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La pincelada

Pese a todo, la mayoría de la gente logra vivir su vida sin caer en la desesperación

Se acaba otro año y lo mismo de siempre. El ritual de la lotería, las comidas familiares, la sensación de asombro agridulce por la velocidad ... de la vida. Y luego, en los medios, los comentaristas habituales haciendo balance de lo bueno y lo menos bueno. Y también los aún más expertos politólogos tratando de proporcionar las claves para comprender lo que pasará en el mundo el año que viene: lo malo y lo peor. Como siempre.

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En fin, por casualidad, mientras estaba por la mañana en la cocina amontonando sobre la mesa los ingredientes de la ensaladilla rusa, a la que siempre añado unas cuantas cebolletas bien picadas, toque que todos agradecen con acompasado asentimiento, estuve escuchando en la radio a un pintoresco grupito de ilustres tertulianos que, en tono desenfadado y festivo, iban comentando lo mal que está todo, los horrores actuales: la guerra de Ucrania, la crisis climática y todas las demás crisis que se suceden y superponen: la energética, la subida de los precios en la cesta de la compra, la inflación desbocada, los nuevos tipos de interés y los nuevos tipos de desinterés. 'Policrisis' es, al parecer, nos guste o no, el gran palabro de moda para describir, con el pesimismo que se merece, la deriva de nuestro mundo. Y encima, ahí mismo tenemos ya 2023, que en España será eminentemente un año electoral y en el que, por supuesto, la cargante crispación política no solo no va a calmarse sino que, siento decirlo, va a sacar pecho, se va a subir a la mesa y se va a poner estupenda.

De acuerdo, el mundo es transformación, dolor, locura, eso lo sabemos. Está ahí para desasosegarnos, lo sabemos. Cómo ignorarlo. Los medios nos someten a diario a una visión global turbadora. Nos presentan un enfoque del ser humano en permanente conflicto. Y sí, sin duda, son tiempos de incertidumbre, vale. No obstante, por consiguiente, una pincelada de luz, si pudiera, ¿quién no pondría, de vez en cuando, por aquí y por allá? No es fácil, claro. Pese a todo, yo veo a la gente apañárselas cada día. Hay mujeres muy sensatas y amables, y también hombres amables y sensatos que hacen las cosas bastante bien, si les dejan. De hecho, creo, estoy seguro, la mayoría logran vivir sus vidas sin caer en la desesperación. Reaccionando con entereza ante las dificultades, la mayoría. Apoyando a los que tienen cerca y conviviendo en paz en el espacio público con quienes piensan de forma diferente. La mayoría, digo.

Así que eso era lo que yo quería traer aquí hoy entre tanta incertidumbre. Y entre tanto pesimismo contemporáneo reiterado hasta la saciedad y terriblemente contagioso y abrumador.

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