resolver 'su' problema es votarle a 'él'. Y votan a la derecha porque es experta histórica en vender y vencer con mensajes exclusivamente basados en la emocionante y contundente garantía de lograr la mejora individual, en la exaltación de la autoridad y el orden social. Y en la descalificación -hoy espectaculares insultos- del contrario.
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Para no acabar demasiado deprimidos, hay que precisar que además de que la situación y panorama descritos no se han dado aquí, en el País Vasco, se están produciendo cambios en la movilización social que podrían suponer un aumento, una reorientación y una recuperación del voto a los partidos de izquierda. Crece la movilización social. Aparecen formas y objetivos de confrontación diferentes, que expresan un discurso en favor de la globalidad -justicia y libertad en todas sus dimensiones y espacios- mas allá de sus reclamaciones sectoriales de origen, así como la defensa del protagonismo social y el distanciamiento de espacios políticos institucionales
Entra dentro de lo racional y probable que muchos sectores sociales, incluida la gente joven, comprendan y apoyen estos movimientos. Ello quizás no logre un plena recuperación de las descritas ideologías progresistas, pero sí construiría convicciones que les conduzcan a asumir que tiene sentido apoyar a unos políticos y una política de izquierdas dado que la misma podría lograr los escenarios propuestos por los movimientos sociales. Que así sea.
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