El 17 de julio llega al Congreso el «plan de acción y calidad democrática» que incluye un apartado de medios de comunicación. El presidente Sánchez lo anunció ayer en la Ser, emisora en la que comparece con la periodicidad de otro programa más. Sucede porque la calidad democrática no se regenera afrontando entrevistas diversas donde toda pregunta no pueda desviarse con una de esas fórmulas («pero fíjese», «el asunto en realidad», «para que los oyentes lo entiendan») que conectan con un torrente de argumentario que Sánchez desencadena de un modo virtuoso. Escuchándole, sientes que la propaganda está a punto de crear materia. En cierto modo, lo hace en este asunto de los medios. Al amparo de políticas europeas destinadas a reforzar nuestras democracias ante la desinformación en redes, Pedro Sánchez ha organizado un discurso sobre los bulos, la máquina del fango y los pseudomedios que utiliza exclusivamente en beneficio propio.
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Entre las medidas que se anuncian, la limitación de la publicidad institucional en medios que «no tienen lectores». Preocuparse por los medios que no tienen lectores es extraño. Como lo es legislar contra «los bulos de la ultraderecha» y no contra los bulos en general, asunto para el que el Código Penal ya incluye los delitos de injurias y calumnias o los delitos de odio. Cierto que el derecho a la libertad de expresión se impone y que quizá pudiese abrirse al respecto algún debate finísimo y esclarecedor. No se hará. Entre otras cosas porque habría que incluir la relación que los propios partidos mantienen con la verdad. Ayer mismo, un digital que de extrema derecha no parece publicaba que el juez Peinado, justo el que lleva lo de la mujer del presidente, tiene dos DNI e inscribe sus propiedades con ambos. La exclusiva incendió las redes y la portavoz del PSOE entró al trapo apelando a los órganos de control de la judicatura en lugar de abriendo mucho los ojos y haciéndose la pregunta que se hacía cualquiera al leer la información: ¿los DNI no corresponderán a dos personas que comparten nombre, pero en ningún caso identidad?
Belorado
Cambiar de cisma
Lo de las monjas de Belorado va de mal en peor. Ahora parece que la comunidad levantisca ha expulsado del convento al falso obispo Rojas y a su inseparable cura coctelero para acogerse a un cisma más imponente: el del arzobispo Carlo Maria Viganò, antiguo jefe de personal de la curia romana y nuncio apostólico en Estados Unidos. El improbable obispo Rojas, que está al parecer de regreso a Bilbao, se ha visto por tanto sustituido por un italiano de mayor atractivo, algo que no es infrecuente en la vida civil y ya se ve que tampoco en la religiosa. Imagínenselo: a Viganò lo están juzgando por cismático, pero no en Burgos sino en el mismo Vaticano. Se ve desde aquí que su herejía tiene, no sé, como más 'finezza', más clase, otro nivel. Por lo demás, es chifladesca y ultraconservadora a rabiar, como la del propio Pablo Rojas, que asegura que su ruptura con las monjas de Belorado es irreversible. Imagino que, si te tienes que ir a la fuerza del convento, conviene dejarlo claro por si así te puedes ausentar también de los juzgados. No sabemos si ahora el obispo de atrezo descansará o buscará otras monjitas con ganas de excomunión. Lo digo porque parece que hay como un mercado cismático. Y puedes ir fichando.
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