Memoria dividida

Editorial ·

Resulta desalentador que el reconocimiento a las víctimas del terrorismo sea incapaz de unir a las fuerzas políticas vascas

el correo

Miércoles, 10 de noviembre 2021, 00:13

Los diez años transcurridos desde el final del terrorismo han sido insuficientes para evitar una vez más la desazonadora imagen de división que acompaña tradicionalmente ... al Día de la Memoria. Una conmemoración en homenaje a las víctimas que, desde su creación en 2010, no ha logrado unir en un sola convocatoria institucional al Gobierno vasco y a todas las fuerzas políticas, lo que demuestra hasta qué punto las heridas causadas por el pasado más tenebroso de Euskadi siguen sin cicatrizar y dificultan una convivencia normalizada. El Centro Memorial y la Delegación del Gobierno se adelantaron ayer a la jornada con un emotivo tributo en Irún a cuatro colectivos que sufrieron los zarpazos de ETA: políticos, jueces, empresarios y periodistas. El Ejecutivo de Iñigo Urkullu ha organizado para hoy, a través del instituto Gogora, el acto central, que reconocerá a quienes tuvieron el arrojo de plantar cara en la calle a la violencia, mientras el Parlamento vasco celebrará una ofrenda floral y el PP una ceremonia en Vitoria.

Publicidad

El Día de la Memoria recuerda cada 10 de noviembre un hecho que resume el horror vivido en este país: es la única fecha del calendario en la que no se ha perpetrado un atentado terrorista. Tal circunstancia refleja por sí misma la profunda quiebra moral en una sociedad en la que se asesinó, amenazó y persiguió por pensar diferente. En la que la barbarie fue instigada y justificada, y la condición de víctima se convirtió en «un estigma que durante años se sufrió en soledad», en medio de la indiferencia mayoritaria de una ciudadanía temerosa de significarse, como subrayó ayer Denis Itxaso. No olvidar esa realidad es el mejor antídoto para que jamás se repita.

Esta jornada debe servir de recordatorio al impagable sufrimiento de todos los damnificados y al derecho que les asiste a la verdad, la dignidad y la justicia. No basta con que la izquierda abertzale reconozca con alambicadas palabras el daño causado mientras no admita que la violencia nunca estuvo justificada ni asuma su propia responsabilidad en su sostenimiento. La memoria de las víctimas exige la construcción de un relato fiel a lo sucedido sin caer en la autocomplacencia de atribuir a la movilización social el final de ETA ni en el imperdonable error histórico de blanquear a los verdugos. La deseable unidad que ayer se echó en falta no puede forzarse con la rebaja del suelo ético sobre el que ha de levantarse un futuro en paz.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad