Los 25 años que cumple hoy el Museo Guggenheim resumen un éxito de una gigantesca dimensión inimaginable en su momento. El espectacular edificio de titanio ... levantado por Frank Gehry junto a la ría ha cambiado la historia de Bilbao como pocos acontecimientos precedentes habían hecho. No solo ha proyectado en todo el planeta la imagen de la ciudad, de la que ejerce de inconfundible icono, y la ha convertido en una referencia cultural en la era de la globalización. Además, ha empujado una reinvención urbanística de la villa, en la que han dejado su sello los más prestigiosos arquitectos, y ha ejercido de tractor de un cambio de su tejido económico al atraer como un poderoso imán a millones de visitantes, lo que ha impulsado el turismo como fuente de riqueza en un territorio que vivía ajeno a él. Todo ello ha redundado en beneficio de Bizkaia y del conjunto de Euskadi con unos resultados más que satisfactorios.
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Nada de eso estaba escrito de antemano ni podía darse por seguro. Es de justicia reconocer la intuición y valentía de los visionarios al frente de las instituciones vascas que, en medio de una monumental crisis que se llevó por delante la industria pesada -el que fue puntal de nuestra economía-, apostaron por abrir nuevos caminos con una millonaria inversión muy alejada de lo que hasta entonces habían sido las señas de identidad de Euskadi. Su indiscutible acierto quedó pronto demostrado de forma apabullante y silenció de un plumazo las minoritarias voces críticas con un proyecto disruptivo que es un motivo de orgullo colectivo y concita desde sus inicios una unanimidad excepcional por infrecuente en esta tierra.
El Guggenheim ha supuesto un profundo cambio de paradigma en la concepción del museo tradicional y evidenciado el poder de la cultura como motor de transformación. Gracias a él, Bilbao ha asociado su nombre al arte, que ha adquirido en su entorno una relevancia desconocida. Junto al gancho del revolucionario diseño del edificio, su tirón también es fruto de una inteligente gestión que ha combinado una potente colección permanente y un programa de exposiciones que abarca desde la vanguardia más rupturista a lo más popular. Su apertura hace un cuarto de siglo abrió una nueva era en la ciudad y su entorno. El Guggenheim es historia, presente y, sobre todo, un ilusionante futuro que, al margen de la posible ampliación en Urdaibai, ha de contribuir al desafío de dibujar una Bizkaia más moderna y competitiva.
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