Donald Trump es el presidente más provida que ha tenido esta nación: defiende la vida en todas las etapas». Así de tajante se mostró durante ... su intervención en la Convención Republicana Deirdre Byrne, monja de las Pequeñas Obreras de los Sagrados Corazones de Jesús y María, coronel retirada del Ejército (sirvió como médico en Afganistán) y misionera en Irak. Sus alabanzas al inquilino de la Casa Blanca han suscitado el rechazo de otros miembros de la comunidad católica de Estados Unidos, escandalizados por la gestión del multimillonario, que defiende la pena de muerte, destroza familias de inmigrantes, niega el cambio climático, aviva la división racial y promueve medidas económicas que perjudican a los pobres. ¿Es pecado votar a Trump?
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En Estados Unidos es una tradición que los partidos inviten a hombres y mujeres de Iglesia a sus convenciones para rezar, fruto de una religión que es muy convencional. Obispos, sacerdotes, miembros de las congregaciones e instituciones acostumbran a intervenir en las campañas electorales, pero actúan con cautela a la hora de respaldar de manera directa a un partido en concreto; sobre todo, en el caso de los católicos. El hecho de participar en una convención ¿supone bendecir al candidato de esa formación en la carrera hacia la Casa Blanca? Quienes lo hacen ¿están convencidos de que se hallan del lado de los justos?
En la Convención Demócrata que ha consagrado a Joe Biden como candidato fue invitado a rezar el jesuita James Martin, editor jefe de 'America Magazine'. En octubre de 2019 fue recibido por el papa Francisco, al que entregó su libro 'Tender un puente' sobre la acogida de los homosexuales en la Iglesia, una pastoral por la que ha sido duramente atacado. En su plegaria no citó a ningún candidato, pero su contenido era todo un alegato contra las políticas de Trump. «Dios amoroso abre nuestro corazón a los más necesitados: el padre desempleado que se preocupa por alimentar a sus hijos; la mujer mal pagada, acosada o maltratada; el hombre y la mujer negros que temen por sus vidas; el inmigrante en la frontera, anhelando seguridad; la persona sin hogar que busca comida, el adolescente LGBT que es acosado, el preso en el corredor de la muerte...». Martin incluyó en su oración «el feto en el útero», pese a que Biden y su compañera de ticket, Kamala Harris, son partidarios del aborto, una cuestión clave porque se ha convertido en un asunto político. ¿Es pecado votar a Biden?
En la cumbre demócrata también participó Simone Campbell, religiosa de las Hermanas del Servicio Social y directora ejecutiva de Network, un 'lobby' en favor de la justicia social. La monja es una figura destacada de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, investigada por el Vaticano entre 2009 y 2012 por «graves faltas de heterodoxia». Biden le sacó la cara ante Benedicto XVI. Campbell centró su plegaria en la defensa de los inmigrantes y el cuidado del planeta, dos de los temas preferidos del papa Francisco, y abogó contra el racismo estructural, la intolerancia y el sexismo.
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En su convención, los republicanos contaron con un peso pesado del catolicismo, el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York. La oración del que fuera jefe de los obispos norteamericanos fue más etérea y, aunque sí abogó por la acogida a los inmigrantes, alabó a las fuerzas de seguridad sin aludir a su tendencia al gatillo fácil, sobre todo contra los negros. Pareció un guiño a la política de 'ley y orden', que tanto gusta al presidente. El hecho de que todo un cardenal bendijese la convención que revalidaba a Trump para su reelección, con la que ha caído y la que está cayendo, ha levantado muchas ampollas.
Lo que parece evidente es la influencia de las ideas religiosas en la orientación del voto y en muchas de las decisiones políticas, una frontera cada vez más difusa. Hasta el apoyo a Israel y su traslado de la embajada a Jerusalén tiene un trasfondo religioso. Trump juega esa baza con un descaro brutal y por eso llama al voto de los fundamentalistas evangélicos. El poder del evangelismo cristiano (y blanco) es patente: es un movimiento con mucho músculo y sus miembros, que desligan la política de la personalidad del candidato y su catadura moral, son votantes muy activos. Fanáticos y muy radicales, están en auge, frente a una Iglesia católica que ha perdido crédito.
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Pero los católicos podrían levantar un muro contra Trump, vitoreado por algunos líderes religiosos como Ciro el Grande, el rey persa que conquistó Babilonia y permitió el regreso a Jerusalén a las comunidades judías deportadas para recuperar su identidad. Los enemigos de Ciro eran vituperados, ridiculizados y perseguidos por oponerse al 'rey del mundo'. Como ahora con quienes se atreven a desafiar las políticas de Trump.
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