Pankra Nieto

Arsuaga: «Subir al monte es contactar con nuestros orígenes»

El codirector del yacimiento de Atapuerca regresó al 'Paga', a cuya cima subía de niño cada domingo

Sergio Llamas

Domingo, 15 de diciembre 2019

El director científico del Museo de la Evolución Humana de Burgos, y codirector del yacimiento de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, observaba el Pagasarri este domingo con mirada de montañero, pero también con los ojos de la memoria. «Llevaba sin subir medio siglo, desde que tenía 15 años. Pero cuando era pequeño iba con mi padre todos los domingos», rememoraba el paleoantropólogo.

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Ahora, aunque hace su vida en Madrid, la montaña sigue siendo protagonista. «Subir al monte es algo fundamental. Es la vuelta a nuestros orígenes, el contacto con la naturaleza. Y desde luego, cuando lo haces los malos rollos desaparecen», reivindicaba Arsuaga, quien comparó su efecto terapéutico al del mar. «Si tú estás en San Sebastián y tienes un cabreo muy grande, te vas al Ayuntamiento y empiezas a andar. Muy gordo tiene que ser el enfado para que no se te haya pasado antes de llegar a La Perla», defendió.

Los ojos de Arsuaga repasaban este domingo el paisaje de la cumbre del Pagasarri detectando diferencias, aunque en las siluetas de las cumbres circundantes reconocía las mismas formas. «Mi padre era deportista profesional. Jugaba en el Real Madrid, y nos subía al Pagasarri por Zabalburu. A esa edad ya te podían poner el Everest que no te enterabas. Pero recuerdo que había un momento terrorífico en el que mi padre miraba el reloj y decidía si luego seguíamos hasta el Ganekogorta o nos volvíamos, y eso ya era una pechada», remarcaba este domingo.

No es el único ejercicio que su padre le transmitió. «El otro día me encontré con una antigua vecina. Su familia iba con la mía a la playa y me recordó que en aquella época nosotros éramos los únicos que corríamos por la arena», explicó.

«Otro mundo»

Arsuaga, que no tiene rituales, unas botas predilectas, ni un desayuno prefijado antes de encarar los pronunciados repechos de una montaña, emprende la subida siempre con la mente abierta. «Al monte se va a aprender. Es una evasión total, porque es una inmersión en otro mundo. Te da un poco también la dimensión de todo», explicó. Por eso prefiere no llevar libros, aunque este domingo, antes de enfilar las cuestas, hizo una parada junto a la casa de Unamuno. «Estos días tengo 'Del sentimiento trágico de la vida' en la mesita de noche», explicó.

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