Los refugios de montaña se adaptan al coronavirus
La Diputación permite por primera vez instalar tiendas de campaña junto al refugio del Gorbeia para evitar el contagio entre montañeros
cirilo dávila
Lunes, 27 de julio 2020, 00:41
Las restricciones derivadas de la pandemia también han llegado a la montaña. Los refugios se han visto obligados a reducir las plazas disponibles y de ... común acuerdo, con el visto bueno de la Diputación, en el refugio de la Federación Vizcaína en el Gorbeia se pueden instalar tiendas por primera vez. Y es que es un Parque Natural donde hasta ahora estaba prohibida la acampada. Eso sí, solo para pernoctar. Se montan una hora antes del anochecer y deben retirarse antes de las ocho de la mañana. Toda una novedad en este paisaje de postal. «Nos lo solicitó la propia federación y entendimos que era una forma de ayudar a la explotación del refugio. Por eso lo autorizamos. Si los clubes nos lo piden actuaríamos de la misma manera», reconoce Txomin Diaz, jefe de sección de gestión de espacios natural del ente foral.
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Yolanda Martín, que gestiona este refugio ubicado en las campas de Arraba, no recuerda una situación así. La sombra de la pandemia ha creado también aquí una 'nueva normalidad'. Con el refugio cerrado en Semana Santa, ahora intentan completar el aforo interior con una oferta al aire libre. «Las tiendas de campaña son un complemento porque no tenemos habitaciones individuales», aclara. Si así lo reclama la demanda, Yoli y Joseba dan la opción a sus clientes de poder montar hasta cuatro tiendas. Algo inédito por esos parajes.
«A situaciones excepciones, medidas excepcionales», resume Victor Vivar, presidente de la Federación Vizcaina de Montaña. Recién llegado de los Picos de Europa, es de los que se acoge a este nuevo recurso de dormir fuera del refugio. Lo acaba de hacer en el de Cabrones, en Asturias. «Dentro es un poco más agobiante con todo lo que estamos viendo», comenta.
Con 11.200 inscritos, la federación vizcaína ha visto con buenos ojos la opción de facilitar que la búsqueda de espacios abiertos no se vea dificultada por la reducción del aforo en los refugios para mantener la distancia de seguridad y evitar contagios. Junio representó la vuelta a las cumbres, pero también un mes aciago precisamente por este regreso. Lo sabe bien el presidente de la Federación Vasca de Montaña, José Ramón Alonso, al que ya han adelantado los datos de accidentes: «A nivel del Estado, los accidentes se han triplicado en relación a un mes de junio normal. Tras meses de confinamiento la musculatura se ha relajado y muchos quisieron hacerlo que hacían antes cada semana, sin una mínima preparación para ello».
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Montes alternativos
Con 34.400 federados en la comunidad, solo por detrás del fútbol y baloncesto, el montañismo forma parte no solo de la agenda de ocio, sino de un estilo de vida. «Hay que ir a los montes que, aunque tienen nombre, no los conoce prácticamente nadie». Juan Carlos Navas, presidente del Club Alpino Sestao, desvela así uno de sus secretos para no coincidir con nadie en las cumbres. Y como buen setero, se guarda la lista de destinos no vaya a ser que alguien quiera pescar en su caladero. A la hora de pernoctar al aire libre, eso sí, toca volver al refugio.
El Alpino de Sestao es el único club vizcaino que cuenta con un refugio fuera del territorio. En concreto, en los Collados del Asón. Un local amplio que pocas veces se completa y que tiene usuarios habituales, como un grupo de espeleología de Madrid. «Solo permitimos grupos de gente que se conozca entre sí, grupos familiares», aclara Navas.
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Las tiendas pueden montarse una hora antes del anochecer y hay que levantarlas antes de las 8
Permiso por el covid
Los clubes de montaña registran ahora poca actividad, con el calendario de salidas y competiciones suspendidas. El mayor ajetreo supone hacer una ficha de las personas que recalan en estos locales. «Registramos cada persona que entra y sale para disponer de referencias ante un posible rebrote», señala.
La 'nueva normalidad' ha llegado para el club bilbaíno Juventus con su refugio remodelado en el Parque del Gorbeia. Dispone de un amplio espacio interior, resultado de unas obras que le llevó a reducir las plazas anteriores y apostar por una distribución más generosa, como explica su presidente, Antonio Garay. La mascarilla y un uso responsable de la instalación son temas que ya se dan por descontado.
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La Federación Vizcaina solo dispone del refugio del Gorbeia, cedido para su uso y explotación por el Ayuntamiento de Zeanuri. El resto pertenece a asociaciones. El Baskonia Mendi Taldea gestiona uno en la presa de Londokorta, debajo del Aldamin. En las campas de Egiriñao, en las faldas del Gorbeia, comparten entorno los refugios del Alpino Bilbao, el Juventus y el Arnotegi.
Por ubicación, quizás el más privilegiado sea el de Ganguren Mendi Taldea, en las campas de Arraba, santo y seña de los galdakaotarras. Hace catorce años lo remodelaron para modernizar la instalación. Obra en la que se volcó el operario municipal Iñaki Oleaga 'Zurdo', que moriría cinco años después. Todos los refugios se han plegado a las exigencias sanitarias. Pese a las trabas, se nota cada vez más demanda, aunque las previsiones son siempre a corto plazo. La meteorología cambiante manda en la montaña.
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«Si uno evita esos destinos montañeros que todos tenemos la cabeza (Pagasarri, Ganekogorta, Anboto…), gana en tranquilidad e incluso en seguridad. Hemos notado que la falta de salidas programadas desde los clubes ha hecho que la gente ande un poco perdida, sin iniciativas. Eso lleva a que se concentren en espacios habituale», incide.
Víctor Vivar aconseja alzar la vista un poco más allá del territorio conocido. Incluso recuerda que por 79 euros se puede obtener la ficha federativa básica que ofrece cobertura en Bizkaia. Ficha que abarata las pernoctaciones en estos refugios. «Se nota que la gente tiene necesidad de estar al aire libre, buscando espacios abiertos. La situación empieza a mejorar», incide. Mientras, Yolanda Martín ha recuperado el optimismo después de que el confinamiento frustrara la temporada de Semana Santa en el refugio del Gorbeia. Trabajar en las campas de Arraba puede ser idílico, pero hay que «atender la renta del negocio y saldar cuentas» también al final de mes.
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