Desde la majestuosidad del volcán Haleakala se debió ver la isla de Maui convertirse en un infierno el pasado jueves, dejando más de 60 muertos ... y su histórica capital, Lahaina, reducida a cenizas. El huracán 'Dora' pasó horas antes a cientos de kilómetros, pero llevó a la isla vientos de 90 kilómetros por hora que no hicieron sino avivar los ingredientes para la desgracia; las condiciones de sequía, el turismo. La cultura ancestral de Hawái mira a su tierra como un ser vivo que siente, avisa, cuenta y estremece; y para ello tiene un lema que dice 'cuida la tierra y ella te cuidará a ti'. Para escapar de las lenguas de fuego, los residentes tuvieron que lanzarse al mar, elemento que tanto ha dado al archipiélago, desde sus ballenas hasta sus puestas de sol violetas y naranjas.
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Los habitantes de esa isla de cánticos dulces y playas paradisíacas lloran la pérdida del árbol más antiguo de la isla: un gigantesco boniano de 150 años que daba sombra a un jardín entero. Probablemente, algunos también lloren por la pérdida definitiva de la ingenuidad. La tierra habla, se estremece en grietas que ya no albergarán semillas y, aunque todos sabemos que viene el lobo, nadie hace verdaderamente nada por evitarlo.
Los gestos tímidos, las desgravaciones por una política no contaminante, las reuniones del clima, la niña sueca que llenó titulares y otros movimientos que tienen mÁs que ver con la propaganda política que con la realidad no impiden que las costuras de la Tierra se rompan ni que algunos pasen el relevo con el culo prieto a los que vengan. Pondría la mano en el fuego, en el de Maui, si no supiera que alguien, en algún punto del planeta, se lamenta de que su luna de miel en la isla ya no será posible.
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