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Una imagen de la cruz hacia 1911

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Una imagen de la cruz hacia 1911 Archivo Ricardo Hernani | EC

La Cruz del Gorbeia cumple 118 años

Erigida para cumplir con el mandato papal para conmemorar la llegada del siglo XX, tuvo que ser reconstruida dos veces y hoy es el símbolo más popular del montañismo vasco

Iñaki G. UribE

Martes, 12 de noviembre 2019

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La Cruz del Gorbeia está de celebración. Cumple nada menos que 118 años. Aunque la actual no es la misma que se inauguró el 12 de noviembre de 1901, sino la tercera. Aquella primera cruz tuvo una vida efímera. La obra no estaba totalmente acabada, sobre todo en lo relativo a su sujeción a suelo, que iba a realizarse con cables de acero, y se vino abajo justamente un mes después, víctima de las inclemencia meteorológicas. El 12 de diciembre se partió a seis metros de altura, en la pata izquierda de la vertiente vizcaína, y se desplomó y rompió en numerosos trozos, que rodaron ladera abajo.

Pero volvamos atrás. A 1899, cuando el párroco de Zeanuri recoge la propuesta de León XIII y comienza a recaudar fondos. Los primeros golpes para adecuar la loma cimera se dieron el 16 de julio de 1901 y las piezas de la Cruz, que tenía una altura de 33 metros -en honor a la edad de Jesucristo- y un peso total de 13 toneladas, se subieron desde la vertiente alavesa (Zarate) en carros de bueyes. Se inauguró el 12 de noviembre de 1901. El objetivo era hacerlo el 14 de septiembre, fecha de la exaltación de la Santa Cruz. Pero las obras se retrasaron más de lo previsto y no pudo ser.

Pese a la prisa que se dieron, aquella primigenia cruz construida con la principal materia prima de Euskadi en aquel momento -el hierro extraído de las entrañas de los Montes de Triano- no fue la primera en inaugurarse tras la recomendación papal a las cristiandades para conmemorar la llegada del nuevo siglo. El honor se lo llevó la Cruz de Legate en Lekaroz (Navarra), bendecida el 18 de mayo de 1901. Era de piedra y fue tallada por el vecino de Elizondo José Argiñene en el caserío Zaborta de Lekaroz. Por cierto, también cayó tiempo después.

Tras el primer desplome, la cruz original se reconstruye. La nueva que se levanta esta hecha con los restos de la anterior y es idéntica a ella. El 1 de octubre de 1903 es la reinaguración de la considerada cruz más alta de toda la cristiandad situada en la cima de una montaña. Pero de nuevo se cae. Al menos, esta vez dura tres años en pie, hasta que el 12 de diciembre (¡otra vez!) de 1906 las inclemencias del tiempo la tumban de nuevo.

Una de las pocas imágenes que se tienen de la segunda cruz. Foto publicada en la revista 'Novedades', en San Sebastián en 1909.
Una de las pocas imágenes que se tienen de la segunda cruz. Foto publicada en la revista 'Novedades', en San Sebastián en 1909.

A partir de ese día, se pierde el rastro de esta fastuosa obra, que fue el mayor acicate para la instauración y expansión de un aún incipiente montañismo, en aquella época todavía llamado alpinismo. Ante el aparente gafe que persigue a la cruz, el Obispado de Vitoria ya no ofrece noticia alguna de lo que pudiera pasar con la segunda cruz caída y si va a levantarla o no por tercera vez.

El misterio de la tercera cruz

Todo es silencio. Oscuridad. Dicen que se corrió la voz por los barrios altos de Zeanuri y Orozko que el 'anticristo' salía los viernes a la noche de alguna cueva y soplaba tanto en la cota de 1.481 m, que tiraba cualquier cruz que se instalara en ella. El rumor corrió como la pólvora y el Obispado prefirió guarda silencio.

Modelos de cruz que se barajaron.
Modelos de cruz que se barajaron.

Y la Iglesia de la época abrazó este pacto de silencio que de los orígenes de la tercera Cruz de Gorbeia -la que actualmente luce en su cima y que no es otra cosa que la «prima pequeña de la Torre Eiffel»- no se sabe nada. Bueno, solo un poco. Que se construyó en los Talleres de Zorroza, mientras que sus dos hermanas mayores fueron construidas por quien fuera alcalde de Barakaldo, Serapio Goikoetxea Palacio, en su taller Nuestra Señora del Rosario de Lutxana, uno de los más importantes de la época en la entonces incipiente industria del hierro de Bizkaia.

Años más tarde, tras la muerte por enfermedad Serapio, el taller fue expoliado por el franquismo a su familia, y una vez derribado, se construyó en sus terrenos Sefanitro, empresa que juntamente con otras que se levantaron en su entorno, puso a Lutxana en el mayor nivel de contaminación de Europa. Pero volvamos a la Cruz.

El 25 de junio (San Guillermo de Vercelli) de 1907, medio año después de que se cayera la segunda Cruz, se celebra allí una curiosa cita. Miembros de la Unión Sportiva Alavesa y la Federación Atlética de Bilbao, salen de noche corriendo desde la Virgen Blanca en Gasteiz y desde la Basílica de Begoña en Bilbao, para llegar a la cumbre del Gorbeia justamente al amanecer y darse las manos los hermanos alaveses y vizcaínos, a los que les une la cruz. Pero la cruz estaba todavía caída, un detalle que el periodista que recoge la noticia no cita. Es esta la primera ascensión en grupo y nocturna a la histórica cumbre del montañismo vasco de la que hay registro.

Si la construcción de esta tercera club es un misterio, no lo es menos su instalación en la cumbre y la consiguiente inauguración. Si los hubo, no quedan registros de tales hitos, ni periodísticos ni en los archivos diocesanos. Las primeras noticias de que una nueva cruz corona la cima del Gorbeia se tuvieron a finales de esa década en reseñas periodísticas de la época que se refieren a ascensiones colectivas -entonces denominadas «expediciones»- al doble techo provincial citando la presencia del crucerío aunque sin darle relevancia alguna.

Lo que sí se sabe es que mide casi la mitad que la original (17 metros) y su diseño se modificó para hacerla más resistente y ser prácticamente idéntico a la Torre Eiffel. Y 110 años después allí sigue. Un siglo largo en el que ha soportado frío y calor, agua y nieve, viento, mucho viento, una guerra, sabotajes y el paso bajo sus pies de acero de miles y miles de mendigoizales, pero esa es otra historia... Hoy, a pesar del viento, la lluvia y la nieve, recibirá el merecido tirón de orejas del puñado más intrépido de esos montañeros.

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