Mis lectores me recuerdan la promesa que hice en diciembre en una de mis columnas cuando advertí de que mi agenda estaba llena de temas ... para rebozar y salpimentar el nuevo año. Ustedes saben que trato de evitar a toda costa el tedio de nuestros sesudos políticos, de nuestra amedrentada sociedad y de este mundo en el que las amenazas son tan frecuentes que aprender a esquivarlas se ha vuelto una obsesión. La impaciencia de algunos por hacerme cumplir con una de mis promesas, desvelar las tendencias sexuales para el nuevo año, me sorprende. Quizás estén pensando en ese hipotético consultorio metrosexual de andar por casa con que todos soñamos, pero les advierto de que me vine un poco arriba con el enunciado de mis propuestas.
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Como imaginarán, esas tendencias que tanto interés despiertan están siempre mediatizadas por los acontecimientos históricos, los movimientos sociales y, desde luego, la economía. No vamos a descubrir América ni a inventar la rueda. Las pautas de este goloso tema las marcan el empoderamiento femenino, la tecnología, el boom de los juguetes eróticos y, desde luego, el coronavirus. La empresa LoveHoy Group, dedicada a orientarnos y proporcionarnos material para el placer, ha publicado un informe en el que advierte de que los modelos de relación han cambiado enormemente. Para ese viaje no habríamos necesitado alforjas, pero sigamos…
En los resultados de sus encuestas, la tendencia predominante es la relación ética no monógama, que incluye el poliamor, el intercambio de parejas, los matrimonios abiertos. Y añaden que la clave de estos comportamientos reside en el consentimiento, la transparencia y la comunicación abierta. Los textos se explicaban con ese vocabulario que normaliza desde el sexo hasta la guerra, pero no quería infligir daños editoriales o de sensibilidad lectora, así que he tenido que leerme páginas de información ante la que confieso que en ocasiones no he podido aguantar la risa.
Lo que más me ha interesado es el contenido aventurero de estos informes, que ni cortos ni perezosos se atreven a estudiar el sexo en el espacio, con lo difícil que es unir las puntas de la madeja en el planeta Tierra. La marca Wevi sitúa la 'sex tecnología', es decir, los juguetes eróticos, como la única opción viable para el autoplacer en órbita pues es la única que puede lidiar con los obstáculos que plantea el sexo cuando estemos mas allá de la atmósfera; la falta de gravedad, la falta de privacidad y la eliminación de los líquidos. Para terminar el asunto de las tendencias sexuales solo se me ocurre añadir un refrán de mi abuela: «no era nada lo del ojo y lo llevaba en la mano».
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