Ver fotos
La procesión desvela su misterio más literario
Rosario de Faroles ·
Miles de vitorianos arropan a los cofrades en una marcha en la que se estrenó Sáenz de Urturi y que lució 12 nuevos luminososUna mecha de fe prendida que llevaba enclaustrada nada menos que dos años. Lo nunca antes visto desde que Manuel Díaz de Arcaya y Felicia ... Olave, encandilados por la brillante colección zaragozana, trajeron a su ciudad la tradición farolera hace ya 125 años. Y es que, más que de faroles, la pandemia había traído todo un rosario de penitencias a una Cofradía volcada en despertar nuevas vocaciones, pero que había sido privada por un maldito virus de hacer alarde de su más solemne medio de apostolado: esa bella y nívea imagen que a todos los vitorianos une.
Este jueves el cronómetro al fin dejó de contar hacia atrás. Era la hora del ansiado regreso y, para abrir la puerta grande de Zapatería 35 y liberar a la santa madre de su confinamiento, una marea de casi 400 cofrades tomaron sus radiantes luminarias para guiar a La Blanca patrona en el reencuentro con su amado pueblo.
Con la emoción contenida, miles de fervorosos fieles acudieron a la llamada. Blusas y neskas hermanados con su virgen, dispuestos y expectantes sobre el kilómetro y medio de recorrido. Con suma delicadeza, los carros salieron uno a uno de la 'Zapa' y fueron colocados en orden a lo largo de Mateo Moraza, la plaza -ya pulcra tras la bajada de Celedón- y Prado. Con 12 faroles por misterio, la procesión partió como un reloj al filo de las 10 de la noche.
La procesión pudo atravesar la calle por primera vez en décadas hasta su cruce con Postas
Al frente, cerca de medio centenar de los más jóvenes de la Cofradía abrieron cirio en mano el cortejo por delante de la cruz procesional y las dos columnas de la fe. A continuación empezó el lento pasear de los carros. Primero los cuatro misterios gozosos, seguidos por los dolorosos. Y pasada la mitad de la marcha, la procesión desvelaba su misterio más literario. Junto a uno de los faroles del segundo misterio glorioso, se estrenaba ilusionada la escritora Eva García Sáenz de Urturi. La mejor embajadora de Álava veía cumplido este jueves su sueño de unirse a la familia farolera y salir en la procesión que tan bien ha retratado en su best seller 'El Silencio de la Ciudad Blanca'.
Cofrade y benefactora
Un honor merecido para una vitoriana que casi se ha convertido, sin quererlo, en gran benefactora. En el año del 200 cumpleaños de la Cofradía y 125 años después del encargo de la colección y de la donación por Olave de la imagen de su virgen, el éxito de la versión filmada de su novela permitió sufragar los primeros doce faroles para acompañar al único carro del primer misterio luminoso.
Cada año suelen cambiar el 15% de los portadores. Este jueves, tras dos años de parón, el 30% eran nuevos
Última sección antes de la Salve, Santo Domingo y La Blanca, la Cofradía reservó las delicadas piezas obra de Mikel Delika para sus portadores más noveles, que rejuvenecieron sobremanera un Rosario en el que «al menos el 30% de los portadores son nuevos», se felicitó el abad, Ricardo Sáez de Heredia, situado en el cierre de la marcha en compañía de su Junta, la corporación municipal, los Miñones y el obispo.
Y puestos a reconquistar Vitoria, el paseo recuperó además la calle Dato en toda su longitud. Si antes de la pandemia solo podían surcarla hasta General Álava, anoche los cofrades pudieron llegar hasta Postas sin el estorbo de los magnolios y dibujando una de esas bellas estampas de antaño. El regreso soñado terminó así donde empezó, con la Virgen peregrina a la espera de que los blusas la saquen en volandas esta aurora.
El obispo pide «homenajear y recordar» a las víctimas del covid
El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, reclamó ayer en su homilía de las Solemnes Vísperas de la Virgen Blanca que las fiestas tienen que servir para «homenajear y recordar» a quienes han fallecido durante los tres últimos años, un periodo en el que el covid ha impedido una celebración completa. «Les tributamos nuestro más sentido homenaje hasta el día 9», destacó el prelado.
Pero Elizalde planteó que La Blanca tiene que servir para que la «alegría y felicidad» se contagie entre la ciudadanía vitoriana, pero que se actúe con generosidad. «En esta Humanidad que vive entre guerras e injusticias os invito a estar cerca de quien sufre mostrando nuestra preferencia por las personas más vulnerables tiradas en las cunetas de la vida y por aquellos que en estos días no están para fiestas por sus situaciones personales», afirmó.
El prelado quiso aprovechar su discurso y la presencia de las principales autoridades del territorio histórico para destacar el papel que tiene la Iglesia en la sociedad vitoriana. «Nuestra aportación a la ciudad es esta alegría imprimible que nadie te puede arrebatar, esa enorme fortaleza ante las dificultades, el consuelo profundo cuando nos golpea el dolor, la paz serena cargada de esperanza cuando las fuerzas nos abandonan y el ánimo alto cuando hay sentido, proyecto y futuro», argumentó Elizalde en una abarrotada iglesia de San Miguel.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión