Los creadores tienen la facultad de hacer prolongar sus vidas no solo en el contenido de sus obras, sino en quienes se aproximan a ellos ... proyectándolos sobre sus propias existencias. Javier Marías, eterno candidato al Nobel y el escritor español seguramente más afamado entre la crítica internacional, falleció ayer víctima de una neumonía a los 70 años dejando tras de sí un universo tan propio y singular, tan identificable, que lo hace inmortal para los millones de lectores que lo han leído, que lo leerán en el futuro y que lo revisitarán tras un fallecimiento que ha despertado un aluvión de condolencias. Ha sido Marías un autor de éxito firmando páginas que interpelaban a la inteligencia de quienes se asomaban a ellas; en ocasiones, incluso con el esfuerzo añadido de conectar con su distintivo modo de narrar y la profundidad que perseguía con lo escrito. Ha sido Marías, también, capaz de enganchar a un público amplio, diverso y plural a través de un compromiso personal activo con la observación, el relato y la crítica de la sociedad a la que se dirigía. Sus seguidores sentirán su pérdida como propia con la certeza de que su altura literaria le sobrevivirá en lo ya leído y en lo aún por leer.
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