Amigos y hermanos

Que el proceder institucional de Milei sea el de una estrella del Twitter fanático y que mañana comparezca Pedro Sánchez en el Congreso para dar cuenta entre otras cosas de los casos de presunta corrupción en su entorno personal, pero esta vez con Argentina mirando, invita a pensar que el lío solo puede aumentar. ¿Y qué viene tras la retirada del embajador? A eso también contestó ayer Jorge Lanata: la guerra. Como Milei llegó con la motosierra pero encargando veinticuatro aviones de combate en Dinamarca, Lanata cree que su única opción consiste en que esos cazas nos ataquen desde la misma Dinamarca mientras en España estamos todos mirando hacia el sur, paredón y después, sur, una luz de almacén. Al menos, la guerra será muy fraternal. En España no nos referimos a Argentina sin añadir lo del país amigo y hermano y ayer Pedro Sánchez dejó claro que lo suyo con Milei no tiene que ver con «el gran pueblo argentino». En el país hermano, en cambio, parecen tomárselo todo a broma, como si estuviesen resignados a que los políticos solo sepan embarrar la cancha y sacar conejos de la chistera. Acuérdense de que vienen de nuestro futuro. Hubo pruebas de ello en lo de Vox, aunque quedaron eclipsadas por el 'casus belli'. Entre ellas, quizá les suene, el modo en que los invitados trumpistas cargaron contra los jueces mientras Milei -después le copió Abascal- hacía lo propio con los medios y los periodistas «ensobrados», pero no por la soberbia, qué va: por los sobornos.

No hay opción para la ligereza en Oriente Próximo y la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero lo mismo merece la aclaración informal israelí de que ellos no han sido que la elevación del presidente al martirologio por las sanciones estadounidenses que impiden a Irán renovar sus aeronaves. «El crimen de Estados Unidos queda grabado en la mente del pueblo iraní», ha dicho un gerifalte del régimen de los ayatolás. Sin embargo, parece que hay helicópteros como el accidentado volando sin problemas en otros países. Y parece que en la región montañosa donde murió Raisi son frecuentes las inclemencias meteorológicas. La muerte del presidente iraní ha originado pésames escuetos en Occidente y el llanto por «un hermano mayor» en Hezbolá. Ninguna reacción a la altura de la de Salman Rushdie, que está de visita en España y, preguntado por lo ocurrido, ha asegurado no saber en realidad mucho sobre Irán excepto que quieren matarle. Su delito, publicar una novela en 1988. Según parece, en Irán también quieren matar a Alejo Vidal-Quadras, exvicepresidente del Parlamento europeo que recibe unos disparos originalísimos: casi no hacen ruido y terminan olvidándose, apenas llaman la atención.