«Prohibir el vidrio en la bajada fue un acierto»
Marta Yabar | Voluntaria en el chupinazo ·
Desde hace 9 años forma parte del escuadrón de limpieza, ahora de vigilancia, de EgibideConvencida de que se puede disfrutar de la fiesta al mismo tiempo que se mantiene la ciudad limpia, Marta Yabar decidió unirse hace nueve años al grupo de voluntarios de Egibide que cada 4 de agosto limpiaba la plaza tras la bajada de Celedón. Limpiaba, sí en pasado, porque desde que en 2017 se prohibió el vidrio se encargan de controlar los accesos. «Ese año supuso un antes y un después, fue un cambio drástico para bien. Lo recuerdo como algo muy positivo», cuenta Marta, que se embarcó en esta iniciativa de la mano de una amiga que ya la había probado.
«Los primeros años, la gente se extrañaba de vernos recogiendo botellas y algunos incluso se reían de nosotros. Con el paso del tiempo eso fue cambiando, nos fuimos haciendo más respetuosos y concienciados con el reciclaje», relata esta joven de 29 años y técnico de laboratorio en un hospital. Ese día, el uniforme es claro: pantalón largo, zapatillas con suela gorda y guantes. Por suerte, ella nunca ha tenido ningún susto aunque recuerda ver cómo explotaban las botellas de cristal con el calor y cómo volaban por los aires al paso de las máquinas limpiadoras. «Era muy peligroso. Prohibir el cristal fue todo un acierto», valora.
Asistente fiel al chupinazo no se pierde ni un 4 de agosto en la plaza con sus amigas, aunque con cautela y a base de agua ya que minutos después de la aparición estelar de Celedón debe personarse en el punto de encuentro. Los últimos años le ha tocado el papel de 'vigilante' en los accesos junto a agentes de Policía Local y Ertzaintza. El primer año sí, pero ya casi nadie intenta hacer trampas, tampoco con las latas (prohibidas en 2018).
El resto de las fiestas las vive a lo grande como neska de la cuadrilla Gasteizko Margolariak. «Algunos de mis momentos favoritos son la visita que hacemos a la residencia de Txagorritxu, el concurso de cocina infantil y el pintxopote solidario, el primer año con el dinero que recaudamos compramos un desfibrilador que llevamos en la furgoneta», comparte Marta. Este año se esperaba que las fiestas terminarían por suspenderse, aunque avisa: «Vestirme de neska el Día de Santiago no me lo quita nadie». El resto de días le toca trabajar, así que vivirá estas no-fiestas de manera tranquila, dando alguna vuelta por el centro por las tardes.
¿Y estas fiestas?
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«Me vestiré de neska» El día de Santiago lucirá su traje de neska aunque no haya paseíllo ni comida con la cuadrilla de blusas. El resto de días le toca trabajar fuera de Vitoria.
LA BLANCA 2017
Desaparecen los toros y el vidrio de la plaza el mismo año del cisma entre cuadrillas
2017 fue un año de cambios en la historia de las fiestas de La Blanca. El año en el que se cumplía el 60 aniversario de la primera bajada de Celedón, la plaza mostró una imagen insólita. Se prohibió el vidrio y los vitorianos respondieron, en buena parte gracias a la decena de controles en los accesos con presencia de Policía Local, Ertzaintza y voluntarios de Egibide, como Marta Yabar. Este cambio tuvo consecuencias evidentes. Solo hubo un herido por cortes (frente a los 82 del año anterior) y se recogieron 300 kilos de vidrio en los contenedores exteriores (¡en la bajada de 2016 se alcanzaron las 16 toneladas!).
Aquel 4 de agosto el termómetro rozó los 30 grados y Gorka Ortiz de Urbina reencarnado en Celedón completó el paseíllo en 3 minutos y 21 segundos, una de sus mejores marcas. En la balconada, la escritora Eva García Sáenz de Urturi fue la encargada de prender la mecha del cohete que encendió la fiesta. En la plaza no faltaron reivindicaciones como las de los okupas de Errekaleor o la de la plataforma 'Tranvía Sur No'. 29 personas tuvieron que recibir asistencia, una decena a causa del asfixiante calor. Se echó de menos el camión de bomberos y su refrescante manguera...
2017 fue también el año en el que desapareció la feria taurina. En el Iradier Arena hubo vaquillas y recortadores, pero no toreros. Entonces, ¿tenía sentido el paseíllo de ida y de vuelta a la plaza? «Paseíllo a ninguna parte», lo llamaron algunos con sorna. De manera oficial, el desfile de cuadrillas pasó a denominarse 'kalejira'. Y por primera vez en la historia, las fiestas de La Blanca contaron con dos paseíllos (perdón, kalejiras) diferentes. Se escenificó la división entre las cuadrillas de blusas, y es que había nacido la Federación como una escisión de la Comisión. La nueva plataforma saldría media hora antes que la Comisión para no juntarse en su recorrido por las calles del centro. Aquel primer año de cisma no se produjo ningún incidente.
El Rosario de los Faroles brilló como nunca antes lo había hecho con el estreno de la iluminación led y en Los Fueros, los vitorianos corearon las canciones de Zea Mays, El Drogas, Morat, La Raíz, ETS y M-Clan.
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