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ordenar la casa

Hay muchas cosas por medio, pero la solución no consiste en cambiarlas de sitio porque siguen estorbando en el nuevo lugar donde las hemos alojado. Hemos descubierto que la tercera parte del llamado «territorio español», sin contar más que con media Cataluña, concentra el noventa por ciento de los que aún vivimos. ¿Por qué hay tantos españoles que prefieren vivir en los litorales a habitar en el interior de la península, que también es patria? Nos estamos quedando sin catetos, y es una denominación despectiva. Los ancianos de la localidad, entre los que me cuento, nos hemos concentrado en los litorales. Algunos como yo sin necesidad de movernos. Y ahora resulta que 'la España vacía' es una de las más graves preocupaciones del Gobierno.

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Los demógrafos, que viven casi todos en Madrid y Barcelona, son los que se muestran más preocupados por lo que llaman «la despoblación» y estudian la manera de frenar la huida. Ya en tiempos antiguos se postuló el eslogan, que parecía una orden, de 'Arriba el campo', pero el suelo se ha quedado en el mismo sitio. Somos una nación provecta, que no es igual que envejecida. Le hemos pedido tiempo al tiempo y éste nos ha hecho caso. El divino tesoro es humanísimo y tenemos canas en el corazón, que no es más que un pobre músculo liso, aunque omitan lo de pobre o rico, que eso siempre depende del modo de usarlo. La Caballé lo tenía en la garganta y Miró en sus divinas musarañas. Cada uno lo pone dónde puede o donde le dejan ponerlo y no le afecta demasiado que las avenidas y las plazas varíen de nombre, porque siempre se quedan en el mismo lugar, por muy incómodo que a veces sea.

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