El viento paraliza, de momento, los planes de Alex Txikon en el Manaslu
Vuelve el buen tiempo al campo base y la expedición aprovecha para labores de intendencia
«La paciencia asegura la victoria». Cuando Ali Ibn Abi Tálib, primo del profeta Mahoma, pronunció esta frase, subir ochomiles era una quimera. Pero debería ser el texto de cabecera de cualquier expedición. Alex Txikon lo sabe bien. El alpinista de Lemoa, paradigma de manojo de nervios, se transforma cuando llega al campo base.
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Verle pasar las horas en la cocina de la expedición, su lugar preferido, charlando con los sherpas o pasear tranquilamente por las 'calles' del CB contrasta con ese Alex Txikon que en casa necesita días de 48 horas. Eso sí, no pierde detalle de lo que pasa en la montaña. Hoy, por ejemplo, se ha pasado el día mirando de reojo hacia las ubicaciones de los campos 1 y 2.
«Mira, ¿ves como pega ahora el viento en el campo 1? Esta mañana las ráfagas eran cada veinte minutos, pero ahora son prácticamente continuas», explicaba esta tarde poco después de que el sol se ocultara tras el Pináculo. Este viento tiene su parte buena y su parte mala. El lado positivo es que esas fuertes ráfagas limpian la montaña de la nieve caída y evita su acumulación. El negativo es obvio. Los alpinistas no pueden trabajar en esas condiciones tan extremas ya que se arriesgan a sufrir congelaciones.
Así que solo queda armarse de paciencia y esperar a que la montaña abra sus puertas. El inicio de semana ha sido más fácil, ya que el mal tiempo apenas permitía salir de la tiendas de campaña. Pero hoy ha sido distinto. El día ha salido espléndido y apetecía recuperar el tiempo perdido. Pero el Manaslu manda. Había que conformarse con mirarlo.
Simone Moro, por ejemplo, ha prolongado otro día su estancia en Samagaon -y van tres- ante la evidencia de que aún habrá que esperar un poco más. El italiano bajó al pueblo en cuanto comprobó que los partes daban varios días de mal tiempo. Allí, a 3.600 metros, consigue un doble objetivo, comodidad -lodge frente a tienda de campaña- y recuperar mejor el cuerpo que a los 4.900 metros del campo base.
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Los que han quedado en el CB han dedicado el día -en realidad la mañana, porque el sol se va a las tres de la tarde, justo después de comer y a partir de esa hora solo queda sobrevivir al frío- a labores de intendencia. La expedición cumple ya una semana en el campamento y quien más quien menos tenía que ordenar su tienda, ventilar enseres o retomar la higiene personal.
También han iniciado la construcción de un iglú. Aunque la empresa no va a ser fácil. Hay poca nieve y además su calidad no es la adecuada para hacer los 'ladrillos' con los que levantar el habitáculo. Pero por intentarlo que no quede De momento, hoy han realizado la plataforma sobre la que asentarán el iglú, de unos ocho metros cuadrados.
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Mensaje de agradecimiento de la mujer de Mingote
Mientras los 'diez héroes del K2' reciben todo tipo de agasajos a su llegada a Islamabad, la capital pakistaní, tras su histórica primera invernal a la segunda cima más alta del mundo, Miriam, la mujer del desafortunado Sergi Mingote, se puso ayer en contacto con Alex Txikon para agradecerle las gestiones realizadas y la muestra de respeto ofrecida al día siguiente suspendiendo las labores en la montaña y volviendo al campo base.
Alex, además, fue el primero en ponerse en contacto con la agencia, en cuanto Simone Moro le avisó del accidente, para indicarle que avisará antes que a nadie a la familia. Y también ha gestionado con Seven Summit Treck la devolución de todas las pertenencias personales de Mingote a la familia, «algo que siempre agradecen mucho», explica el alpinista vizcaíno, que no puede olvidar la frase con la que se ha despedido la mujer del alpinista catalán. «Era su destino».
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